Prólogo

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Miriam pensaba que era un dia de escuela normal. Desayunó y fue a clase, hizo un examen, hizo deberes, incluso discutió con algún profesor. Ella era una chica un tanto problemática, pero se mantenía en la línea entre pasarse y quedarse poco hablando de rebeldía.

A última hora del día, tenían clase de matemáticas. Unos cuantos alumnos hablaban, la profesora explicaba ecuaciones de segundo grado en la pizarra, cuando toda la clase, incluso la maestra, dieron un salto. Una sensación indescribible les invadió el pecho. Era algo que no esperaban, y a la profesora no le pareció normal. Varios alumnos fueron al baño pues no se encontraban bien de repente.
No fue hasta que Miriam miró por la ventana, que se dio cuenta de lo que pasaba.
El cielo estaba de un color grisáceo, sustituyendo el azul común. En la lejanía urbana se veía el humo subir entre las calles hasta el cielo.
Hizo su mochila lo más rápido que pudo y salió del colegio cuando la campana indicó el final de la jornada.
Se apresuró en llegar a casa y cerró la puerta con llave y seguro.
Encendió la televisión y seleccionó el canal de noticias.

-Última noticia. El gobierno ha puesto el país en estado de alerta máxima. Parece ser que la invasión zombi ha empezado. Por favor, encierrense en sus casas y no salgan, y estén atentos a este canal para más noticias.

El carácter testarudo de Miriam le hizo creer que quedarse sin hacer nada era lo peor que podía hacer. Había visto muchas películas de zombis, así que tenía una idea báscia de qué hacer.
Escribió una nota y la dejó en la mesa del comedor. Se despidió de su familia. Nuncs fue la mejor, pero no se podía quejar.
Cogió una mochila grande y la llenó de comida en conservas. Cogió un kit de primeros auxilios y un machete de madera que usaba su hermano para jugar. Aunque fuera poco, podría defenderse bien.
Las calles estaban llenas de gente que, como ella, quería sobrevivir, pero no podía moverse entre la multitud.
De repente, sintió un tirón en su mochila, antes de caer al suelo y ver como un hombre de edad media se la llevaba abriendose paso entre la muchedumbre.

-¡Al ladrón! ¡Detente!

Miriam no podía dejar de gritar mientras el ladrón se llevaba su minúscula oportunidad de vivir. Entonces, como caido del cielo, un hombre joven cogió al ladrón de la mochila y lo tumbó de un puñetazo. Acto seguido, le devolvió la mochila a Miriam.

-¡Muchas gracias señor!

-Llámame Liam. Dime, ¿no estarás intentando irte sola? Eso sería un suicidio.

Miriam se dio cuenta de que Liam tenía razón. Ella no era un personaje de película, no tenía la mínima oportunidad de sobrevivir. Sola, no.

-¿Puedo acompañarte? Será mi forma de agradecerte.

Liam la miró y se rió.

-Esa es una idea mejor. Seamos un equipo. Por cierto, tu nombre?

-Miriam.

-Vamos a mi casa.

Por descabellado que sonara, Miriam había seguido a un desconocido hasta su casa. No parecía un mal tipo, la había ayudado, y le necesitaba para sobrevivir.
Llegaron a casa de Liam. A diferencia de lo que pensaba Miriam, el piso estaba limpio y ordenado. Ni una mancha de polvo. Todo en sus sitio. Parecía un piso piloto.

-¿Que deberíamos hacer, Miriam?

[-Vamos a las afueras de la ciudad.]

[-Quedémonos.]

Black Birds (Novela Interactiva)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora