Sábado 21 de diciembre del 2014
Hora local 9:37 pm
Me encontraba bajo los efectos del alcohol y alguna droga local, sentía mi cuerpo divagar por una realidad alternativa la cual me gustaba visitar.
Al frente mío se encontraba el próximo chico que trataría de complacerme. Era de una estatura promedio, quizás un metro sesenta y ocho, trigueño, ojos cafés claro, si fuera una simple inocente me deleitara solo con ellos como lo hago ahora, tenía el Cabello liso, delgado, pero sin mostrar los huesos, muy hermoso, a decir verdad.
Por mi ser se hallaba una tranquilidad exorbitante que ni en lo mínimo pensaba en las consecuencias que me podría traer esa noche.
El encuentro con el susodicho fue algo casual y precoz, quién diría que esa con esa pinta de niño galán no seria capaz de complacer a una mujer, pero ya me lo esperaba me he encontrado con peores.
Salí de atrás de los camerinos dirigiéndome a la barra por una cerveza, necesitaba pasar ese vago momento, y saber que horas eran se supone que debería encontrar con el amor de mi vida, a él nunca lo haría esperar.
Oye, Alex -Exclamo intentando llamar la atención del barman el cual momentos atrás le deje mi celular -Alex, joder Alex, mírame.
No encontraba respuesta, ni siquiera una simple mirada, entonces fue cuando me di cuenta que estaba observando a una chica la cual se encontraba bailando y estaba hipnotizado por sus caderas.
Acto siguiente a que el no me diera su atención salte la barre y tome la cerveza y mi teléfono dándome cuenta que la noche era joven todavía, aunque el ambiente en el que me encontraba me hacia pensar que ya era de madrugada; termine la cerveza y corrí hacia la pista para bailar como el perreo mandaba.
No sé cuántas horas exactamente habrían pasado desde que me metí a la pista de baile, pero ya no soportaba estar en ese vestido, ya mis piernas se doblaban al caminar y vista se encontraba más nublada de lo normal y eso sin mencionar el mareo que tenía, definitivamente hoy me había excedido un poco con el alcohol y las sustancias.
Decidí ya irme a la casa de mi abuelita, tome mis cosas y me quite los tacones no eran tan altos, pero de todos modos ya me fastidiaba tenerlos, al salir del bar todo estaba en completo silencio y solitario era ese tipo de ambiente el cual te hacia erizar la piel, el que te daba una alerta para informarle a alguien que ya ibas a tu casa solo para que estuviera pendiente si es que llegabas.
Las calles estaban iluminadas, había partes de ellas en los cuales la oscuridad reinaba, los árboles se movían a un ritmo mágico, a las afueras del pueblo de Metzi las noches eran mágicas, aunque un poco aterradoras.
Estaba tan concentrada en la brisa que no me di cuenta que al frente de mi había una gran parte llena de oscuridad y allí se encontraba alguien, no sabía exactamente quien podía ser, pero algo estaba seguro y eso era que me observaba, tenía que saber quien era, porque se encontraba allí, dicen que la curiosidad mata al gato y yo era un gato muy curioso.
Mientras me intentaba acercar sentía como mi corazón se aceleraba, como mi cuerpo temblaba por completo y casi no podía respirar, estaba a solo dos pasos de saber que era la persona que estaba detrás de esa oscuridad esa persona que cada ves que yo me acercaba el se sumergía mas en esa sombra inmensa y me arrepentí, no podía más preferí dejar de ser el gato por un momento e irme.
Al darme la vuelta sentí como mi cabeza era jalada con una fuerza inmensa, intentaba soltarme del agarre, pero era tan fuerte que sentía como si mi cabeza la estuvieran arrancando, mis gritos salían ahogados, sentía mis mejillas se encontraban empapadas de lágrimas, que me podía pasar era todo lo que se me pasaba por mi mente, lo ultimo que logre sentir era como mi cabeza se estrellaba contra una pared.
Mientras tanto en el centro de la ciudad para ser mas especifica en la casa de la abuelita se encontraba Jorge esperándola eran las tres cuarenta y siete de la madrugada donde podría estar se preguntaba el mientras por décimo cuarta vez marcaba a su teléfono el cual sonaba sin servicio.
Un poco desesperado y sudoroso despertó a la abuelita y con intriga de preguntar si ella había donde había ido miranda, pero las palabras no le salían, estaba preocupado, ella nunca lo había hecho esperar, que habría pasado se preguntaba el en su interior.
Han pasado siete horas y todavía no sabemos de miranda, abuelita- Exclamo Jorge con un tono de voz nerviosa y su palpitar acelerado, mientras caminaba de un lado a lado en toda la sala de estar.
La abuela solo lo seguía con la mirada en cada vuelta que daba alrededor de la sala-se habrá quedado divagando por allí o quizás durmiendo donde una amiga, no te des mala vida Jorge sabes cómo es ella- le dijo ella mientras realizaba un vaivén con su mano.
Su respiración comenzó a ser un poco entrecortada y sus palabras salieron como dagas hirientes para la abuelita- ¿¡AMIGAS!? ¿¡DIVAGAR!? La conozco más que usted, créame, ella no tiene amigas, no divaga por allí cuando nos vamos a ver, ella NUNCA, pero escúcheme bien NUNCA me hace esperar- se encontraba tan alterado, tan fuera de sus casillas.
Sabía que se iba arrepentir de lo que había dicho, pero era la verdad, algo le había pasado a Miranda y el necesitaba saber que había sido, no podía seguir quedándose a esperarla en esa casucha debía salir de allí y ver que podía encontrar que podía saber de su amada.
Le había prometido que la iba a encontrar si algún día se perdía, pero al parecer en esos momentos se había quedado tan estancado, que su promesa la había comenzado a realizar muy tarde, pero sabia que no estaba perdida, debía estar en algún lugar sana y salva, ella es muy fuerte era lo que pensaba mientras sus pies lo conducían a la casa de la madre muerta de su novia, tenía meses e incluso años sin entrar allí y no tenía ni la mínima idea de que podía estar esperando detrás de es puerta rústica de madera.
Al entrar a la casa la encontró tan vacía, tan fría, no se podría hallar ni una sola alma por ese vago lugar de misterio y sombras muertas.
comenzó a revisar la casa con una atención exorbitante, revisaba cada rincón, cada sombra, quería encontrar algo que le diera indicio de que ella estuvo allí, pero no fue así, todo estaba tal cual como lo dejaron el día de el entierro de la madre de miranda.
¿Dónde estás Miranda? -Exclamo con un tono de preocupación mientras enredaba sus dedos en su cabello y se sentaba en el sillón lleno de polvo de esa sala estar la cual le trajo vagos recuerdos de su infancia.
En esa sala habían pasado demasiadas cosas y el volver a ese lugar y ahora con la esperanza de encontrar a su amada era ahora un total y rotundo caos.
No tenía ni la mas mínima idea de lo que podría pasar, su cabeza daba vueltas y no encontrar hechos o solución a nada, pero creía que todo iba a mejorar y así lo esperaba o eso era lo que quería creer.
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Quizás no estoy muerta.
Science FictionTodos conocemos el típico cuento de caperucita roja, pero que pasaría si todo ese embrollo de cuentos de hadas se transformara en una realidad del siglo XXI. Si por un momento en verdad conociéramos sus verdaderos nombres y personalidades, si por un...