En una mansión en el medio del bosque había una familia de mucho dinero, hasta tenían mayordomos, los dueños de la mansión conocidos como la familia Diamond, una celebre familia de magos y brujas según cuentan leyendas, sin embargo ya hacía dos generaciones que la magia parecía haber desaparecido de la familia Daimond y parecía no querer volver, se cuenta que eran tan poderosos que estaban a la par con pokémon legendarios, pero esta no es la histora de los poderes de esta curiosa familia, es la historia de un amor verdadero que hizo revivir la magia, y la historia de ese mismo amor roto y traicionado, todo empezó ya hace 21 años, la madre de la actual familia Diamond tenía tres hijos, en secreto los mayordomos los llaman los monstruitos, pues disfrutan de hacerles el trabajo imposible, el padre se pasaba todo el año viajando en todo el mundo solo podía volver el día de navidad, en cuanto a la madre se podría decir que era la trampa perfecta, era hermosa educada y muy inteligente, todos decían que era perfecta si supieran que en esa mente de cara amable se escondía más maldad que en la de todos los demonios del Inframundo juntos se llevarían una sorpresa, ella estaba obsesionada con la magia lo pasó muy mal al descubrir que no podía usarla y al ver que en sus hijos tampoco afloraba magia se desesperó más que nunca, sin embargo si creía en cosas mágicas, como que el 4 era el número de la suerte en la magia así que estaba obsesionada con tener un 4º hijo, por supuesto debido a la constante ausencia de su marido no le era posible y ella era demasiado casta para dejarse poseer por otro hombre, sin embargo había uno con el cual estaba dispuesta ha hacer una excepción, el era uno de sus mayordomos un Infernape extremadamente atractivo, ella en secreto le llamaba pecado viviente, su cuerpo era demasiado perfecto parecía esculpido por los mismos dioses pensaba ella, este Infernape era algo así como el profesor de gimnasia de sus hijos, porque por supuesto sus hijos eran demasiado importantes como para codearse con gente común, en esta mansión todos los mayordomos eran pokemon a los que estos diablillos les encantaba molestar, esto era como un castigo parece que lo de ser magos siempre tenía que ver con un padre o madre pokémon así que esto era para castigarles, recordarles que humanos y pokémon pertenecen a mundos distintos, pero a esta mujer esa prohibición le daba igual, ansiaba demasiado un 4 hijo, lo haría con el mismísimo Lucifer si hiciera falta, y digamos que esta mujer ya tenía todo preparado para ese encuentro tan especial, solo hacía falta que nuestro protagonista cayera en la trampa
Empoleon: ya no aguanto a esos renacuajos siento que algún día se me escapará un acua jet contra ellos
Mr.Mine: que han hecho ahora? -dijo cocinando-
Empoleon: no te lo vas ha creer pero han hecho tropezar a Sceptile, el pobre ya no esta para estos trotes
Sceptile: no hace falta que te preocupes tanto, seré viejo pero aun tengo resistencia
Roserade: cariño Empoleon tiene razón ya tenemos una edad, aunque seamos pokémon debemos tener cuidado con esos golpes -dijo la Roserade que parecía ser la esposa de Sceptile-
Sceptile: jejeje cariño si aun puedo darte acción en la cama creo que sin duda puedo con esto
Roserade: hay que ver como eres brivón -dijo sonrojada como una recién casada-
Audino: aun así hay que hacer algo -dijo revisando la herida de Sceptile-
Alakazam: lo único que se me ocurre es que el que tenga más confianza con los señores ha de decirles algo, y solo hay uno que concuerda con esa descripción -dijo mirando a Infernape-
Infernape: yo?
Alakazam: claro que tu, puede que yo también sea profesor de esos diablos pero tu eres el único al que la señora deja acercarte de más, hasta te deja comprobar si sufren de pesadillas por las noches y eso que a nadie nos permite eso por mucho que juremos lealtad, eres el único que puede -todos asintieron a la afirmación de Alakazam-
