Capítulo III: Patrick Crusoe

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Me encuentro tomando agua, mi respiración está agitada por correr y gritar tanto, los entrenamientos de verdad son muy exigentes, pero qué les puedo decir, si mi equipo tiene entrenamientos un domingo ya se podrán imaginar los demás.

Me dirijo a mi morral en busca de mi toalla y al llegar no está en donde lo dejé, miro por todas partes y puedo observar a un hombre a unos quince metros de distancia, carga lentes de sol pero puedo percibir que me está mirando gracias a esa extraña sensación de incomodidad que te recorre por el cuerpo cuando eso ocurre, lo detallo bien y me puedo percatar que el hombre lleva en sus manos mi morral cosa que me descuadró por completo.

Neil llega y toma su toalla que está justo en el antiguo lugar de mi morral, me acerco mucho más a él, aparto por completo mi vista del hombre y le doy pequeños golpes con mi mano a Neil para que me preste atención.

—Oye, ¿ves a ese hombre que está bajo aquel árbol? —Digo en tono muy bajo por instinto ya que me siento vigilado— El que tiene un suéter gris.

Neil dirige su vista al lugar que le indique pero es interrumpido por su celular, así que lo toma para responder la llamada y al escuchar lo que decían al otro lado de la línea me mira de una manera muy extraña y cuelga.

—Patrick... —Vacila para comenzar a hablar— el hombre que me acabas de preguntar si lo había visto acaba de llamar a mi celular y quiere que te acerques a donde está él... solo.

Quedo estupefacto, ¿acaso había escuchado bien? Volteo para ver al hombre de nuevo y ahora tiene un celular en la mano y mi morral ha terminado en el piso, se quita los lentes de sol y me mira directamente a los ojos.

¿Quién era ese tipo?

Si ese hombre tenía mi morral y el número telefónico de Neil alguna razón tendrá para querer hablar conmigo de esa forma, miro a Neil antes de irme y él asiente con la cabeza y se va, nos conocemos tanto que pudo entender mi mirada la cual le decía que estuviera al tanto de lo que pasaba.

Dirijo mi mirada de nuevo al hombre el cual me sigue mirado directamente a los ojos y comienzo a caminar, no tan rápido, no tan lento, a una velocidad adecuada para no demostrar miedo o enojo, aunque no sabía qué estaba sintiendo en realidad justo ahora.

Ya estoy a menos de dos metros de distancia de él y me cruzo de brazos para demostrar que hasta aquí llego así que él ríe.

—No creas que vamos a hablar aquí —Me dice con cierto tono de burla—, camina hacia la camioneta.

—Yo no pienso caminar hacia ninguna camioneta.

—Caminas o te muevo.

Y saca parcialmente de mi morral un arma de fuego, al verla se me erizó la piel y mi sangre heló, ¿qué quería este hombre? ¿Por qué me está amenazando? ¿En qué querrán meterme?, o en qué me estoy metiendo, porque mis pies se comenzaron a mover inconscientemente hacia la Silverado azul que estaba al otro lado de la calle.

Hizo que subiera y adentro solo había un hombre más, las ventanas eran muy oscuras, la camioneta olía a cuero nuevo y lo único que se podía escuchar era mi agitada respiración.

—A donde acordamos —Le indicó el hombre que me amenazó a quien estaba manejando.

Condujeron no por mucho tiempo, diría que por unos quince minutos, aunque la verdad no lo sé porque mi miedo hacia que todo pareciera tardar años, no me atrevía a preguntar, quejarme o si quiera respirar muy fuerte, seguíamos en las calles del centro, no me llevaban a un lugar alejado, por lo tanto no sería muy difícil correr el cualquier plan de escape que me ingeniara.

La camioneta se detuvo y bajaron la ventana que se encontraba a mi lado, estábamos frente a la alcaldía, en el jardín se encontraba una multitud de personas, una tarima no tan grande con un podio y una pantalla led con imágenes de trabajos comunitarios « ¿Qué hacemos aquí?».

Tocando Fondo [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora