-Se puede saber que son estas horas de llegar? -pregunta mi "padre" nada más llegar a mi casa y abrir la puerta.
Simplemente lo ignoro y subo por las escaleras que están en la sala de estar. Las escaleras que llevan al segundo piso, donde se sitúan las habitaciones y los baños. Cuando llego a la puerta de mi dormitorio sigo escuchando a Kangnoom hablar, pero sigo pasando de lo que dice. Me adentro en mi habitación, me cambio con ropa cómoda y me recuesto en la cama a continuar leyendo un libro que empecé ayer. Creo que tengo una obsesión con los libros, ya llevo más de la mitad de éste leída.
Escucho cómo la puerta de la entrada se abre y se cierra seguido de un <<¡Ya estoy en casa!>> de mi madre.
Bajo a saludarla.-Hola, omma.
-Hola hija, tengo que decirte algo. -hace una pausa y un jesto con la cabeza para que la siga. Acabamos en la cocina, Kangnoom también está aquí con una sonrisa de la que desconfío. -Verás... Esto no es fácil de decir.
-Si quieres lo digo yo por ti, cariño. -empiezo a temer cuando oigo la voz de Kangnoom articular esa frase.
-Me da igual quien me lo diga, pero que sea hoy, por favor. -protesto.
-Bien... -sigue mi madre, pero parece que nunca dirá esa frase. Veo la impaciencia de Kangnoom en sus ojos.
-Queremos que te mudes. -una asquerosa sonrisa se forma en su cara mientras estoy con los ojos abiertos como platos, la boca entreabierta y pasando mi vista de Kangnoom a mi madre frenéticamente.
-¿Qué? -es lo único que logro decir ante la situación.
-Creemos que ya eres suficientemente mayor para independizarte. -prosigue mi querida madre.
-Pero aún no tengo los 18 años. -sigo en estado de shoock. - ¿Cómo?...
-Pronto los tendrás. -sigue Kangnoom. Parece que éste diálogo está escrito, como el guión de una obra de teatro. -la decisión ya está tomada.
-Tendré que trabajar y no tengo tiempo para eso... Entre los estudios y la academia de baile. -me quedo pensativa.
-Fácil, dejas la academia esa de baile. -comenta Kangnoom con sencillez. -Al fin y al cabo, no te servirá de nada en el futuro.
-¿Perdona? -hago una corta pausa- El baile es mi vida y nadie me lo va a quitar. -le explico recalcando la palabra nadie.
-Tranquila. -habla otra vez mi madre- Te ayudaremos a pagar el costo del apartamento, también te lo compraremos nosotros. -salgo de la cocina sin poder decir nada más y noto la presencia de Dae-hyun. Está llorando, rápidamente corro a abrazarlo y preguntarle qué pasa. Antes de que pueda decir nada, él responde como si pudiera leerme la mente.
-Lo escuché todo. -me abraza- No quiero que te vayas, Noona.
-Tranquilo, solo me mudaré. Pero no me separaré de ti. -nos sentamos en el sofá a ver una película el sábado por la noche.
Pasaron los minutos y la película ya se había terminado. Mi hermano estaba recostado sobre mis piernas y tumbado en el sofá, con dos bolsas vacías de patatas fritas a su lado. Ya eran las once y media de la noche, empezaba a encontrar los párpados pesados. Me resistí a la tentación de quedarme dormida en el sofá e intenté, con éxito, salir de debajo de Dae sin despertarlo, para luego llevarlo a su habitación en brazos. Dae-hyun no es especialmente pesado, aunque sí bastante alto para su edad.
(...)
Siento algo pesado en mi abdomen, la carga empieza a sacudirse y reacciono.
-¡Noona! Levanta. -es mi hermano, que se sentó encima de mí y me agita para despertarme.
-¿Qué quieres, Dae? -lo quito de encima.
-¿Me llevas al parque? -pregunta.
-¿Que hora es?
-Más de las diez.
-Vale, espera a que me prepare. -acto seguido, voy al baño a hacer mis necesidades y a pegarme una ducha. También cojo la ropa que quiero ponerme, me seco el pelo y me ato mi larga y castaña melena en una coleta alta. Esta vez no tengo ganas de ponerme lentillas, por lo tanto, me pongo las gafas. Por último meto mi teléfono en el bolso mientras voy a por mi hermano. Le digo que se abrigue bien, ya que estamos casi en invierno y hace frío, luego nos encaminamos al parque que hay cerca de casa.
Dae ya llevaba bastante tiempo jugando, así que le propuse ir a tomar un chocolate caliente.Conseguimos llegar a la cafetería antes de que empezara a llover. tuvimos suerte, no traigo paraguas. Nos sentamos en una mesa prácticamente pegada a la gran cristalera que permite el frío y húmedo exterior. Pedí un chocolate caliente para mi hermano y un café con leche para mí.
-Hola. -escucho saludar a alguien a mi lado. Me giro para averiguar quién es.
-Hola, J-hope. -sonrío para causar una buena impresión- Que alegría verte.
-Igualmente. ¿Me puedo sentar? -señala la silla a mi lado, que tiene mi bolso encima.
-Por supuesto. -quito el bolso- Este es mi hermano Dae-Hyun.
-Encantado. -se presenta mi hermano.
-Yo soy HoSeok, aunque me puedes llamar Hobi. -veo que le gustan los niños, a juzgar por su sonrisa.
-¿Hobi? -me pregunto en voz alta.
-Si, mi hermana pequeña me solía llamar así. -sonrío ante la idea de imaginarme a J-hope, ahora también conocido como Hobi, ser apodado de esa manera por una niña.
Nos quedamos durante una hora más hablando con J-hope y finalmente regresamos a casa.
-Hobi me cae bien. -me comenta Dae mientras caminamos a casa.
-¿Si? Puedo preguntarle si quiere ir al parque algún día con nosotros. -veo como el rostro de mi hermano se ilumina ante la propuesta.
-¿De verdad? -pregunta con emoción- ¡Gracias, Suni!