Vivo en un mundo perfecto.
Nadie sufre y nada malo pasa.
Soy feliz, como todos los demás.
Vivimos en un mundo perfecto, ¿qué más se podría esperar?
Amo el sol que calienta mi piel.
Amo el canto de los pájaros que me despierta por las mañanas.
Amo todo.
El mundo es perfecto. ¿Que no podría amar?
Tengo mucho tiempo libre porque deje la escuela, no la necesito. (Eso dicen)
Hasta llegue a hacerme amiga de la oscuridad. (Es una gran compañera una vez que llegas a conocerla)
Y, siguiendo la lista de cosas que amo...
Amo mi cuarto porque puedo cerrar la puerta.
Y amo mi mente porque es donde escribo mi diario. (¿Dónde más podría?)
Mi mundo es perfecto.
Eso es lo que es.
Todo el resto es mentira.
Es por eso que lo único que cambiaría de mi mundo perfecto son las emociones.
Porque los golpes ya no se sienten y los moretones ni se ven. (No si te concentras lo suficiente)
Pero el miedo, el que olvide al hacerme amiga de la oscuridad, regresa todos los atardeceres, con el sonido de una puerta abriéndose como advertencia, como el canto de los pájaros a la mañana que anuncian un nuevo día.
Entonces, podría decir que mi mundo es casi perfecto.