Capítulo 4

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Las noches desde su habitación eran las más hermosas, Zeus siempre había disfrutado la hermosa vista que tenía del bosque nocturno iluminado por la luna y las estrellas. Definitivamente amaba vivir en el bosque, apartado de la civilización, sin ruido, tranquilo; el cielo era la mejor parte, siempre había amado mirar las estrellas, lo brillante que se veían gracias a la falta de población.

Justo en ese momento las estaba apreciando a través de un telescopio que sus padres le habían regalado en su cumpleaños número 4. En los primeros meses, sus padres lo acompañaban todas las noches para ver las estrellas antes de dormir, Zeus estaba fascinado con la belleza del cielo oscuro y por lo tanto, unas semanas más tarde le regalaron un libro de astrología con dibujos, su posesión más preciada por bastante tiempo.

Estaba en busca de alguna constelación cuando, de pronto, escuchó un ruido en el bosque, su oído como hijo de un alfa puro era bastante más desarrollado que cualquier otro lobo común. Comenzó a buscar con la mirada algún movimiento pero solo podía ver oscuridad y los árboles moviéndose por la brisa del aire, tomó su telescopio y lo ajustó para poder visualizar mejor lo que fuera que estaba cerca de manada de sus padres.

Observó por varios segundos, enfocando en varios puntos que le parecían sospechosos pero al final no vio nada; cuando estaba a punto de rendirse pudo enfocar una sombra entre los árboles, una sombra de lobo. Trató de identificar si era parte de la manada o no pero estaba demasiado alejado del perímetro que habitualmente recorrían los guardias. La sombra no se movió, parecía que observaba algo o alguien.

El lobo tenía los ojos rojos, vibrantes y llenos de luz, incluso en la distancia podía verlo. Una sensación caliente le recorrió por toda la columna vertebral, una especie de impulso. Aquella sombra no se quedó por más tiempo, dió media vuelta y corrió hacia la arboleda, con las estrellas guiando su camino.

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Pasaron los días y Zeus decidió no decir nada a sus padres, ni siquiera se lo mencionó a Ava, su querida prima no guardaría el secreto y menos si le contaba las sensaciones que le había traído un par de ojos rojos. Aquella sombra de lobo no parecía peligrosa, el calor de sus ojos le había transmitido confianza, incluso a través de un telescopio.

La cita con Bastian era justamente ese día, hoy era viernes y se iban a ver después de que terminara el periodo escolar. Por supuesto Zeus tenía todo bajo control, sus padres sabían que saldría con Ava al pueblo a ver una nueva película y había tenido que pagarle a su prima lavando toda su ropa por una semana y siendo su conejillo de indias para cuando quisiera hacer uno de esos hechizos que le prohibía su madre.

Tenía una muda de ropa en su mochila para cambiarse el uniforme antes de salir con el Alfa.

Las primeras horas de clase no pudo dejar de pensar en él, en cómo olía y las posibles cosas que harían en su cita. Zeus se esperaba algo como en la historia de sus padres, algo mágico que los uniera y ya no pudieran estar separados. Aún trataba de saber porqué sus padres no lo querían cerca de ningún Durán pero no encontraba respuestas y lo mejor era esperar a que el Alfa lo marcara y así sus padres no podrían separarlos.

En el almuerzo no pudo visualizar a Bastian por ningún lado y eso lo desanimó un poco pero Ava supo controlar esa tristeza y convertirla en alegría con las bobadas que decía, Zeus se distrajo por un momento de su cita tan esperada con el alfa y de algún modo en su mente se plantó la idea que tal vez no hubiera cita y que Bastian la hubiera olvidado pero tan pronto como llegó, la idea de fue, no se amargaría la mañana con pensamientos tan feos.

Strong || La Vida De Zeus Donde viven las historias. Descúbrelo ahora