Capítulo 1

39 4 0
                                    

Su voz retumbaba entre las cuatro paredes de mi habitación, mientras que su esbelta figura se deslumbraba por sobre mí ventana. La pálida luz de la luna resaltaba su cabello negro retinto, aunque sus facciones se ocultaban bajo una oscura sombra. Parecía asustado, creo. O tal vez indeciso. Miraba el cigarrillo entre sus dedos como una extremidad de su mano, como si se preguntara desde cuándo empezó a estar ahí y no porqué. Estaba hablando hacia sí mismo ¿o era hacia mí? No, estoy segura que no. Recuerdo bien como mi respiración agitada ocupaba el espacio reservado en mi cabeza para su melódica voz. Su voz. Hasta hoy es uno de los vagos recuerdos de él que desearía poder recordar. Yo estaba en el suelo, casi a centímetros de él, de mi hermano. Si estiraba mis piernas hacia arriba lograría rozar su rodilla. Pero, aun así, no podría sacarlo de su trance. Cuando sus ojos se enfocaban en un objeto, o cuando podías ver esa ligera línea por sobre sus ojos inclinándose hacia abajo, significaba que se encontraba inmerso dentro de su cabeza en algún pensamiento. Trato de recordar sus palabras, pero el miedo me infunde de nuevo. Mi corazón palpita a la misma acelerada manera que aquella noche, y mi entrecortada respiración impide que recuerde sus palabras. Deseo ver su cara. Por un segundo. Solo un momento para que deslice su brazo hacia abajo y gire su cara hacia mí, para que nuestros verdes ojos puedan conectarse por una última vez.

Pero mi sueño termina como siempre. Su cara se esfuma y mi cuerpo se hunde bajo una tiniebla oscura y fría, ahogando el nombre que brota de mis labios en cada intento de pedir su ayuda.

Lo siguiente que recuerdo es mi cama revuelta y esos mismos verdes ojos observándome. Aunque en realidad, éstos son más claros, con un tinte gris en los bordes. Mis pestañas revolotean mientras mis ojos se acostumbran a la potente luz que irradia en mi habitación. Me levanto de un empujón para ver al intruso. Junto a mí, mi hermano pequeño se encuentra arrodillado con una irregular expresión en su rostro. Noto como sus ojos se profundizan en los míos, en busca de algún signo de dolor o en lo que yo creo, en algún signo de locura.

-Lo siento- digo mientras paso mi mano por mi frente para secar las gotas que se deslizan. Miro a mi alrededor y noto que mis sabanas están enredadas en mis piernas y que mi almohada se encuentra de nuevo sobre el suelo. No era la primera vez que despertaba agitada gritando el nombre de mi hermano, y tampoco era la primera vez que despertaba a Jules.

Él levanta sus hombros de forma muy ligera, como si no hubiese ningún daño en despertarlo todas las noches. Su oscuro cabello apenas toca su frente por lo revuelto que está. Extiendo una mano para acomodárselo, pero mueve su brazo antes para detenerme. Sostiene con un leve pulso mi brazo mientras que con su otra mano sostiene la mía.
¿Cuándo creció tanto? Su mandíbula es recta, y su cara al igual que la de Lev es de la forma de un diamante. Mi cara es más parecida a un ovalo, con pómulos apenas visibles y demasiadas mejillas. Mis hermanos en cambio, tenían rasgos cortantes y bellos. Lo único que teníamos en común era nuestra altura y nuestro similar color de ojos. Aún así, Jules había adquirido un tono parecido a la oliva, y además, hoy pude ver lo alto que estaba para un niño de 16 años. Por tan grande que sea aún se comportaba como un niño. Su actitud lo delata.

Con esos ojos oliva me mira hasta que esta competencia termina y largamos un pequeño suspiro a la par. No conoce mis pesadillas, pero ha pasado demasiado tiempo como para que no sepa de quién tratan. Sigue mirándome expectante.

-No me mires de esa manera- digo con una sonrisa. Su frente fruncida me recuerda a Lev y cuando imitaba a nuestro padre luego de una discusión. -Te pareces a papa cuando comes con la boca abierta-. Aunque me cause gracia, no parece contagiarlo mi sonrisa ni hacerlo reír mi comentario. Luego de este intento frustrado por animarnos musito de nuevo un lo siento.

De pronto una ligera risita brota de su boca mientras su cara se ilumina junto a la mía. Los dos comenzamos a reír a carcajadas hasta que ya no siento esa punzada en mi estómago, y entre tanto, tratamos de callarnos mutuamente con susurros y tapándonos nuestras bocas, aunque esto nos haga reír más. Le digo a Jules que puede irse y no duda en ponerse de pie y arrastrarlos sin provocar ningún sonido que pueda despertar a más personas. Río una última vez hasta que él se va y me dirige una última mirada cargada de diversión.

Ni bien cierra la puerta trato de reconciliar el sueño por más despierta que esté. Miro el reloj, el mismo marca las seis A.M. Vuelvo a recostarme hasta que recibo un mensaje de texto.

Hey, Jules me ha llamado
¿Todo en orden?​

Por más angustiada que me sienta por haberlos preocupado, me alegro de que me haya escrito. Escribo que otra vez despierto a Jules por accidente y que me he sentido fatal luego de que se haya ido. Luego de un rato apago el teléfono a falta de respuesta, hasta que mi teléfono vibra debajo de mis sábanas. Cuando lo miro, no puedo evitar sonreír ampliamente.

Voy en camino.

The yellow's conspiracyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora