Capítulo 2

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Miro a Kate por última vez y me despido de ella con la mirada. Luego corro. Corro y corro por un largo camino mientras que grandes gotas de agua caen del oscuro cielo, ahora cubierto de nubes. A lo lejos puedo escuchar el llanto de Kate, y también el agua que salpica a mi paso.

Después de mucho correr empiezo a escuchar el ruido de los autos, y a gente hablando y riendo, disfrutando del momento, y yo, con lentitud y cuidado entro a este lugar, a la gran ciudad, donde hay luces y carteles brillantes por todos lados,  donde los autos corren veloces por las calles, uno tras otro, parando solamente cuando aparece una luz roja en un regtangulo negro con tres circulos, cada uno con un diferente color,  y donde las personas se empujan entre ellas.

Cruzó la calle y los humanos dentro de los autos gritan enfadados y hacen un ruido fuerte y molesto. Rápidamente vuelvo a la parte donde las personas y camino entre ellas hasta que llego a un lugar oscuro y vacío, como un callejón, pero con un fuerte olor de animal parecido al mío. Huelo atentamentey de pronto aparecentres animales parecidos a mi, pero más pequeños y con ojos oscuros. ¡Ah! Estos deben ser perros. Kate me hablo de ellos. Los tres se acercan a mí y me olfatean con cuidado. Yo hago lo mismo.

Uno de ellos es de color café con una pequeña mancha blanca en el pecho, y los otros dos son negros, uno con las patas blancas, que es hermano del café, y la última es blanca. A los tres se les ven los huesos y puedo notar que estan tristes, pero de igual forma me dejan quedarme con ellos para pasar la noche. Los tres se acurrucan a mi lado y permanecemos en esa posición toda la fría y oscura noche oyendo el ruido del agua al caer.

Desperté al sentir que los tres se movían. Nos levantamos y me invitaron a acompañarlos a buscar comida. Al salir del callejón donde nos encontrabamos, el sol me invadió por completo e inmediatamente sentí su calor sobre mi cuerpo.

Caminamos entre las personas viendo a los autos pasar a nuestro lado. Es hermoso. Hay ardillas que corren y juegan entre ellas subiendo y bajando de los árboles, y también saltando entre las ramas de estos. Algunas personas se sientan frente a los árboles y les dan nueces. Seguimos caminando y viendo hermosos jardínes en el camino, algunos con arbustos que tienen la forma de un delfín, hasta que finalmente llegamos a lo que creo que es un parque, donde la gente les tira migas de pan y galletas a las palomas, las cuales se reunen alrededor de estas personas con total confianza. Todos parecen ser libres y felices, y puedo oír la risa de muchos. Este lugar parece mágico.

Seguimos caminando hasta llegar a un lugar donde hay un olor delicioso, en el que un amable hombre nos dio carne. Yo comí mi parte rápidamente, y cuando terminamos continuamos caminando hasta llegar a otro parque, más vacío que el primero, donde Morry, el con las patas blancas, tiro al suelo algo grande con muchas cosas que los humanos ya no necesitaban, por lo que nos lo regalaban. Entre estas cosas había un poco de comida, la cual devoramos entre los cuatro.

Mientras buscamos otras cosas para comer, aparece un señor muy enojado que nos grita y dice a una señora:

-¡Llama a control de animales! ¡AHORA!

Morry, Kiko y Cindy comienzan a correr en la dirección opuesta a la del señor, y yo los sigo.

Mientras corremos puedo escuchar al señor seguirnos y gritarnos. Él me da miedo, pero pronto lo perdemos de vista. A pesar de haberlo dejado atrás, nosotros continuamos corriendo y solo nos detenemos al llegar a unos hermosos jardines con arbustos que tienen forma de delfines. Nos tendemos un rato bajo la sombra de estos y descansamos. La gente que pasa a nuestro lado apenas nos mira, y cuando lo hacen es con desprecio. Por primera vez en toda mi vida soy libre, pero no me siento así. Me siento encerrada, solo pudiendo hacer unas actividades, limitadas a lo que los humanos quieran o hagan. No era así como imaginaba que sería. En mi mente yo corro en la dirección contraria a la del viento, y vivo con una manada, con mi manada. Soy feliz, y totalmente libre. Tengo una familia que me cuida, y familia a la que cuidar, pero no es así. No en la vida real. Por más que quiera, no puedo ver a Morry, Kiko y Cindy como mi manada. No somos iguales, y tampoco felices, pero me encantaría poder ayudarlos a encontrar una familia.

Cuando comienza el atardecer nos levantamos y caminamos siguiendo el olor de salchichas. Cuando llegamos al lugar de donde procede el olor, una señora saca unas salchichas de una caja y las pone a nuestra vista, parece como si nos las estuviera regalando, así que me acerco y las saco. Luego le ofresco a los demás, pero mientras comemos, la señora nota que sacamos las salchichas y se enoja, así que corremos hasta que llegamos a un gran lugar donde hay muchas personas reunidas, lo que, según Kiko, significa comida, así que entramos con ellos.

Dentro hay humanos por todos lados, humanos que se nota que estan ansiosos, como si esperaran algo, y otros que emocionados compran cosas, entre ellas comida de la cual nosotros comemos los restos o lo que tiran al suelo para que podamos comer.

Pronto la gente grita y se levantan de sus asientos, y en el centro aparecen humanos que hacen volteretas en el aire, y también hay una persona disfrazada de oso.

Las personas vuelven a sentarse mientras que abajo siguen haciendo volteretas. Luego, al terminar, se van y en su lugar aparecen varias personas con una pelota naranja. Todos se vuelven a emocionar cuando ellos aparecen, y nuevamente se levantan de sus asientos para gritarles. Después aparecen más personas, pero estos últimos no alegran al público, que en estos momentos ya están sentados.



​En un momento, las personas de abajo comienzan a correr al mismo tiempo que hacen rebotar la pelota naranja, y la lanzan a un aro. No entiendo que es lo que hacen, pero nos aburrimos así que decidimos irnos.

​Cuando salimos del lugar nos damos cuenta de que ya es de noche, y la luna se encuentra en el cielo robandole la atención a las estrellas mientras nos mira.


​Seguimos el camino que ella nos indicaba hasta que encontramos un lugar donde pasar la noche. En este no estamos tan ocultos de la vista de las personas, pero eso no nos importa y tratamos de dormir.

​Nos despertamos unas horas después al escuchar a unas personas acercarse sigilosamente a nosotros. Nos tenían rodeados. Mientras se acercan sostienen en sus manos unos palos largos y delgados con una cuerda con forma circular en uno de los extremos, la cual ponen al rededor del cuello de Cindy. Luego otro hombre pone otro de estos collares en el cuello de Morry y en el mío. Finalmente se lo ponen a Kiko y nos obligan a seguirlos.

​Los seguimos hasta llegar a un auto donde nos subimos para que nos encierren en diferentes jaulas. Luego el auto hace un ruido y comienza a moverse. Cindy llora y ladra. Morry, Kiko y yo estamos nerviosos y asustados.

​De repente el auto se detiene y los hombres vuelven a aparecer. Abren las puertas de las jaulas y nos sacan tirando de los collares. Uno de ellos se agacha hasta quedar a mi altura, y me observa con atención.

​-Tiene los ojos de un color único. Es especial. Podríamos ganar mucho dinero con ella.

​-¿De qué hablas?

​-Vamos, tenemos que entrar. Nos despedirán si no traemos más perros.

​-Tiene razón. Vamos.

​Tiraron del collar y los seguimos. Cuando entramos en la casa siento el olor de muchos perros, y mientras el olor se hace más y más fuerte los escucho. Hay perros ladrando y aullando de dolor y miedo. Se sienten solos, y me da miedo estar como ellos.

​Nos encierran en jaulas diferentes y nos sacan los collares. Yo me acuesto y trato de dormir. Mañana veré como salir de aquí.

​Despierto cuando abren la puerta de mi jaula para darme agua y comida, la que devoro rápidamente.

​Los demás siguen aullando cuando termino de comer. Yo me quedo en silencio, esperando que algo suceda.

​Después de unas horas aparece una señora acompañada de uno de los hombres que nos trajo aquí ayer.

​-Quiero tres perros pequeños para mis hijos. Van a estar de cumpleaños.

​-Por supuesto, señora. Elija los que más le gusten. Busca hembras o machos?

​-Dos machos y una hembra. A ver...-se detiene frente a la jaula de Kiko- quiero a este. Es un macho, ¿verdad?

​-Sí, señora.-camina hasta la jaula de Cindy, y se la señala- Esta hembra estaba con el macho que ya escogió. ¿Le gusta?

​-Mmmm, sí. Me la llevo. Y también quiero a este.-señala a Morry-Sí, quiero a estos tres.

​-Muy bien. Ese también estaba con los otros dos.

​-¿Cómo? ¿Encontraron a los tres juntos?

​-Sí.

​-Perfecto. Póngale estos collares, por favor.

​-Por supuesto, señora.
​El hombre saca a Morry de su jaula y le pone un collar diferente al primero. Luego hace lo mismo con Cindy y Kiko.

​Cuando pasan frente a mi celda, los tres se acercan a mí y nos despedimos hasta que el hombre tira de sus collares y desaparecen por una puerta. Sé que no volveré a verlos y eso me deprime, pero me alegra que hayan encontrado un hogar, y yo igual saldré pronto de aquí. No sé cómo, pero lo voy a lograr y voy a encontrar a mi manada.

​Unos minutos después aparece otro hombre que les da comida a los perros, y supe que ese era mi momento.

​Cuando llego mi turno, me agacho y en el momento en que el hombre abre la puerta, salto y corro hacia la puerta por donde desaparecieron Kiko, Morry y Cindy, que en ese momento estaba abierta. Cuando estoy en la otra habitación, la reconozco. En esta sala está la salida. Cuando la veo corro hacia ella y salgo al exterior, pero no me detengo. Solo paro al ver a una señora en una banca acariciando a un perro, que por su aspecto, queda claro que no tiene un hogar. No pude evitar sentirme mal al ver esa imagen. Solo una vez he podido sentir el cariño de un humano, y me encantaría volver a sentirlo. Sentir sus manos en mi pelaje. Alejo esos pensamientos y sigo corriendo hasta que finalmente llego a un bosque. Mi bosque. Mi hogar.

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⏰ Última actualización: Mar 22, 2019 ⏰

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