—Che, negro envidioso, ¿queres ir a tomar un helado?—Comenzó la llamada el argentino con el brasilero, el cual accedió rápidamente. Argentina sonrió, y se sonrojo un poco. —Dale, te paso a buscar a tú casa.—Este colgó la llamada animado y fue a cambiarse, ya listo, agarro las llaves de su casa y se las metió en el bolsillo, y fue a buscar a Brasil. En el camino iba tarareando una canción, hasta llegar a la casa de este. Lo bueno, es que no vivía tan lejos, así no tenía que caminar tanto, ya que él le fastidiaba un poco bastante el tener que tardar tanto para llegar a un lugar.
—Dale, ¿cuánto tarda este pelotudo para arreglarse?—Se quejo el argentino, cansado de esperar tanto en la entrada. —¿O que você disse?—Dijo el brasilero saliendo un poco enojado, el argentino se puso un poquito nervioso. —Mi no hablar idioma macaco.—Empezó a correr ya que sabía lo que se venía, mientras que él mayor lo perseguía, hasta que los dos se cansaron. —Mierda que corres...—Dicho eso, el brasilero soltó una carcajada, y fueron hacía la heladería.
Venían hablando bastante, aunque la heladería quedara medio lejos, al argentino no le importaba ya que estaba con Brasil, y le encantaba estar con él. Hasta, que en un momento, dejaron de hablar, hubo bastante silencio. Argentina no se podía contener, quería tocar la mano del brasilero, así que con mucha timidez, este acerco su mano al opuesto, juntandolas. Raramente, él brasilero correspondió, pero ni una palabra, solo sonrío. Así fueron hasta la heladería los dos con un notable sonrojo, sin que ninguno dirija la palabra.
Ya cuando llegaron, los dos se pidieron su helado, y se sentaron en una mesa. Hasta que Brasil decidió hablar, y empezaron a charlar, los dos sin dejar de mirarse, y sentían que se olvidaban del mundo, y todo lo que los rodeaba. Obviamente, Argentina paso un gran día con el brasilero.
—Aɢᴀʀʀᴀᴅᴏꜱ ᴅᴇ ʟᴀ ᴍᴀɴᴏ
