El caso Biaggi

1.1K 20 1
                                    

Ciudad Bolívar, madrugada del 15 de octubre de 1961

A Lesbia María Biaggi la vida se le fue por un costado; una filosa hoja de acero se hundió entre sus costillas al intentar escapar del animal que la ultrajaba. La sangre que brotó a chorros empapó sabanas y colchón hasta que la chica quedó exánime. Aplacados los instintos, el asesino tomó el puñal y dibujó tres marcas triangulares en los senos muertos.

Como si acabara una tarea noble, se dispuso a disfrutar de un cigarrillo; con la amarillenta luz de la cerilla contempló su obra hasta que la débil llama se extinguió. Al cabo de un rato la colilla fue a dar a un rincón con otras de su mismo tipo; el monstruo se dispuso entonces a bajar el cuerpo para ocultarlo detrás de la cama; pero lo hizo con tal torpeza que se le cayó al piso produciendo un ruido sordo. Temeroso, se ocultó en la penumbra con los sentidos en alerta.

Víctor Silva, vecino de los Biaggi, despertó al oír el golpe. Preocupado corrió a verificar que su vehículo estuviera a salvo; el reloj marcaba las dos y la calle estaba desierta. A lo lejos se oía el estrépito de una partida de dominó; aliviado regresó a la cama, convencido de que su imaginación le había jugado una mala pasada.

El monstruo aguardó con la respiración en vilo y sólo cuando se supo a salvo salió del escondrijo; notó que un líquido viscoso cubría sus manos y por alguna razón, que no se sabrá nunca, fijó las palmas en la pared dejando un nítido par de huellas.

No teniendo más que hacer, abandonó la habitación dejando atrás la escena de uno de los crímenes más impactantes de la crónica negra venezolana. 

Luisa Valdivieso

Catorce horas antes de morir, Lesbia se enfrentó en duelo verbal con Luisa Valdivieso, una antigua amiga suya, quien fue a retarla en pleno almuerzo.

– ¡Dile a Rigoberto que vaya hoy mismo a mi casa!

– Él no tiene nada que ir a buscar allá. Tú y tu mamá viven indisponiéndolo contra mí a punta de chismes…

– Dile que si no pasa, lo va a lamentar– atajó Luisa, antes de retirarse.

Luis Ramón, hermano mayor de Lesbia, la interrogó con mirada severa, obteniendo como respuesta un mohín de disgusto. Aquel comadreo le parecía extraño pues ambas muchachas habían sido siempre muy unidas.

Superada tan desagradable escena, la conversación derivó hacia el compromiso que les esperaba al final de la tarde; el bautizo de la niña Eneida Josefina, hija de los Cuam, familia amiga de los Biaggi. Doña Carmen, la madre, preguntó:

– ¿Sabe Rigoberto a qué hora nos vamos?

Lesbia con gesto preocupado respondió que no había tenido ocasión de notificar a su novio de aquel evento, lo que le ganó una nueva mirada de reproche por parte de su hermano.

Los Biaggi

Tres miembros del clan Biaggi vivían con la madre en Vista Hermosa: Luis Ramón, joven clérigo de rígidas convicciones; Lesbia, aprensiva y propensa al histerismo y Orlando, púber de 11 años, motivo de una disputa familiar por el empeño del cura de que ingresara al seminario.

Sus hermanos Ada, Méricys, Carmen, Nanzo, Frank y Jorge ya no estaban en el nido. Nanzo, recién egresado de la escuela de leyes vivía en Caracas y el padre, divorciado de doña Carmen, había echado raíces en otro lugar.

En septiembre de 1961, cuando su hermana formalizó compromiso con Rigoberto Franceschi, Luis Ramón le hizo abandonar el trabajo pues según el código social de la época, la mujer se debía a su esposo por lo que debía centrarse en aprender los oficios del hogar.  

4 Crímenes 4 Poderes -Fermín Mármol de LeónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora