Día 1

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Caminó por los fríos y lúgubres pasillos del deprimente y solitario hospital.

Eran las 3:27 A.M, habían unos pocos médicos en turno y la mayoría de las enfermeras y enfermeros se encontraban atendiendo pacientes.

Por fin llegó a la UCI, entró con paso lento y deprimente.

Abrió la puerta y vio a los padres de Percy junto a su hermana pequeña. Su madre tenía su mano fuertemente tomada y su padre mantenía a la niña abrazada por los hombros.

Los tres la miraron y la castaña se heló. Sabía lo que vendría.

— Alice... —suspiró el hombre.

Ella se acercó sin decir más palabras. Lynn se corrió de los brazos de su padre para dejarla pasar y se colocó tras él.

Alice tomó su mano tímidamente y la acarició con dulzura.

La señora Campbell rodó los ojos y su marido la miró con cierto reproche.

— Creo que Lynn ya debería dormir —dijo esta agachándose a la altura de la niña.

— ¡Yo quiero saber de Percy! —exclamó Lynn poniendo los brazos en jarra acomodándolos en su cintura.

— Mañana podremos volver... —suspiró Kyle Campbell— ahora tienes que dormir, es tarde.

Alice se despidió y se sentó en la silla continua a la cama.

No quiso soltar su mano y permaneció en silencio por alrededor de media hora.

Entonces comenzó a hablar.

— Recuerdo la primera vez que te vi —le sonrió— no te conocía en ese entonces, Pers... solo te había visto dos o tres veces en el patio de la universidad.

Escuchó un momento el pitido de la máquina continua, era la muestra que Percy vivía.

Percy estaba, pero al mismo tiempo no.

Se encontraba en un distante mundo adornado de sueños y oscuridad, como si una fiesta, una macabra y triste, se tratara. Aquel mundo del cual podías salir o no. Podías vencer o ser derrotado.

Podías vivir.

Pero también podías morir.

— Te consideraba atractivo, pero no quería decir que me gustaras... nunca había hablado contigo —siguió— llevábamos... dos semanas en la universidad, me dijiste que si era yo la que hacía ayudantía al profesor Andersen... yo te contesté que no lo era.

Oh, disculpa, es que te he visto siempre... siempre pendiente de sus clases y... no sé.

Su voz aún era nítida en el almacén de recuerdos y emociones que era la cabeza de Alice. Aún escuchaba aquel diálogo como si hubiese estado pasando en aquel momento.

Su cabeza había estado siendo una especie de grabadora por cada diálogo o cada momento que intercambiaba con Percy. Recordar todo le era fácil, y no solo por su memoria fotográfica.

También por el amor.

Bueno, yo no soy su ayudante, pero Devlin sí —te sonreí. Tú asentiste.

— De todas maneras me gustaría presentarme, Percy Campbell.

— Alice Harrison —te estreché la mano y enrojecí. Noté que también lo hiciste y pude esbozar una pequeña sonrisa para intentar darte tranquilidad.

Aquel día había entablado las primeras palabras contigo, Pers.

Seguimos hablando un rato hasta que tuvimos que cada uno ir a su clase. Tú estudias electrónica, yo arquitectura. Aún no estoy segura en qué ramo podríamos haber coincidido, pero así fue.

Coincidimos en cuatro ramos.

Es curioso, cuando pienso en aquello es como si hubiese sido hace cinco minutos, pero ya han pasado cinco años de ello...

Ambos estamos por terminar nuestras carreras, Pers. No te rindas, aún te queda un brillante futuro como ingeniero eléctrico, yo lo sé. Aún nos queda un brillante futuro a ambos. Lo siento.

No supo cuánto tiempo estuvo hablando, solo supo que al salir ya brillaba el radiante sol en posición de la mañana y los padres y hermana de Percy se habían ido.

Aquel sol no fue alentador, fue desesperante, fue notar como la vida seguía, siendo que la de Percy estaba en pausa, como un casete antiguo.

Alice odió aquella sensación, y caminó a su casa callada.

Eran las 7:37 A.M.

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2019 ⏰

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