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── Ayudar obligatoriamente ──

Al despertar, te diste cuenta de que ya no tenías más a Max a tu lado, posiblemente se había marchado antes de que despertaras. Sabes el estricto horario que le pone su padre y era muy posible que no se haya ni molestado en despertarte por algún caso importante.

Te alistaste lo más rápido que pudiste, después de una ducha fugaz, para bajar a desayunar. Al bajar las escaleras, te tomó por sorpresa el hecho de que olía demasiado rico, y no solo eso, si no que se podía ver a Max saliendo de la cocina para dejar un plato justo en donde solías tomar asiento en la mesa.

—¡Qué bueno que despiertas! —te saludó Max, con una gran sonrisa.

—¿Estás haciendo el desayuno? —preguntaste mientras tomabas asiento en la mesa, admirando el delicioso platillo que Max preparó para ti.

Nunca habías visto a Max cocinar algo, mucho menos en tu casa, así que pensaste que simplemente no era bueno para eso y ahora te tenía esta gran sorpresa preparada. No estabas al tanto de sus habilidades fuera de servir como policía.

—Resulta ser que soy un cocinero experto. Así que sí, esta mañana seré yo quien traiga felicidad a sus paladares.

Max volvió a la cocina, tomando en manos unos últimos dos platos, llenos de tortitas de avena, que olían y se veían simplemente deliciosos.

—Muchas gracias.

—No hay de qué, amor —él te sonrió coqueto, y antes de volver a marcharse en dirección a la cocina te miró y frunció el ceño—. ¿Y eso?

Pasó un dedo por su mejilla, reflejándose a si mismo para que supieras a que parte de esta se refería. Confundida pasaste tu mano por la mejilla y notaste cierta imperfección, como cuando te cortabas por accidente.

—Deberías lavarte, no querrás alguna infección, ¿o si?

Finalmente Max se retiró y te pusiste en marcha. Te dirigiste al baño de la primera planta y directamente te miraste al espejo, tenías una, apenas visible, marca en línea de color rosa. 

No pudiste evitar pensar en tu pequeño encuentro con ese muñeco anoche. Era una completa pesadilla.

Te enjuagaste rápidamente y una vez compraste que no se veía tan mal regresaste al comedor. En lo que tardaste en el baño ya había llegado tu madre y hermana. 

—¿Qué tienes en la cara? —preguntó Ana.

Aunque la herida ya no era tan visible, era muy raro verte con algo así en la cara. Tu madre también se sintió curiosa al respecto, frunciendo ligeramente el ceño mientras esperaba tu respuesta. Sin embargo, tú estabas ocupada enviando una mirada molesta al muñeco que Ana tenía en brazos.

—No es nada.

Te sentaste en tu lugar y esperaste a que el desayuno transcurriera de forma normal como cualquier otro día. Te mantuviste callada la mayor parte del tiempo, sintiéndote observada todo el tiempo y ahora sabiendo la verdadera razón.

Terminaste de desayunar antes que todos, con prisa lavaste tus utensilios y subiste a tu habitación. Había cierto presentimiento que te perseguía constantemente, y no era bueno.

Aprovechando un poco el tiempo, empezaste a acomodar la ropa desordenada de tu armario. Doblando y colgando ropa te diste cuenta de que te faltabas sudaderas. Seguramente había sido Ana, siempre se mete en tu habitación y agarra lo que no debería. 

Estuviste a punto de salir para hablarle al respecto, pero alguien más te ganó, la puerta estaba abriéndose. Era Max, por suerte.

—Hola —te saludó amablemente mientras entraba a tu habitación—, tengo que irme.

¹my stupid doll ⤷ chucky.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora