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Sábado.

Era mi día favorito de la semana.

No porque no iba al colegio o tenía tiempo para bailar, era mi día favorito porque te veía.

Todos los sábados nos juntabamos en la plaza del centro. Pasaba tiempo con vos y poco a poco me fuiste gustando, no tarde en enterarme.

Me puse feliz al saber que también te gustaba, empezamos a hablar todos los días y cada vez que recibía un mensaje tuyo me ponía feliz.

¿Pero por qué cambió?

De la nada dejaste de ir a la plaza, siempre que iba tenía una mínima esperanza de encontrarte y caminar por el centro con las manos entrelazadas otra vez. Pero ya no te veía.

Después empezaste a responderme una vez al día, con suerte teníamos una conversación, parecía que no tenías muchas ganas de hablar.

Un día me dejaste de contestar. No era normal que no contestaras por mucho tiempo. En las redes me ignorabas, no lo entendía.

Hasta que saque conclusiones obvias.

Te había aburrido, y lo entendía.

Mi mente me mataba diciendo cosas como "¿En serio pensaste que ibas a tener una oportunidad?" "Era obvio que se iba a aburrir".

Aunque esa fuera la respuesta de por que te habías alejado, yo tenia esperanzas, en el fondo de mi alma seguía pensando que solamente era un mambo mio pero no, no fue así.

Te hable yo esta vez, aclarandote lo que sentía porque me venia carcomiendo desde semanas y ya no se sentía nada bien.

Me respondiste, como a los dos días por ahí.

Me dijiste que ya no te gustaba.

Y lo entendí.

Me sentí terriblemente mal pero entendí que era una etapa que tenía que finalizar.

Los sábados se volvieron normales, aburridos con el tiempo.

Volvía a la plaza y te veía desde lejos convenciendome que ya no me gustabas.

Nuestras manos no se entrelazaron nunca más, y nosotras no nos volvimos a hablar.

Con el paso del tiempo te deje de pensar y supe que me recuperé.

Y los sábados volvieron a tener color, volvieron a destacar mas que los otros días.

Te dejé de mirar, de buscarte, de quererte, y así esta bien.

Yo me sentía bien.

Te veía en la plaza de forma simultánea, con suerte, y no me importaba.

Nunca te guarde rencor, conste con eso.

Pero aquellas acciones indicaron que te había olvidado y que yo ya estaba dispuesta para ver a alguien más.

Así que lo encontré a él.

Y volví a la rutina anterior.

Sábado.

Era mi día favorito, porque lo veía.

en remolinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora