Capítulo 11: Amenaza

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La luz del sol los despertó en la mañana, había Estado lloviendo toda la noche por lo que se sentía un aroma a humedad,  Eiji abrió de poco en poco los ojos y se encontró con el rostro de su amante.

<No fue un sueño> susurró para si mismo mientras removía los cabellos rubios del rostro del contrario.

De repente se dio cuenta de algo,  esa noche Ash no tuvo pesadillas, dormía tranquilamente.

Eiji besó la frente del menor y posteriormente sus labios de una manera sutil.

—Despierta— le dijo sonriendo, el rubio comenzó a abrir lentamente sus preciosos ojos verdes,  luego dió un gran bostezo,  al ver a Eiji sonrió.

—Buenos días,  cariño— dijo en tono pícaro,  lo cual provocó que Eiji se sonrojara de inmediato.

—Buenos días... ¿Dormise bien?— preguntó.

—Hoy... No tuve pesadillas... Es la primera vez que pasa... En años... En muchos años— se dijo en voz baja,  Eiji sonrió.

—Me alegra mucho, ¿Qué soñaste? — preguntó curioso, Ash le vió a los ojos.

—Contigo— respondió.

El japonés se recostó en su pecho y Ash lo abrazó.

—¿Quieres desayunar?— preguntó el pelinegro.

—Si preparas waffles, si— sonrió.

Eiji intentó levantarse pero cayó torpemente de la cama,  Ash se levantó de inmediato a ayudarlo.

—¿Estás bien?— preguntó preocupado.

—Me duele... Adentro— dijo mientras lo ayudaba  ponerse de pie.

—Pero mi Onii-chan no quiso usar protección— se burló, Eiji intentó golpear a Ash jugando, este lo tomó de las manos y lo arrinconó contra la pared,  para luego besarlo apasionadamente, una vez separados se miraron nuevamente a los ojos,  un poco avergonzados porque ambos seguían desnudos.

—Creo que es mejor que tomes una ducha— dijo el menor.

—Pero, ¿Y el desayuno? — preguntó Eiji.

—Esta vez lo haré yo— sonrió Ash.

—No quemes la casa— se burló el japonés.

Mientras tanto,  Suinchi estuvo meditando toda la noche lo ocurrido con Eiji,  pensó que no fue buena idea acelerar las cosas de esa manera, que tal vez lo incomodó extremadamente y aún más demostrando sus celos hacia Ash.

Tomó su chaqueta y decidió ir a su departamento a buscarle, tenía que disculparse por su actitud.

Llegó a el edificio cerca de las 10:00 am, mientras subía las escaleras sentía que el corazón le iba a estallar.

Al llegar al Departamento tocó la puerta para encontrarse con una escena que no esperaba.

—¿Si? — abrió la puerta un sonriente Ash, con el torso descubierto,  al ver a Ibe su sonrisa se borró de inmediato,  el mayor lo vió serio.

—¿Y Eiji? — preguntó cortante, Ash bajó la mirada,  se dió la vuelta para buscar a el japonés, entonces Ibe vió las marcas en su espalda, tragó saliva.

Luego de unos segundos Eiji se acercó a la puerta, tenía en cabello mojado y sostenía la toalla cubriéndose el pecho.

—Ibe-san... Buenos días— sonrió nervioso.

<¿Podemos hablar?... Solos> dijo mirando a Ash, Eiji se giró asintiendo,  salió del departamento hacia el pasillo.

Ambos se quedaron unos minutos en silencio,  Ibe le tomó la toalla que sostenía y la tiró al suelo,  Eiji bajó la cabeza, tenía marcas en su cuello y pecho.

Quédate a mi ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora