Prólogo: inicios.Desde que tengo memoria, mis padres jamás me hicieron ver la vida como un cuento fantástico.
No porque no creyeran en la eterna felicidad, tampoco porque hayamos estado en una constante tristeza y desgracia.
La razón siempre fue clara para mí y mi hermano mayor, Benji. El mundo estaba enfermo, cada día un humano se volvía más loco que otro, entonces, ¿por qué esperar a que hubiera algún final feliz si la humanidad ya estaba convirtiéndose en una monstruosidad?
El ser humano se caracteriza por ser ambicioso, por querer poder, y conseguir algo que en siglos anteriores nadie pudo. Es un juego vicioso, tal como un agujero negro, dónde entras y luego no puedes salir.
Así fue como la semilla se plantó: un puñado de personas con ambición y poder, dentro de un laboratorio.
Y mi padre fue uno de esos.
La catástrofe ocurrió en el mes de Junio, cuando apenas tenía diecisiete años de edad.
Transcurrieron alrededor de diez años en que los científicos descubrieran la mayor arma de inmortalidad o, mejor dicho, la mayor arma letal.
En el año 2021 se lanzó la primera propaganda en la televisión, cada comercial duraba dos minutos: dos minutos para convencer a millones de caras tras la pantalla, dos minutos para que cada uno de ellos difundiera el mensaje con sus familiares, amigos y conocidos. Fueron dos minutos de...
«¿Te imaginas una vida larga y próspera? ¿Qué pasa si te decimos que ahora tenemos todas las soluciones a tu vida? El Laboratorio Crusoe de Biología Humana ha trabajado diez años seguidos para descubrir y crear el pase a tu larga vida. El Elixir fue creado para entregar excelentes condiciones en tu estancia en el mundo, una vida más larga hasta ciento cincuenta años, una vida fuera de las enfermedades terminales y, por último, una vida con la fortaleza y la energía que necesitas para poder sentirte renovado. ¿Ya estás enterado? ¿Y qué esperas para vacunarte? Acércate a tu clínica más cercana, el Elixir está siendo ejecutado en todas las instituciones médicas del país. ¡Atención! Las primeras mil personas por cada centro médico de la nación, tendrán el beneficio de ser vacunadas gratuitamente. Y, por último, el resto que desee poseer el pase a la vida larga puede conseguirlo a tan sólo ochocientos dólares. ¡No te quedes atrás!».
Para cualquier persona ese fue el mayor descubrimiento del ser humano. Tal vez no consiguieron encontrar una cura al cáncer, ni los métodos efectivos para curar el VIH, pero pudieron hacer algo más que eso.
¿Lo peor de todo? Mi país estaba maravillado, mi familia lo estaba, hasta todos mis amigos. Estábamos orgullosos de que nuestros científicos pudieran conseguir algo tan grande.
Pero aunque el Elixir estuviera ahí mismo, a un viaje de diez minutos al Hospital, en manos de las enfermeras, todavía me era imposible creer que esa aguja con el extravagante líquido azul pudiera hacernos prácticamente inmortales.
¿Cómo fue que avanzó tanto la inteligencia humana como para hacer algo así?
Mi hermano y yo nunca creímos en la vacuna que mi padre ayudó a realizar, sabíamos que era una clase de mentira que tarde o temprano iba a fallar.
Y no nos equivocamos.
Todo sucedió en un mes, aquel mes que comenzaba a ser el cambio de la raza humana y todo debió salir de manera diferente, pues nadie esperaba que las cosas tomaran un rumbo más macabro.
Ahora el mundo y la civilización se basaba en catástrofes y ciudades en ruinas. Gente sobreviviendo, gente matando, gente asustada y monstruos o, mejor dicho, ex-humanos a los cuales llamamos Noctífagos.
¿Quién iba a pensar que el Elixir iba a causar todo esto?
¿Ellos sabían lo que estaban creando? ¿Mi padre lo sabía?
Año 2025, las civilizaciones desaparecieron, la raza humana enfermó, algunos sobrevivimos, pero otros no pudieron.
Lo único que nos quedaba por hacer no era rezar ni mucho menos lamentarse, el daño ya estaba hecho, ahora solo había una cosa que nos mantenía con vida... y era sobrevivir.
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ELIXIR ©
Science FictionDesde que tengo memoria, mis padres jamás me hicieron ver la vida como un cuento fantástico. No porque no creyeran en la eterna felicidad, tampoco porque hayamos estado en una constante tristeza y desgracia. La razón siempre fue clara para mí y mi...