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-Mi hermoso hijo, no has tocado tu comida, y sé que te encanta comer, ¿Hay algo que deba saber?- dice, la hermosa madre del pequeño niño con ojos gatunos.

-...- el chico solo suspira y se pone a jugar con la comida, llevando tan solo un bocado de está, aún perdido en sus pensamientos corre, con lágrimas amenazando con salir, a su habitación en un ataque de desesperación.

-¡Xiu! ¿Cariño, estás bien?¿Quieres que llame a tu padre?- no escucha respuesta, solo unos sollozos que la desconciertan un tanto, hasta que recuerda un tema que tocaron la semana anterior. Se preocupa más, al entender que las cosas que decían esos chicos, tocaron el corazón de su precioso hijo.

La mujer se alarmó, y empezó a llamar a su esposo. Este, al escuchar los desesperados llamados de su esposa, subió corriendo al segundo piso con las llaves de repuesto.

Asintieron a la idea de abrir la gran puerta de madera de roble. Pero no sabían que al hacerlo, iban a encontrar a su hijo, viéndose al espejo, con cara de asco, y que en el baño, se vea como lo poco que había comido, ya ni se encontraba en su organismo.

La reacción de la mujer, fue correr a abrazar a su pequeño, y llorar en silencio, para poder consolar a su hijo, que sollozaba pesadamente en el hombro de su madre.

En cambio, su padre solo miraba a su hijo. No reflejaba ningún sentimiento. Nada. En ese momento, lo único que pudo hacer fue el darse la vuelta y sin decir nada dejarlos ahí.

Odia tanto a su mujer, que el odio a su hijo era tapado, hasta ese momento, por ella. Sin embargo, el hombre aceptaba que la chica, dos años menor que él, tenía sus características destacables, como su ondulado pelo castaño claro con reflejos naturales, tan suave como la seda y ligero como una pluma. O sus hermosos ojos marrones con forma gatuna que tenían un brillo especial, el hombre agradece que su hijo heredó los ojos de la mujer. Y, la característica por la cual no la dejó, es su cuerpo, con forma de reloj de arena, con la misma cantidad de busto que de caderas, y una cintura envidiable. Cualquiera que lo escuche hablar de ella, se daría cuenta de que no la quiere, solo es atracción física y un ser humano que los mantiene unidos.

Nunca se puso a pensar que tanto odiaba al niño. Tal vez, ni siquiera lo odiaba antes de verlo bien. Y no podía resaltar nada, solo sus ojos. Para él, su hijo era, básicamente, una bola de grasa. Con una cara que posee cachetes grandes: "cara de ardilla" muchos dirían, pero él lo ve como "sobrepeso claro" y una nariz que no cuadra con el resto de su cara, y ni hablar de sus labios gruesos color cerezo. Además, su torso es grande, según él, con muchos kilos de más, que con un poco de ejercicio se podrán quemar, pero que hace que  la belleza que podría portar el niño se pierda drásticamente. Luego sus piernas, con mucha carne de más, dándole al hombre disgusto. El pelo del niño es negro como la noche, con un brillo que hace que se vea sedoso, pero eso no le ayuda en nada. Con su piel lechosa, cada imperfección se marcaba el doble, los lunares eran otro problema. Además, en su criterio de "cómo tiene que lucir" un hombre, Min Seok no entra.

Su mirada del niño es totalmente diferente a la de la mujer, que si bien no lo amaba porque por el "parásito" no pudo terminar sus estudios, creía que era hermoso, y que necesitaba subir de peso. Aún así, con el odio escondido que le tenía, lo amaba al mismo tiempo por dejarla atada al hombre que amó por años.

Ellos, tanto madre como padre, dicen ser la hermosa y amorosa familia Kim, con una mujer que trabaja como modelo y diseñadora de ropa, y un hombre de negocios reconocido en todo Corea, nadie les diría lo desastroso que resulto ser su matrimonio. Claro, el niño paga con las consecuencias.

Pobre niño Kim, que siendo tan chico, sufrió por años bullying sin que sus padres lo noten o hagan algo para ayudarlo. Hasta hace una semana, que por fin habló y dijo lo que pasaba, tarde a decir verdad, porque los problemas psicológicos y los complejos sobre su cuerpo ya son muy grandes y van a ser difíciles de eliminar los rastros de la inseguridad que carga en su pequeño cuerpo.

Si existirá la posibilidad de que alguien lo ame de verdad...

AnorexiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora