Capítulo 3

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¡Hola! Este es el tercer y último de mi serie de oneshots de Gintama. Espero que lo disfruten. Este a diferencia de los primeros dos me ha quedado más corto y no sé por qué, pero bueno, el que tenga casi 5k tampoco es para nada despreciable. Disfruten y rían con las desaventuras de un abuelo celoso-posesivo y la mejor tía del mundo mundial (o sea Abuto). Saludos, linda semana y gracias por leer estas incoherencias que de vez en cuando asolan a mi perturbada mente.

Innocence

¿Cuándo sería el día en que meditaran sobre las consecuencias que sus travesuras les acarrearían? ¿Es que no escarmentarían nunca y seguirían transitando por ese camino? ¿Cuántas veces más tendría su madre que castigarlos para que entendieran que no deben ser tan traviesos?

—¡Mamá, él tuvo la culpa por hacerle eso a Kyohei!

—¡Yo como iba a saber que si presionaba ese botón se dispararían todos los misiles de la tripulación!

—No traten de hacerse los inocentes conmigo. Sé que lo han hecho con alevosía y ventaja. —La mujer jalaba a ambos niños de la oreja, importándole un bledo que quienes se cruzaran en su camino los vieran y se rieran de su desgracia.

¿Es que no sentía un poco de pena por hacerles pasar vergüenza?

—¡Mamá! —respingaron ambos Yato entre queja y arrepentimiento.

—Kyohei, Kazuya, ni siquiera lo intenten. —Los amenazó porque esos dos ya estaban poniéndole ojos de cachorro triste y abandonado para conmoverla y salirse con la suya—. Bonita cosa le aprendieron a su estúpido padre.

—Creíamos que era infalible, pero ya vimos que no es así. —Se lamentaba el mayor de los dos.

—Deberían ser más como sus hermanas. Ellas no meten en problemas a los miembros de la tripulación. —Esos dos se limitaron a bostezar con aburrimiento—. No crean que se van a ir sin castigo.

—Ya somos inmunes a tus raros brebajes —pronunciaron con una sonrisa victoriosa.

—Aún hay algo que los sobrepasa —expresó con una resplandeciente sonrisa. Entonces sintieron el verdadero terror.

Los tres Yato se encontraban de pie frente a una puerta rosa pastel que conocían mejor que nadie. La mujer tocó y esperó a que abrieran mientras impedía que sus dos hijos escaparan.

La joven propietaria de la habitación estaba bajo el umbral, saludándoles con una amplia sonrisa.

—Mami, Kazuya, Kyohei —nombró a quienes inesperadamente la visitaban.

—Ya que tu hermana está ocupada practicado con tu abuelo, tus amables hermanos han decidido jugar contigo esta tarde. —Empujó a sus retoños hacia adelante para que quedaran frente a su hermana menor—. ¿No es así, niños?

—La verdad es que...—Iban a negarse, pero al mirar hacia atrás se toparon de nuevo con ese encantador gesto en los labios de su mamá—. No podemos esperar para jugar contigo.

No tenían otra elección.

—¡Eso es grandioso! No perdamos más tiempo. —La pelirroja tomó las manos de ambos y los metió al interior de su cuarto.

Lo siguiente que supieron es que había cerrado la puerta con seguro.

Cada vez que entraban a ese sitio se tornaba mucho más femenino, como si hicieran un cambio de imagen cada semana; porque únicamente eso podía explicar el tono rosa pastel de las paredes, la cama con un bonito dosel, un tocador bastante elegante, una alfombra afelpada y uno de los armarios más grandes que hayan visto.

3.- Camellia --Serie de Oneshots--Donde viven las historias. Descúbrelo ahora