2 almas han sido separadas.
El heredero al trono, el príncipe Kim SeokJin, necesitaba protegerse del abuso físico y mental que su padre, el Rey Kim Donghae, ejercía sobre él. Aquella noche de Julio de 1717 cuando quisiera escapar de sus tocaciones...
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Flash Back
Los dedos del príncipe se mezclaron con la cabellera larga de Jung Jeongguk para hacer el beso más profundo, la mano izquierda del guerrero sujetaba la nuca del muchachito y la otra descendía por su espalda hasta posarse en la base de su columna para que no hubiera posibilidad de que el contacto se deshiciera. Los labios y la lengua de Kim SeokJin eran tan suaves que quería perderse horas y horas en él, su cariño, su ternura, la manera en la que acariciaba su cabello, no necesitaba nada más en la vida que esto. Lamió lentamente su labio inferior, recorrió su mano derecha hasta acariciar su trasero por sobre la ropa, respondiendo el otro con un gemido suave que tocó una fibra del animal que escondía. No se dieron cuenta cómo iban retrocediendo, pero cuando SeokJin golpeó su espalda en el tronco de un árbol viejo, Jeongguk abrió los ojos separando lentamente su boca con un gesto aturdido.
Labios rojos y húmedos, una respiración agitada, a ambos el acto les había afectado pero el príncipe sabía que había cometido un grave error, los ojos del guerrero pasaron del asombro al pánico.
Fin Flash Back
Meneó la cabeza con el corazón frenético bajo su pecho, los recuerdos del beso en el día de ayer no eran capaz de irse, no cuando su cuerpo estaba tenso y no había forma de librarse de ello.
Tragó saliva trazando su pulgar y dedo del medio por los labios dándose cuenta que la primera persona que besaba en su vida era un hombre, una persona de su mismo sexo y que a pesar de lo sucio que sabía que era ello, no lo había soltado ni le había gritado por obsceno, al contrario, había presionado la nuca del príncipe para que el contacto fuese más profundo e íntimo.
Estaba enfermo ¡Estaba enfermo! ¡No había forma de que esto fuera normal!
"Asqueroso, puerco, eres una bestia ¡Debería matarte, animal!"
Recordó aquellas palabras que con tanto odio profirió su padre antes que el caos se desatara aquella noche. Tal vez, en el fondo, aquel infeliz no estaba del todo equivocado. Estiró el rostro hacia arriba antes de desatar su cabello y dejar que las hebras rodearan sus hombros, luego descendió los ojos hacia el estanque de agua caliente que lo esperaba únicamente a él. Cuando había elegido la montaña como un lugar para practicar con su jedok geom (tipo de espada coreana) fue por la privacidad que esta le brindaba pero también porque habían aguas termales que nadie disfrutaba.
Lentamente fue descendiendo por el agua gimiendo con alivio cuando el calor de sus aguas envolvieron su cuerpo totalmente desnudo hasta que se sentó estirando sus piernas hacia el frente. Miró el cielo nuevamente, la oscuridad de la noche, las estrellas, los grillos, sentía un poco de paz estando solo.
Tomó un poco de agua para lavar su cabello y su rostro, gimiendo de dolor cuando rozó el hombro herido. Se había quitado ayer la flecha abruptamente después del beso cuando la ira lo había dominado, mierda, ahora que la tenía vendada y con tratamiento de medicamentos naturales se arrepentía de su arrebato.
—Su majestad me va a volver loco —susurró.
Recordó la sensación de su cuerpo menudo acoplándose al suyo, la textura de su boca y el gemido de satisfacción de ambos. Jadeó lentamente descendiendo la vista a su cadera sumergida en el agua, Dios ¡Estaba duro! Había encendido una antorcha que dejó enterrada a un costado, no era consciente pero cualquier persona que lo viese tragaría saliva.
Jun Jeongguk estaba desnudo sentado dentro de aguas termales con su cabellera oscura y larga pegada a su piel, con los músculos tensos y la mano derecha acercándose peligrosamente a su pene.
