C A T O R C E

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Hola, Querido Lector:

Haré una pequeña pausa acá para que sientas la libertad de burlarte de mí. No dudo que llegados a este punto o incluso antes, te hayas puesto del lado de Dolly y su manera de ver toda la situación, así que entiendo si te regocijas un poco —o mucho— con lo que acabo de contarte.

Ver a Melinda besando a Braiden no fue doloroso en el sentido de que estaba cruzando un desamor, sino en el sentido que me decía que Braiden era más merecedor que yo pues ahora no solo era Amy sino también Mel. Cuestión de orgullo, supongo.

También y mucho después, comprendí que la reacción de Dolly de sacarme de allí distaba de su desprecio a Melinda y se acercaba más al hecho de que tanto Braiden como sus amigos habían obviamente planeado lo que pasó y tal vez el que yo hiciera un espectáculo significaba pelea y eso era igual a golpes físicos a mi persona.

Esa noche luego de salir, Dolly no me soltó por varias calles en que no dijimos nada, solo caminamos. En algún punto me cansé y sin más, me senté en la acera y ella lo hizo a mi lado. Levanté la vista, estábamos en un barrio residencial, habían tres casas frente a nosotros y supuse que varias detrás. Un auto pasó y la luz de sus faroles nos dio en la cara, cuando se alejó, el silencio nos engulló de nuevo.

—Ya puedes burlarte —dije al cabo de un rato.

—¿Por qué me burlaría?

—Esto debe divertirte, no te agradaba Melinda.

—Pero me agradas tú y no me reiría de tu sufrimiento. —Hizo una pausa y luego preguntó—: ¿Te duele?

—No estoy seguro. Es más ira que dolor.

—¿Ira con Braiden o con La cosa?

—Conmigo. Al parecer no soy suficiente ni siquiera para alguien a quien creé.

—¿Te estás culpando de que La cosa sea una... emmm...?

—Una zorra, sí. Puedes decirlo.

—Sí, eso. Aunque no lo creas, lo lamento. Y no creo que seas insuficiente, Jonathan

—Dame entonces una explicación —rebatí con dureza.

Lo meditó medio segundo y respondió:

—Eres terco. Te dije que esto no era una buena idea.

Lo malo era que yo no lo creía así; yo sabía que había salido mal pero no culpaba al experimento en sí sino a mí mismo. Pensé que si lo hacía de nuevo, esta vez iba a salir bien porque iba a tomar precauciones; razoné con lógica que al igual que todo experimento, era cuestión de fallar y aprender. No creía ni un poquito que Dolly estuviera muy dispuesta a hacer eso una segunda vez, pero debía intentar convencerla... quizás al día siguiente.

Ladeé la cabeza y miré a Dolly que tenía sus ojos concentrados en la casa de al frente, sin decir nada. Sus piernas estaban extendidas frente a ella con los tobillos cruzados y noté que también iba en vestido, detallándola un poco recapacité en que estaba temblando; era de noche casi madrugada, estábamos en la calle y ella no traía chaqueta, sus brazos y piernas estaban descubiertos y pese a que no emitía queja alguna, la veía intentar abrazarse a sí misma para resguardar un poco el calor.

Sin detenerme a pensarlo mucho, me quité mi chaqueta y la puse sobre sus hombros; ella suspiró aliviada y se encogió un poco en su lugar.

—Gracias.

—Perdón por tenerte acá, vamos, te acompaño a casa.

—Aún tengo tiempo.

—Pero tienes frío.

Amor de Laboratorio •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora