•Capítulo 1 [Eileen Blair]

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El tren escarlata empezó a difuminarse en el horizonte mientras mi vista clavada en el final de la estación se empañaba de lágrimas indiscretas. Rápidamente me las enjuagué con el dorso de la mano, rogando que nadie me hubiese visto. Miré a mi hermano mayor, el único con la suficiente educación como para venir a acompañarme en mi primer día de colegio.

Suspiré mientras él me daba un fuerte abrazo; mis ojos fueron a parar a un chico de largo pelo castaño, que, en cuanto se dio cuenta de que lo observaba, frunció el ceño. No pide evitar sonreír. Mis ojos impactaban, sí, y no veáis de qué manera.

-Que pases un buen curso -me deseó Logan con suavidad, devolviéndome a la realidad. Me separé de él, confundida y ruborizada, mientras fijaba la vista en mis deportivas negras-. Intenta... Ser de Sly, Eil.

-Descuida -respondí en apenas un susurro. Agarré con tanta fuerza el asa de la maleta que los nudillos de mi mano se volvieron blancos, pero no relajé la tensión. Ahora iba a empezar el gran momento de mi vida. Ahora iría a Hogwarts. Ahora. Y yo con estas pintas de zombie (por si no lo entendéis, tengo la piel extremadamente pálida).

Sacudí la cabeza y por un instante mi gran espeso cabello negro me impidió ver. Luego, al levantar la cabeza, me encontré con otro cosa que me deslumbró. Pero no porque fuera guapo (es más, tenía el pelo peinado a lo Drácula) sino por su expresión. Burlona, atrevida. Ojalá yo fuera así.

-El hijo de los Malfoy -murmuró con tono sombrío Logan, siguiendo la dirección de mi mirada. Iba a decir algo más, pero cerró la boca antes que de ella saliera sonido alguno. Levanté una ceja, interesada.

Pero entonces un agudo pitido me destrozó los tímpanos, haciendo que se me parara el corazón durante un breve instante.

Teníamos que subir al tren. Al Expresso de Hogwarts. A un chuchú que a todos les parecía encantador pero que a mí personalmente me parecía una máquina que no echaba más que pompas grises y falsas, prometiendo ilusiones que luego no se cumplirán. ¿Aprenderás magia? Sí. Pero yo me pregunto a qué precio.

No obstante, apenas tuve tiempo de pensarlo. Cargando con la pesada maleta, me despedí de mi hermano mayor con un vago gesto de la cabeza. Para él era toda una rutina, ya que acabó el colegio el año anterior. Ah, qué suerte tiene según que gente.

Sin dificultad, subí el equipaje al tren sin ni siquiera despeinarme. Pasé junto a un grupo de chicas de segundo, que me miraron raro y rieron con risitas histéricas. Yo apenas me inmuté; estoy acostumbrada a ello. Por eso quizá cuando encontré un vagón libre y me instalé en él y vi que un chico tenía intención de pasar, me encogí de hombros, dándole a entender que me daba igual.

"Casualmente" era el mismo chico del andén (¿Malfoy, según Logan). Apenas me digné a mirarle y clavé la vista en el horizonte de aquel cielo azul tan similar al de mis ojos. Casi sin que me diera cuenta, alguien más entró en el reducido espacio. Alguien viejo e impotente. «¿No se puede estar sola aquí o qué?», pensé con rabia.

Eso llamado destino [Draco Malfoy]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora