Capítulo 1

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N/A: las oraciones asi, son pensamientos de Craig.

Entre a su "oficina" para confesiones privadas. El lugar tenía poca iluminación, de día se usaba solamente la luz del sol para iluminar a través de los vidrios de las ventanas, con el fin de ahorrar gastos eléctricos. Al parecer el gobierno no le dar muchos fondos para una escuela de futuros curas y hermanas. Solo dependemos de las ganancias que los creyentes den y del que nos pueda brindar nuestro obispo de región, según me conto una monja.

Me senté en la silla de madera frente a su escritorio, observando varios papeles pequeños, eran versos que se usaban para rezar, puestos debajo de un vidrio grande, como si fuera un mantel sobre esta.

¿No pudieron elegir una silla más dura para sentar a los invitados? Me hable mentalmente sarcástico, a veces pienso si todas las escuelas católicas son iguales o si solo me toco la peor. Aquí no hay casi nada eléctrico, es como vivir en una granja de hace 200 años pero sin la mejor parte, los animales.

—Hijo, ¿sabes porque estas ahora frente a mí? —me preguntaba el Sacerdote de la academia, la figura de más autoridad ahí.

Me hubiera gustado contestar: Porque las mojas son unas ardidas por no haber tendido sexo nunca y que no se aguantan una simple señal del dedo medio.

—Porque mi comportamiento no es el adecuado —dije ya cansado, con tono de musiquita, vienen regañándome por lo mismo desde hace unos meses. Me quede huérfano hace dos años pero antes vivía en un orfanato puesto por el estado. Allá estaba mucho mejor, al menos tenían televisión y no me tiraban 50 evangelios por día, alguna vez van a cansar y quemare esos dos libros que llaman "el nuevo y viejo testamento".

—¿Cuántas veces tenemos esta conversación al mes? —El hombre mayor tomo sus manos colocándolas sobre el escritorio, mirándome con ojos compasivos a través de sus gafas—. Entonces, ¿Porque siempre vuelves por el mismo tema?

"Porque yo me comporto como quiero", "porque no soporto sus reglas", "porque odio vivir aquí". Suspiro, algún día tendré el valor de decírselo en la cara, pero hoy no es ese día.

—No es el mismo tema, hoy le enseñe el dedo medio a un compañero, no a la maestra.

—No hay diferencia, si uno miente a su padre o a su madre, seguirá siendo un pecador. —Lo mire impasible ya sabiendo que se venía una de sus frasecitas que dice en la misa—. No hagas al prójimo lo que no te gusta que te hagan.

Me gustaría preguntarle si alguna vez esos monólogos surtieron efecto en alguien, porque no soy el único con actitud "inadecuada".

—Está bien, ya entendí, ¿Cuál es el castigo? —Acorte la conversación antes de que me saliera con rezar el padre nuestro con él.

—Hijo mío lo que hiciste es malo, no deberías hablar como si me preguntaras el clima. —Cerro sus ojos suspirando.

Debo ser todo un caso perdido para que el Padre este perdiendo la fe en mí.

Mira hacia la ventana, yo hice lo mismo, afuera se veía las hojas secas cayendo por el viento fresco del otoño. Era el único árbol que había en el patio de juegos, pero su tamaño era enorme, sus ramas abarcaban por el cima del techo de la escuela, en verano y primavera era como tener un techo de verdad, casi no pasaba la luz del sol. En esta época del año era cuando la luz se filtraba por los huecos que iba dejando las hojas al caer, creando espacios con y sin luz.

Volvió a mirarme de nuevo con esa paciencia recargada en su ser.

—Normalmente le pediría a la hermana Claudia que te diera 30 hojas pero últimamente parece haber algún perro o gato en las instalaciones y hace muchos desastres buscando comida en las habitaciones.

Me he encontrado un demonio (pausado indefinidamente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora