Capítulo 03

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Fernando

Fernando se estiró sobre la cama. La noche anterior Roberto y él hicieron el amor por primera vez. O bueno, se sentía como la primera vez porque se había corrido sin ningún problema, ni siquiera tuvo que tocarse el pene mientras Roberto arremetía contra su culo para llegar al clímax.

Cuando le sugirió a Roberto que fingieran esa fantasía sexual, jamás se imaginó que el hombre aceptaría ni mucho menos que se metería tanto en el papel. Todavía podía sentir el pene de su novio en su interior.

Sin embargo, la pregunta que ahora lo agobiaba era: ¿habría una próxima vez?

Sabía que no podría regresar a tener sexo “normal”, no después de lo que experimentaron la noche pasada. Hacerlo sería una ofensa para sí mismo. Anoche no se sintió como un enfermo ni un depravado sexual. Se sintió como un hombre normal dándole placer a su pareja y quería que las cosas continuaran así.

Roberto todavía seguía durmiendo cuando él se levantó de la cama. Se fue a tomar una ducha y feliz y emocionado, preparó el desayuno. Le gustaba mucho cocinar y quería consentir a Roberto, hacerle saber que estaba muy feliz con él y con lo que había pasado entre ellos. Así que puso todo su empeño en preparar una deliciosa comida.

Mientras esperaba a que los omelette se cocinaran, Fernando se dio el lujo de imaginar cómo sería su vida si viviera en la hermosa residencia de Roberto, había ido en un par de ocasiones a su casa y se había enamorado de ella. Trató de imaginarse su rutina, se levantaría a diario a servir a su amo…

«En qué diablos acabo de pensar… ¿acaso dije amo?». Fernando rio nerviosamente en voz alta. Parecía un demente riendo solo, concluyó.

Tratando de sacudir las extrañas ideas que rondaban por su cabeza, colocó el desayuno en una bandeja y fue a su habitación donde su novio lo esperaba. Al llegar, despertó a Roberto con un dulce beso en los labios.

Los ojos de su pareja se abrieron inmediatamente y una enorme sonrisa se dibujó en sus labios.

—Despertarse así es maravilloso —dijo mientras ambos sonreían estúpidamente. Fernando no podía evitar la enorme felicidad que sentía y que compartía con Roberto. Parecía como si su relación hubiese tomado un giro para mejorar, aunque parte de él temía la respuesta a la pregunta que no dejaba de inundar su mente. ¿Sería esa experiencia cuestión de una sola vez?

Pasaron el día como siempre lo hacían, acurrucados en el sillón viendo películas y conversando, o mejor dicho, Fernando escuchó a Roberto hablar. Era increíble como el hombre, cuando se lo proponía, no podía mantenerse en silencio, aunque le encantaba escuchar su voz y lo que le contaba. Era una persona muy divertida y sus historias siempre lo hacían reír.

En la tarde Roberto decidió tomar una siesta y Fernando se puso a navegar por Internet mientras pensaba qué cocinar para la cena.

Sintiéndose atrevido, visitó una tienda en línea en la que vendían todo tipo de disfraces para adultos. Se puso a mirar los trajes de médico, maestro, alumnos, deportistas y muchos otros más, había toda una gama para escoger, hasta que sus ojos se enfocaron en un anuncio a un lado de la pantalla.

«Afroditux, el sitio donde podrás convertir todas tus fantasías y deseos oscuros en realidad» decía. Fernando lo ignoró y trató de mirar los disfraces, pero su mirada siempre terminaba dirigiéndose hacia ese anuncio.

—¿De qué se tratará? ¿Algún sitio pornográfico? —pensó en voz alta. Después de un momento de indecisión, abrió el sitio en una nueva pestaña de su navegador. Se puso a leer la información y se dio cuenta que se trataba de un club sexual no muy lejos de donde vivían—. ¿Club sexual? ¿Qué significa eso exactamente? —Colocó el cursor de su ratón sobre las preguntas frecuentes, pero decidió mejor cerrar la pestaña e ir a preparar la cena.

Secretos Oscuros 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora