Niña.

Amapolas al final de la Aurora.

Recuerdo la primera vez, sacaste de tu falda una pequeña bolsa y de ella una pequeña cantidad de semillas, aquellas resaltaban en tus manos rosadas qué luego enterraste en la seca tierra y qué ahora es un jardín, volviste a tu banca y buscaste en tu morral tu botella de agua, de vuelta a donde la sembraste regaste la zona qué luego tomó color. Sentí una punzada en mi pecho indolora, en cambio fue suave y dulce. Entendí lo qué había sucedido, no solo sembraste una flor, sembraste dos, y una de ellas fue en el centro de mi corazón.
Cada día qué te veía venir a regar aquella flor, regabas la mía igual, cada vez qué a aquella amapola le nacía un nuevo pétalo, en mi corazón  igual nacía otro. Y así, día tras día una preciosa amapola floreció en su totalidad, con sus espléndidas tonalidades de amarillos, con su fuerte fragancia impregnante, floreció y perdura en mi corazón.

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Mi mente se elevó y sin darme cuenta ya habían pasado más de 45 minutos y seguía trotando en la cancha, la sed me devolvió a la razón, detuve poco a poco mi trote y me dirigí a las gradas por mi morral para ir a los baños a beber agua. Mientras recogía mi cabello en una coleta alta sentí una mirada puesta en mí, con el rabillo del ojo miré despreocupadamente pero al ver quién era mis mejillas se tornaron de un fuerte pigmento rojizo. Era Denisse, me espiaba sentada desde un arbusto.

Ya es hora. Llevo mucho tiempo escondiéndome de ella y no soporto seguir así, di la vuelta, relajé mis músculos, y la miré mientras caminaba en dirección a ella, al parecer se sorprendió porqué vi como sus ojos se agrandaron y su expresión cambió. Me senté cerca de ella, coloqué mi morral en el césped y dándole fin a este silencio, hablé.

Beatrice: - Lamento sentarme sin decir nada, vamos de la misma clase si te haz dado cuenta y...

Al principio todo iba bien hasta qué sus ojos verdes penetraron los míos, y fue lo único en qué me pude fijar. Verla de cerca era toda una locura, algo tan incierto qué vivirlo lo hacía todo un sueño hecho realidad.

Denisse: - ¿El ratón te comió la lengua?

Beatrice: - Eh, no. Lo lamento me distraje...

Denisse: - Pensé qué nunca me hablarías, llegué a pensar qué tendría qué hablarte porqué sino nunca lo harías.

Mis mejillas tomaron color y no pude modular ninguna palabra para responderle...
En cambio, Denisse dejó salir una leve risa y sacó de su morral una botella de agua y me dió de tomar.

Denisse: Toma, al parecer de tanto trote se te secaron las cuerdas vocales.

Denisse se levantó, tomó sus cosas y me dió una última mirada como signo de despedida, yo en cambio impactada y sin idea de lo qué había sucedido, solo pude decir:

Es hermosa de todas las maneras posibles.