Me sentía... Destrozado. Dejé de golpear su puerta después de que mis manos me dolieron tanto que ese dolor físico me impidió seguir sintiendo el de mi corazón. Mi cuerpo cayó al suelo y terminé apoyado contra la pared del frente de la habitación de Erick. Escuché absolutamente todo, sabiendo muy bien que me merecía ese castigo por lo estúpido que había sido.
Amaba a Erick, lo amaba con cada fibra de mi ser y si bien nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, mi tonta creencia de poder superar el vacío que me dejó terminar mi relación con simples mujeres que nunca me llenaran el corazón terminó apartándome de quien realmente amaba.
En este caso, muchas personas podrían creerse Dios para poder juzgarme por la infinidad de errores que había cometido y seguro lo merecía, pudrirme en el infierno, ser castigado por romper lo único que me mantenía firme y feliz.
Pasé mis manos por mis cabellos repetidas veces, sintiendo como las lágrimas volvían a deslizarse por mis mejillas. Creí que en algún momento dejarían de caer pero no pasó, cada que se detenían, solo debía agudizar mi oído lo suficiente para escuchar a Erick siendo follado por alguien más y todo mi mundo se desmoronaba de nuevo. De hecho, llegué a pensar que morir sería menos doloroso que todo eso que me taladraba el espacio donde imaginé debía de estar mi corazón hecho pedazos.
Supuse que una persona normal lo que debería hacer era aceptar su derrota, marcharse e iniciar su vida desde cero, pero no, no lo hice, me quedé exactamente en ese lugar hasta que la puerta de la habitación de Erick se abrió y de dentro salió un hombre alto, no muy Delgado y con un rostro para mí era tan desagradable que sentí nauseas solo de mirarlo de re-ojo.
-Oh. -dijo. Mostrándome la sonrisa más torcida posible, causándome más nauseas de las que ya tenía de solo imaginarlo con Erick, en la cama que alguna vez también compartimos él y yo. - ¿Así que este es el chico? -Apreté mi mandíbula lo más que pude, escuchando los pasos de Erick detrás de los suyos. - ¿El que golpeaba la puerta y nos molestaba?
Escuché también la fría risa de Erick y de nuevo mis ojos se llenaron de lágrimas. Alcé la mirada otra vez, observando como el asqueroso chico se giraba para verlo. Erick tenía su cabello desordenado, la ropa apenas bien colocada y el tipo no estaba en mejores condiciones de él.
-Mientes. -rió de nuevo. - ¿Qué no dijiste que nos detuvimos porque te cansaste?
-Cierto. -Dijo el sujeto. - ¿No te diste cuenta? Tener a alguien escuchando me excita mucho.
Y fue todo. Junté fuerzas de no sabría dónde para levantarme y empujar mi cuerpo contra el suyo, mandándole un puñetazo directamente al rostro. Lo sorprendí, pero él se movió más rápido y mi puño impactó contra la pared, causándome un dolor tan agudo que un gesto contraído de dolor no tardó en aparecer en mi rostro. Una corriente de puro ardor fue suficiente para que me distraiga y él tomara mis dos antebrazos, manteniéndome quieto antes de darme un rodillazo de lleno contra el estómago.
Solté una maldición y un chillido, cayendo arrodillado al suelo, apretando mi estómago con fuerza, tratando de disminuir el potente dolor y las potentes arcadas que no tardaron en llegar.
Ni siquiera me importaba mi estómago o mi orgullo destruido para ese punto, todo dolor que sintiera era nada a comparación con el vacío en mi corazón, pero lo que más me afectó fue que Erick no hizo ni el más mínimo movimiento para ayudarme. De hecho, escuché los nudillos sonar del sujeto y Erick se cruzó de brazos, acercándose a mí, observándome desde arriba con la mirada tan fría y dura, que llegué a pensar había perdido completamente cualquier sentimiento de amor o de amistad que pudiera él tener hacía mí.
-Mierda. -mascullé, sintiendo otro profundo retorcijón en mi vientre.
Eso no estaba bien, normalmente era tan bueno peleando y ahora... Ahora daba vergüenza y tanta pena ¿Cómo podría luchar por Erick? ¿Cómo creí poder defenderlo alguna vez si dejaba que me ganaran con tal facilidad? Aunque de igual forma, ya no debía protegerlo más, ya no era mi deber, ni aunque deseara con cada fibra de mi ser volver a los días en que todo era color de rosa.
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Good Friends - Chriserick
RomancePara Christopher, mantener una relación por tres años ya ha sido suficiente; él quiere salir, divertirse y tener sexo por montones. Un día, decide acabar su relación con su novio, Erick, y aunque este acepta demasiado rápido, ellos tendrán que vivir...