Florecer de Sentimientos

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La luz del sol iluminaba con fuerza los árboles, entre las hojas se colaban pequeños haz que caían sobre la verde hierba, las flores, todas de distintos colores y texturas, se balanceaban con el poco viento que había. Todo parecía calmado, cuando un ciervo, grande y con una cornamenta enorme, se abrió paso entre los arbustos, asustando algunos pájaros que reposaban en el suelo y aplastando algunas flores.

Seguido de esto, se escucharon varios gritos y el sonido de cascos de caballos acercándose con rapidez, de dónde había salido el ciervo aparecieron ocho jinetes, todos sobre potentes caballos que galopaban tras el ciervo. Aredhel sacó una flecha de su carcaj y la colocó en el arco, luego apuntó hacía el ciervo, pero entonces Celegorm tiró de las riendas de su caballo haciendo que golpeara la montura de la elfo, que perdió el equilibrio y cayó al suelo lastimándose el hombro

-¡Alto!-gritó Maedhros quien dirigía la persecución. Todos detuvieron sus caballos y desmontaron.

-¡Aredhel!-gritó Turgon acercándose a ella-¿Te encuentras bien?

-Yo...no, me duele todo el brazo y el hombro-dijo ella con una mueca en el rostro.

-¡¿Que demonios pasa contigo?!-la ira salió de la boca de Fingon.

-¡Yo no tengo la culpa de que no sepa montar!-se defendió Celegorm.

-¡Te ví cuando la empujaste con tu caballo!-Fingon le dio un empujón al elfo.

-¡Una cacería es peligrosa! ¡Debió quedarse a bordar con su madre!-Celegorm devolvió el empujón.

Entonces Fingon se abalanzó sobre él y le dio un fuerte golpe en la mandíbula, Celegorm casi pierde el equilibrio, pero al recuperarse le lanzó una patada al elfo, sacándole el aire. La pelea hubiera continuado de no ser porque Maglor y Curufin sujetaron a su hermano y Caranthir junto a Turgo detuvieron a Fingon.

-¡Ya basta!-Maedhros se colocó en medio de ambos y miró a su hermano-Por tu incompetencia hemos perdido al ciervo.

-Ya dije que no fue mi culpa-Celegorm miró con enojo a su hermano, pero no podía evitar que le temblaran las piernas.

-Llevaras a Aredhel de regreso, te encargarás de que la curen y te disculparas con mi señor Fingolfin-ordenó el elfo.

-¡¿QUE?!

-No te lo voy a repetir, ahora ve o le diré a padre.

Poniendo mala cara, el elfo caminó hacía Aredhel que lo miraba con el ceño fruncido, Celegorm le extendió la mano para ayudarla a pararse, ella dudosa la aceptó. Ambos subieron a sus caballos y se alejaron del grupo.

-Perdimos al ciervo-dijo Curufin mirando hacia el frente.

-¿Podrás encontrar su rastro?-preguntó Caranthir a Turgon, pues el elfo era bueno siguiendo rastros.

-Supongo que sí-respondió. Caminó más hacia delante y se agachó para inspeccionar el suelo, Maglor, Curufin y Caranthir se colocaron detrás de él para ver qué hacía, eran realmente curiosos, aunque en ese aspecto Amrod y Amras se llevaban la corona.

-Disculpa a Celegorm-dijo Maedhros a Fingon-es un poco idiota.

-¿Un poco?-dijo Fingon mientras sacaba unas manzanas de la bolsa sujeta a su montura.

-Bueno, no es idiota...-su primo lo miró serio y Maedhros le sonrió mientras recargaba el brazo sobre el caballo-es estúpido.

Fingon sonrió y le lanzó una manzana, el elfo de cabellos rojizos la atrapó para después darle una mordida, Fingon no apartó la mirada de esos blancos dientes y de esa línea rosa pálido que delineaba los labios de Maedhros. Apartó la mirada antes de que se diera cuenta que lo observaba, pero no dejó de pensar en cómo se veían los labios del elfo, parecían suaves al tacto.

Arrebato Inesperado [One-Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora