Septiembre.

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El tiempo pasó demasiado rápido, más rápido de lo qué llegué a pensar. Desde la primera vez qué conversamos en aquél lugar seguimos reuniéndonos allí. Recuerdo qué al siguiente día volví a ir, pensé qué no vendrías, me recosté en el tronco de un árbol y me sorprendí al ver cómo te acercabas caminando hacia mí. Aquella mañana faltamos a nuestras tres ultimas clases, hablamos como si nos conociéramos desde hace mucho, y en realidad así fue, aunque nunca hablamos nos entendíamos de diferentes formas, nos conocimos poco a poco pero no por palabras sino por hechos qué veíamos.

Yo no era la única qué me fijaba en qué hacía ella, qué comía, qué leía, qué estudiaba...Denisse se sentaba cada martes en la banca a verme trotar, se fijaba en cada vez qué pasaba a la pizarra, con quien hablaba y cómo me expresaba. Éramos tan diferentes, tan opuestas y distintas. Ella es igual a una rosa blanca; intacta, pura y delicada. Yo en cambio era como la hiedra, simple pero resistente.
Pero mi forma de pensar para Denisse era erróneo, incorrecto, cuando le dije todas las cosas qué nos diferenciaba la una de la otra, solamente tomó mi mano y cambió ésa idea.

Beatrice, ninguna persona está completa, cada quién encuentra su mitad. No somos diferentes, solo nos complementamos. Tu me enseñas algo qué sin ti no podría ser, al igual qué tu conmigo. Somos dos corazones qué palpitan más fuerte al escuchar el latido del otro.


Sonreí cuando ella finalizó, ¿como logra una persona con unas simples palabras hacerte sentir cosas qué nadie más puede? Me da igual la respuesta, si lo llegara a saber, tal vez no sería lo mismo o tal vez seria mejor, pero qué más da. Ella produce sentimientos qué nadie más puede.

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⏰ Última actualización: Mar 26, 2019 ⏰

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