Continuar el cuento:
En el jardín de Brighton, colegio de señoritas, hay dos estatuas: la de la fundadora y la del profesor mas famoso. Cierta noche -todo el colegio, dormido- una estudiante traviesa salió a escondidas de su dormitorio y pinto sobre el suelo, entre ambos pedestales, huellas de pasos: leves pasos de mujer, decididos pasos de hombre que se encuentran en la glorieta y se aman a la hora de los fantasmas. Después se retiró con el mismo sigilo, regodeándose por adelantado, a esperar que el jardín se llenara de gente. ¡las caras que pondrán!...Enrique Anderson Imbert
...Al día siguiente la estudiante siguió su rutina como cualquier día normal. Se levanto a la hora de siempre, se cambio su pijama por el uniforme, se peino y desayuno junto a sus compañeras. Luego llego el momento de salir al patio, donde ella había cometido su travesura, no podía esperar a ver la reacción de la gente.
Lo que la traviesa niña no sabia es que existían muchas cosas que ignoraba.
Ella fue una de las ultimas en salir al patio. Apenas salió dislumbro un gran grupo de alumnas rodeando lo glorieta. Fue entonces cuando sonrió triunfal, "travesura realizada" pensó ella.
Para disimular, la alumna se abrió paso entre sus compañeras, todas ellas estupefactas por lo que veían. A la estudiante le pareció exagerada su reacción, ella esperaba que, aunque al principio se sorprendieran, todas se rieran y descubrieran lo que había sido, una simple travesura.
Pero al llegar frente al grupo y tener una clara visión del lugar, ella también quedo estupefacta. Las huellas que había pintado seguían en su lugar, pero no terminaba allí. Nuevos pares de huellas habían aparecido, pasos ligeros de mujer y definidos pasos de hombre, siempre caminando uno al lado del otro, formando distintos caminos que se cruzaban entre si y, todos mostrando el mismo final. Las huellas de la mujer y las del hombre se separaban, volviendo así a sus respectivas estatuas.
La estudiante comenzó a pensar en como era eso posible, fugazmente le cruzo por la cabeza la idea de que hubiera sido la obra de unos fantasmas. "imposible" pensó, sacudiendo la cabeza como si así pudiera borrar sus pensamientos " los fantasmas no existen".
Finalmente llego a la conclusión de que quizás alguna de sus compañeras la hubiera visto y hubiera decidido seguir con su travesura. " ¡si! seguramente sucedió eso" se alentó mentalmente.
Luego de lo sucedido a la mañana, el día transcurrió entre teorías locas (o no tan locas) y eventos extraños.
Ese día, en los recreos, al pasar por el pasillo donde se encontraba la antigua oficina de la fundadora, se podía escuchar a una mujer cantar. A veces eran melodías tristes y otras alegres. Además, cada vez que un profesor entraba al aula y comenzaba a impartir sus clases, la puerta se abría estruendosamente y se escuchaban risas alegres, las de una mujer y las de un hombre.
El día paso muy lento para la alumna, había escuchado muchos rumores sobre lo sucedido. Algunos decían que había sido una simple broma, pero otros mencionaban que alguien había despertado a los fantasmas de las estatuas. "obviamente todos eran rumores inventados para asustar a las niñas mas pequeñas" pensó la traviesa estudiante sin terminar de creérselo del todo.
Esa misma noche, luego de varios intentos, la estudiante decidió que no podría dormir, no sin antes resolver el misterio. Por lo cual, luego de cambiarse su pijama por ropa abrigada, la niña salió al patio para encontrarse con la prueba de que las sospechas de muchos eran ciertas.
Allí, en la glorieta, se vislumbraban dos siluetas. La de una mujer y la de un hombre, ambas estaban de espaldas a la niña, por lo que ella se acerco con cautela. Algo le decía que no debía interrumpirlos, pero a su vez la alumna no quera irse sin saber que sucedía.
Cuando la estudiante estaba a tan solo unos pasos de las dos personas, estás se dieron vuelta, sorprendiendo así a la niña, quien enseguida retrocedió unos pasos. Pero eso no fue lo que mas le sorprendió, lo que vino a continuación fue lo que la dejo sin aliento.
Tanto el hombre como la mujer, quienes tenían un aspecto fantasmal e iban agarrados de las manos, comenzaron a caminar hacia la niña sin dejar de mirarse el uno al otro con el amor reflejado en sus ojos. Al llegar a ella la pasaron de largo, la atravesaron sin inmutarse, parecía como si no se dieran cuenta de su presencia. Sin poder quitarles sus ojos de encima, la alumna se giro hacia ellos y los observo en silencio.
Al frenar, sus miradas, antes llenas de felicidad y amor, se volvieron tristes y melancólicas, como si algo terrible e inevitable estuviera a punto de suceder. Los dos se fundieron en un abrazo y continuaron así por un largo rato, como si no quisieran separarse, para mas tarde mirarse a los ojos con tristeza y, luego de separarse, comenzar a caminar en direcciones opuestas, cada uno en dirección a su estatua.
La estudiante siguió con la mirada a la mujer, quien, a pesar de llorar en silencio, mostraba una sonrisa. La fundadora llego frente a su estatua, y justo cuando la niña pensó que la mujer volvería a su estatua para no regresar jamás, el fantasma giro su cabeza hacia la alumna y la miro a los ojos. La estudiante no pudo descifrar lo que aquel acto significaba, pero igualmente ella le devolvió la mirada.
En el momento que la mujer desapareció, volviendo así a su estatua, la estudiante giro la cabeza en busca del antiguo maestro. Poca fue su sorpresa al descubrir que ya no estaba.
En ese momento la alumna salió de su extraño trance, donde toda su atención estaba centrada en los fantasmas, para descubrir que el sol se asomaba por el horizonte. "que rápido paso el tiempo" pensó la alumna.
En el momento que la alumna se dispuso a volver a su dormitorio, totalmente asombrada por lo que acababa de presenciar, noto que algo había aparecido justo en el medio de las dos estatuas.
Al tener el objeto en sus manos, noto que se trataba de una hoja mal arrancada de un cuaderno con una sola palabra escrita en ella. Esta estaba escrita en una letra pulcra y elegante: Gracias