1. El comienzo de la hambruna.Evan Reeves era mi padre. Un hombre valorado por sus colegas por ser partícipe del más grande descubrimiento en el mundo: el Elixir. ¿Me sentía orgullosa? Un poco, sí, pues se trataba de mi padre.
Siempre lo consideré un genio, ya que de su cabeza brotaban locas ideas de inversión. Le gustaba pensar en un futuro dónde todo fuese de calidad, la educación, el Gobierno, la salud, entre otras cosas.
Lo más irónico de todo, es que finalmente logró abrir las puertas hacia un futuro diferente, tal como nos decía.
Solo que ese supuesto futuro terminó siendo todo lo contrario.
Comenzó con esa propaganda que se promulgó en el mercado publicista por semanas. Tiempo suficiente para que todos los residentes del país obtuvieran la ansiada vacuna. Sin embargo, los cupos gratuitos eran limitados. Al cabo de esos sólo quedaba una opción para vacunarte: tener dinero de sobra.
La gente se enfureció, algunos fueron capaces de romper sus alcancías con tal de conseguir el Elixir, otros simplemente se resignaron. Sin antes tener la convicción de que algún día podían conseguirla para sus familias.
La mitad de Junio se volvió una temporada en la que las dudas y el desconcierto reinaron más que las ganas de tener el Elixir; cuando el primer hombre vacunado presentó inesperados efectos secundarios a la segunda semana de pincharse el brazo izquierdo.
Salió en las noticias, en los periódicos, en la internet. Era un desconcierto total. Para ese entonces mis teorías armadas con Benji apenas estaban siendo desarrolladas, y cuando lo vimos en la prensa televisiva no podíamos creer lo que nuestros ojos veían.
Las imágenes de aquel hombre lo mostraban destrozado, su piel envuelta en ronchas moradas, los alrededores de sus ojos estaban rojizos por el llanto o, tal vez, por las constantes noches sin pestañear.
Esa tarde Benji me aseguró que todo empeoraría. Pues él estaba completamente seguro de que el Elixir iba a soltar una nueva enfermedad terminal, algo más terrible que el ebola o la H1N1, decía que aquella enfermedad no iba a poder salvarnos ya que fue creado con lujo y detalle para no tener fallas.
Pero ahí estaba, tenía fallas. Y gravísimas.
En el transcurso del mes de Julio las clínicas estaban solicitadas con urgencia, pues ya no tan sólo era un hombre afectado por la vacuna, eran miles. Sintiendo los mismos efectos secundarios, el mismo trastorno en la piel, los mismos vómitos y el insomnio. La gente enloqueció a partir de ese entonces, todos los vacunados con el Elixir estaban desesperados, ninguno de ellos quería terminar acabado.
Fue entonces cuando el Gobierno se hizo dar a ver y comunicarnos con una transmisión en vivo lo que estaba ocurriendo en el país y en todo el mundo:
"―Damas y caballeros, niños y niñas de ésta Nación. Me cabe anunciar sobre la problemática actual en respecto al Elixir, la vacuna que millones decidieron inyectarse. En éstos momentos estamos en contacto con el Laboratorio Crusoe de Biología Humana para pedir las explicaciones correspondientes. Ellos mismos han decidido enviarme una carta de disculpa, una disculpa que va dirigida hacia todos ustedes. ―El señor abrió su carpeta azul y ajustó sus gafas para leer―. "Estimado señor Presidente, queridos ciudadanos, y a todo ser perteneciente de ésta Patria, queremos ofrecerles una disculpa, el Elixir era prometedor, realmente estamos impactados con los resultados que ésta misma causó. La vacuna fue trabajada durante diez años seguidos sin descanso alguno, las pruebas fueron constantes, las reacciones en los animales no resultaron tal como a ustedes. Estamos trabajando duramente para encontrar las razones de las alteraciones en el ser humano, también estamos desarrollando alguna cura para todos ustedes, algo que pueda remediar todo el daño causado. Es por eso, que, como institución altamente calificada, les pedimos a todos lo vacunados que se acerquen a las clínicas para ser abastecidos lo más pronto posible. Todo gratuitamente, ya que será costeado por nosotros. Así para remendar nuestro grave error. Se despide ante ustedes, Thomas Crusoe, director ejecutivo del Laboratorio C.B.H." ―Cerró la carpeta y observó a la cámara mostrando compasión en su rostro―. No teman, ciudadanos, estamos para ofrecer toda nuestra ayuda. Por favor, como orden del Gobierno y el Laboratorio, pedimos que nadie más se inyecte el Elixir. Fuerzas."
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ELIXIR ©
Science FictionDesde que tengo memoria, mis padres jamás me hicieron ver la vida como un cuento fantástico. No porque no creyeran en la eterna felicidad, tampoco porque hayamos estado en una constante tristeza y desgracia. La razón siempre fue clara para mí y mi...