Aquella mañana

Oferta y demanda

A los alrededores de la estación Apurímac también suelen haber extraños puestos que siguen abiertos aun desde la noche anterior, no es extraño que sea popular el caldo de gallina entre aquellos que salen a tempranas horas de la madrugada de los chongos y los bares que están cerca a la Avenida Emancipación. Algunos saliendo temprano al mercado cercano para ayudar de estibador en el intercambio de la mercadería entre los mayoristas. Camineros y estibadores crean un ecosistema hostil debido al roce entre hombres gordos que siempre llenan los puestos de comida.

Es difícil imaginar como una porción de fideos a gratel, una porción de gallina hervida, una papa y un huevo cocido logre ser el motivo de comercio y alta demanda entre seres que transportan, también existen puestos de quinua y sanguches para el desayuno o para los más avezados un buen desayuno con arroz con pollo y su carapulcra.

¿Cómo es que funciona una ciudad?. pensó cuando pasaba a lado de los camiones de 6 ejes, "¿Quizás sea una de las preguntas del examen? " se dijo a sí mismo pero flacidamente dejo de darle importancia.

"¿Aun tiene de carapulcra?" pregunto y se sentó junto a un hombre corpulento que estaba comiendo una porción de ceviche. Al parecer tenía la pinta de ser uno de los estibadores que suelen trabajar desde las cuatro de la madrugada llevando al parecer costales de papas, el noto las manchas de tierra y polvo que tenía en el pantalón de lino que algunos llevan por ser cómodos. Al rato, se acercó una joven con lentes, el pelo amarrado y unas botas de látex, tenía unos guantes negros que estaban sucios porque al parecer había empezado a pelar unos pollos. 

-Papa, no te vas a olvidar que tengo que pagar para el viaje, hoy es el ultimo dia.
-Ya me lo has dicho tres veces, anda despues yo arreglo eso.
-Si pero a ti hay que hacerte acordar las cosas.
-Carajo, no me estés fastidiando, ya te he dicho que lo voy hacer.

En esta época del año la mayoría de personas viajan por feriados de Navidad o fin de año, la mayoría con dinero claro está. Al terminar de comer, el hombre corpulento se levantó del puesto de comida, pago con el sencillo que tenía en el bolsillo y se fue en camino al puesto de estibadores, al parecer estaba por salir los camiones de esa zona y todo volvería ser tránsito urbano porque lo que deberían apurarse los estibadores en descargar. 

Cuando Alfredo termino de comer, sin querer toco con el pie un pequeño sobre de manila, este lo vio y le llamó la atención por lo que lo levantó. Dicen que la curiosidad es parte natural del comportamiento humano, así abrió el sobre que no estaba sellado; en el interior habían tres mil doscientos soles en billetes de cien y doscientos. Al parecer eran del aquel hombre que había comido a su lado y que lo había olvidado sin embargo ya había pasado diez minutos desde que sabía ido por lo que Alfredo pensó que el dinero podría ser de buen uso para estos dos meses que no hay mucha movida en la imprenta. Así que lo guardó en su mochila y se fue sin decir nada. No existe culpa ni delito en aquello que te encuentras en la calle y tonto sería si no lo gastase para sí mismo, al final del dia solo fue la suerte quien lo puso en ese lugar y momento pensó.

Eran las siete de la mañana y como siempre, él tenía la buena costumbre de llegar temprano a clases después de todo ayer había sido la entrega final de taller y solo le quedaba el examen ese. Cuando llego a la facultad se quito la chompa de lana que tenía porque ya el sol era fuerte y está bien ser serrano pero no es para estar muriendo de calor. A esas horas la facultad estaba vacía porque casi nadie tenía exámenes, la mayoría de alumnos había acabado el semestre el día anterior a las entregas. Ya siendo las ocho de la mañana llegó la arquitecta, era una mujer mayor que enseñaba urbanismo y planificación urbana. En su bolso de cuero traía las pruebas y estaba buscando al conserje para abrir uno de los salones teóricos, al parecer el examen iba ser uno de marcar y dos preguntas para pintar un plano de uso de suelo zonificado.