Capítulo 3°.

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Llegamos a un restaurante, muy lujoso y Harry salió primero, vino hasta mi puerta y me la abrió dándome la mano para no caerme.

-Qué caballeroso —Bromeé, y él rió—

Pasamos al restaurante, tenía pinta de que aquí todo era muy caro. Una señora se acercó a nosotros y nos hizo un movimiento con la cabeza en seña de que la siguiéramos. Subimos al piso de arriba, a unas terrazas que estaban solas. La mesera nos guió hasta allí, y nos dijo que nos sintiéramos cómo en nuestra casa. Nosotros nos sentamos.

-Disculpen, en un momento vendrán a que pidan su comida, señorito y señorita Styles -Bien... Creo que escuché mal, ¿Señorita Styles? Me sangraban los oídos—

-¿Te gusta esto? —Preguntó Harry sonriendo, y yo lo miré—

-¿Bromeas, Styles? Joder si me gusta, es increíble —Exagere, y el rió -¿No crees que va a ser algo caro aquí? —Fruncí el ceño, y el soltó una carcajada—

-Oh, no me refiero al restaurante, señorita Styles —Dijo arqueando una ceja, y yo bufé cerrando los ojos—

-En todo caso, sería señorita Milton, que es mi apellido —Hablé ofendida -Sigo pensando que eres un imbécil —Solté, y él rió—

-Smith, la cuenta ya está pagada —Explicó -Yo me encargué de todo, soy el caballero, ¿No? —Dijo alagándose a el mismo, y yo me reí—

-Oh sí, claro que sí—Hablé sarcástica, y los dos reímos—

La mesera se acercó, y tomó nota. Después de un largo rato esperando la comida y hablando con Harry, la comida llegó. Comimos tranquilos, y nadie nos molestó. Excelente opción ésta de elegir algo para los dos solos, ya saben... Algo más, íntimo. Me contó algo sobre sus estudios y yo sobre los míos, era agradable hablar con él. Era el típico chico con el que puedes comer cómo una cerda y comportarte cómo tu misma, más de una vez me iba atragantando con la coca cola.

                                         *  *  *

-Gracias por traerme Harry —Le agradecí saliendo del coche—

-No es nada Milton —Habló tranquilo -Un placer haberte conocido mejor, señorita —Dijo haciendo una especie de reberencia ante mi, y yo reí—

-Eres un imbécil, no te soporto —Bromeé caminando hacia la puerta de mi casa—

-Lo sé, y también sé que te mueres por mis huesos... —Dijo seductor, y yo rodé los ojos abriendo la puerta, me giré y le miré con una sonrisa de lado—

-Nos vemos, rulos —Me despedí, y él sonrió—

-Nos vemos, rulosa —Me de volvió, y yo me reí cerrando la puerta—

Dejé las llaves en la entrada, y fui al salón. Mis padres ya estaban dormidos, así que decidí comerme una manzana y subir a darme una ducha.

Subí, y cogí mi remera blanca y mis pantalones de chandal, algo típico que siempre utilizaba para dormir. Conecté mi móvil para que cargara, y me metí en la ducha. Dejé que el agua caliente recorriera mi cuerpo, creo que era el único lugar de la casa en el que más me relajaba. Me eché champú en el pelo, y masajeé mi cabello una o dos veces. Lo aclaré y salí. Entré de nuevo a mi cuarto y me tumbé sobre la cama a leer uno de mis libros favoritos, que me relajaba mucho leer después de una ducha. Un mensaje al móvil me hizo saltar del susto, lo cogí.

« Espero que duermas bien, rulosa, sueña conmigo y con mi sensuales abdominales ;) xx »

Reí ante el mensaje.

Perfecciones imperfectas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora