Prólogo

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Su aliento queda contenido al momento en que siente otra presencia en su hogar. Su corazón palpita con desenfreno. En su estómago, una sensación de aleteos ha ido en aumento.

Hay alguien más en su hogar.

Con premura, abandona la pluma dentro del tintero y el libro abierto. Ni siquiera se detiene a pensar que no está presentable, encontrándose en bata. Su emoción es tal, que no le interesa. Sólo desea reunirse con la persona que ha irrumpido en su hogar; más precisamente, anhela que se trate de él o de ella.

Abre las puertas que conducen al gran recibidor, encontrándose sólo con un hombre joven que parece, no sólo perdido, sino en considerable estado de ebriedad.

La decepción no le deja, siquiera, sentir lástima por el pobre hombre quien se ha metido a la boca del lobo.

Su corazón ha disminuido el ritmo, y teme que vaya a detenerse por completo; pero, bien sabe, eso no provocaría nada. Ahora, en su estómago, se ha asentado una aplastante sensación de vacío. Cierra los ojos con lentitud, dejando que una lágrima corra por su mejilla. No se trata de ellos.

Dando un sollozo, baja las escaleras lentamente, con gracia, incluso con un toque femenino. El hombre lo ve parpadeando rápidamente cuando están de frente, dándose recién cuenta de su presencia.

Entonces, abre los ojos cuando una daga se clava en su cuerpo. Grita, pero pronto su voz es arrebatada por otra puñalada de la daga, ahora en su garganta. La sangre escapa de su cuerpo, tortuosamente lenta, pero constante. Su visión se ensombrece a cada segundo que pasa, conforme la vida lo abandona.

Lo último que el hombre es capaz de ver antes de morir, es a un muchacho llorando, con una profunda tristeza marcada en sus hermosas facciones.

El muchacho se desploma frente a su víctima y grita. Siente una gran presión en su pecho, y una opresión en el estómago, mismas que le impiden respirar.

No importa cuánto tiempo haya pasado, no es capaz de acostumbrarse a su condena, que lo atormenta incesantemente, y que lo ha hecho a lo largo de los años.

La esperanza es la peor de las torturas, y Mitsuki no puede librarse de ella.


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Créditos de la imagen: ID en Pixiv 2836060

Endless | Boruto x Sarada x Mitsuki | Boruto: Naruto Next GenerationsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora