S I E T E

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Martes, 19 de febrero 2002

Creo que la manera más eficaz de saber que estás haciendo algo malo es pensar en decírselo a alguien; el grado de temor que tienes de contarlo indica qué tan terrible cree tu consciencia que es. Y aunque mi mente está convencida de que no estoy haciendo nada fuera de lo normal ni nada terrible, me aterra la reacción que Dolly pueda tener cuando le muestre La Guarida.

He quedado con ella de vernos hoy a eso de las diez de la mañana, ambos tenemos una hora libre entre clases y ya en la tarde ella debe trabajar así que debe ser temprano. Necesito que siga traduciéndome porque es la única que lo hace por la amabilidad de ayudar sin cobrar y sinceramente justo ahora no tengo la posibilidad de pagarle a alguien para que lo haga... además, de todas las personas, ella es la única en la que puedo tener algo muy cercano a confianza.

Me tomé estos minutos para redactarlo acá, pero ya voy a salir camino a la universidad; tengo clase de siete de la mañana pero estoy seguro de que andaré demasiado distraído para poder aprender algo.

***

Hola, querido lector:

Cuando escribí esas líneas con el pensamiento algo nublado por muchas otras cosas no caí en cuenta de lo egoísta de la situación. No me importaba perder la amistad de Dolly, sino perder su ayuda en la traducción. Y sí, hoy en día me avergüenzo, pero bueno, era bastante inmaduro entonces (te sorprendería lo mucho que una persona logra madurar en solo unos meses), además ¿qué persona no se avergüenza alguna vez de lo que hace y piensa de joven?

La hora acordada llegó y cuando salí del salón faltando unos quince minutos para las diez, el pulso empezó a dispararse en mis venas. Mientras caminaba los largos pasillos para ir a la fuente del campus (donde había acordado verme con Dolly), practiqué varios diálogos en mi cabeza sobre cómo proceder.

"Verás, Dolly, creo que puedo conseguir construir una mujer para que me ame".

"Imagina que eres yo, ¿no te gustaría crear una mujer que te amara?"

"Te juro que si me ayudas, después podemos crear a un hombre atractivo para ti".

"Vamos, Dolly, por nuestra amistad".

"La mujer creada será para un amigo".

Dios, tenía tantas excusas malas que ninguna logró aterrizar de lleno en mi cabeza, solo pasaban volando y se iban; de todas maneras aún no estaba todo el texto traducido, cabía la posibilidad de que al final dijera que el experimento había sido un fracaso. Mil cosas pensaba, positivas y negativas, y cuando vi a Dolly sentaba esperándome, quedé más en blanco que la blusa de cuello alto que ella llevaba..

Al verme, sonrió. Estaba comiendo un muffin y me ofreció un poco.

—A esta hora uno como que anda entre el sueño y el hambre —dijo. Le recibí el pedazo de muffin y sentándome a su lado, lo comí—. Y buenos días, ¿cómo amaneces?

—Bien. ¿Y tú?

—Hoy tenía mis mejores clases en la mañana, así que emocionada. —Bebió de un termo que tenía en su otra mano y luego de unos minutos, el silencio la incomodó—. Bueno, hora de que hables.

Llevaba el libro que hallé en La Guarida en mi mochila y de repente me pareció que pesaba varios kilos de más. Sentí la garganta algo seca y me levanté del borde de la fuente, donde me había sentado. Ella me observó desde abajo.

—Vamos —pedí.

Ella tomó su termo y un par de libros que había dejado a su lado y se puso de pie. Empecé a caminar hacia la facultad de ciencias y tras unos pasos dados, hablé:

Amor de Laboratorio •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora