Capítulo 19

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Sebastian: Nada serio, solo hoy tenemos un invitado muy especial, y no le agrada demasiado la luz — dice sonriendo de una manera algo siniestra, aunque yo no podría verle nada siniestro a el sensual mayordomo — solo le pediré que no se acerque demasiado a él, digamos que... Tiene algo de sed esta noche y hemos tenido algunos incidentes — dice señalando su mejilla

Yui: ¿Te pasó algo en la mejilla? — digo daleando la cabeza para ver mejor — yo no veo nada

Sebastian: Oh, cierto, debió curarse solo — pone la mano en su mejilla

Yui: Hoy estás algo despistado Sebastian — me río tímidamente

Sebastian: A-ah etto... — tartamudéa y me sorprendo ¡El sensual y perfecto mayordomo es perfectamente imperfecto!

Yui: ¿Estás nervioso? — le pregunto con una sonrisa

Sebastian: N-no — desvía la mirada ligéramente

Yui: ¿Estás nervioso por mí? — pregunto de nuevo especificando más

Sebastian: Soy un demonio, los demonios no pueden sentir emoc... — antes de que pueda seguir pongo mi dedo índice en sus labios

Yui: Shhh... — siseo con una mirada al decepcionada — no digas que no puedes tener sentimientos, si fuera así... ¿Significaría que en realidad no sientes nada por mí? — pregunto con el corazón acelerado ¿Acaso habrá cambiado de parecer?

Sebastian: Así es — dice bajo mi dedo

Yui: ¿Q-Qué? — le quito el dedo y mi mano cae pesádamente a mi lado

Sebastian: Lo estuve pensando, los demonios no pueden sentir nada, mires por dónde lo mires, los demonios no tienen ni pueden tener emociones — sonríe de forma inexpresiva, hace unas horas... No tenía una sonrisa tan poco significativa — por eso, le pediré que si usted tuvo o tiene sentimientos por mí, lo olvide, soy inmortal y en cambio tú no. Nuestros mundos son diferentes, olvideme señorita — acto seguido se fue léntamente por las escaleras hacia la habitación del joven amo

Me dejo caer en el suelo y al tocar mi mejilla siento algo mojado, estoy llorando, llorando por amor, llorando por decepción, llorando por resignación, llorando por impotencia, llorando por Sebastian. Sebastian Michaelis ¿Por qué me haces esto?

Corro a mi habitanción, lo quiera o no seguiré trabajando aquí, no pienso POR NADA quedarme sentada a contemplar como Sebastian ignora mi corazón hecho pedazos, yo misma lo repararé y me haré fuerte para que no pueda volver a hacerme daño.

Yui: Sebastian... Vas a enterarte de todo lo que vale una mujer, y de lo que ocurre cuando la ilusionas para después irte — pienso en voz alta mientras miro mi serio rostro en el espejo, aprieto mis puños y colpeo el tocador

Después me giro brúscamente, si de verdad voy a enseñarle todo lo que ha perdido, deberé empezar desde ya. Salgo de la habitación y voy hacia la que usa el amo para las visitas, no lo encuentro, voy ahora a los aposentos donde duerme y allí está, parece tener una importante charla por lo que no quiero molestarle, vuelvo a girarme y con resignación y una sonrisa más falsa que las pelucas de Lady Gaga busco a Sebastian, no me hace falta mucho para encontrarle, entreabro la puerta de la cocina.

Él está junto a la ventana con algo entre las manos, tan solo veo el perfil de su rostro perféctamende delineado gracias a la luz de la luna, desde el inicio de su chaqueta hasta su cuello el cual no ptermino de percibir debido a su hermoso cabello, sigo esa seductora línea, su mentón, sus labios, tan apetitosos.... Su nariz... Me encontraba delineando con la mirada la curva de esta cuando no puedo evitar desviar mi mirada a sus ojos.

Los mismos ojos que me miraron cuando hicimos el amor, los mismos ojos que me miraron cuando me rompió el corazón.

Esos mismos ojos que me hicieron sentir expuesta, están llorando.

¿Un demonio puede llorar? Mi respiración se hace pesada y siento como si se cortara en mi garganta, me cuesta tragar, cierro los ojos por un momeno y al abrirlos veo varios puntos de colores, segundos más tarde puedo ver de nuevo con claridad al mayordomo, y esas lágrimas no han desaparecido.

Su rostro no muestra ninguna expresión, tan solo sus ojos están llorando, miro con atención aquel objeto que tiene entre sus manos, entrecierro los ojos para poder enfocarlo esperando con todas mis fuerzas que no sea una cebolla. ¡Porque si lo es iré a por ella y se la meteré por el cu *Ruido de un pitido de censura* ¿Eh? Gente de realización, no me censureis, iba a decir que se lo metere por el cuádriceps.

Al fin puedo ver lo que tiene y... ¡Es imbécil! Abro la puerta con furia y me acerco a él, le arrebato lo que tenía entre las manos.

Yui: ¡Sebastian deja de jugar con mis sentimientos!

Sentimientos prohibidos [Sebastian Michaelis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora