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Un solo mensaje bastó para perder lo último que me quedaba de cordura por ese día. Con el corazón golpeando mi pecho de forma desaforada, y con el teléfono aún entre mis manos, lo aventé contra el muro.

—¡¿Quién eres?! —Grité, mi voz raspando mi garganta de manera dolorosa—. ¡Sé que estás escuchando, maldito malnacido!

Louis salió del baño con pánico abrazando su semblante. Una toalla blanca alrededor de su cintura era lo único que lo cubría. Se veía frágil, por culpa del enfermo que se estaba encargando de hacer nuestra vida imposible.

—¿Qué ocurre? ¿Con quién hablas? —Inquirió, mirándome con temor a causa de mi respiración alterada. Fue entonces cuando vio su teléfono tendido sobre el suelo, con la pantalla bastante trizada—. ¿Lo viste? ¿Viste el mensaje?

—He estado recibiendo mensajes similares. Está... obsesionado, no lo sé, quiero agarrarlo y partirle la cara a golpes, o atarlo y torturarlo y...

—Sh, tranquila—Se acercó para acariciar las puntas de mi cabello.

Sus ojos podían estar muy débiles, pero penetraron en los míos dándome una tranquilidad que sólo él podía lograr. Tomó la palma de mi mano, y con su dedo, comenzó a trazar dibujos.

Sabía lo que estaba haciendo. Hacía muchos años, cuando comenzamos nuestra pequeña aventura juntos, Louis escribía mensajes en mi mano, mensajes invisibles con sus dedos, para decirme cuánto le gustaba, o dónde nos encontraríamos. Esta vez, hizo lo mismo.

"V. A. M. O. N. O. S"

Me miró expectante. Sabíamos que no podíamos hablar en voz alta. Alguien podía estar escuchándonos.

—Yo conduzco—Susurré.

Cerré las cortinas. Louis se vistió lo más rápido que pudo. Tomé todas las tarjetas de débito y crédito que poseíamos. Dentro de una mochila metí algunas prendas de ropa, las más importantes.

Salimos de prisa hasta el estacionamiento de nuestro edificio, en el camino, la señora Elaine volvía con bolsas sobre sus brazos. Su hijo Blane estaba ayudándola.

—¡Chicos! ¿Se van de vacaciones? ¿Van a hacer locuras? —Elaine guiñó un ojo.

—¡Mamá! —Su hijo la regañó, avergonzando.

—Sí, estamos... pensando en irnos lejos, por un tiempo.

—¿Y su auto quedará en reparación? No deberías confiar tanto en los talleres.

—De hecho... vamos camino a buscarlo—Dijo Louis.

—¡Oh, por Dios! ¿Qué te pasó en la cara? —Exclamó la mujer, evidentemente sorprendida.

—Ayer alguien trató de asaltarme, por suerte no logró quitarme nada. Hoy en día están todos locos—Louis asintió con la cabeza, reiteradamente.

—¡Oh, vi una serie donde unos tipos roban a mano armada y...!

—Blane Todd. Odio que veas series violentas.

—Pero mamá...

—Ya debemos irnos. Fue un placer verlos, nos vemos en... un tiempo—Tomé la mano de Louis y tironeé de él. Quería salir de ahí lo más pronto posible, ni siquiera el estacionamiento se sentía seguro. Mis ojos recorrían cada rincón en busca de algunos ojos.

—Claro... ¡Hasta luego!

Louis alcanzó a levantar su brazo para despedirse, casi tropezándose con sus pies por la fuerza de mi empuje. Detuve el primer taxi que se atravesó en nuestro camino, Louis entendió rápidamente que debía indicar la dirección donde dejó nuestro automóvil.

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⏰ Última actualización: Mar 21, 2019 ⏰

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