Sedúceme.

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Desapareció.

Eso es todo lo que se desde que no regreso esa noche, han pasado tres meses si se lo preguntan.

Su abuela ha llorado demasiado y yo he estado como un vagabundo buscándola. No hay rincón de este pueblo que ya no conozca por solo querer encontrarla y no, no me he rendido si eso piensan, nunca me rendiré si solo se trata de buscarla, ella es el amor de mi vida y hasta mi último aliento estaré allí para ella, aunque la policía la de por desaparecida, quizás hasta por muerta.

Nadie la vio salir, dice la policía que esa noche fue muy solitaria nadie supo de ella después de que salió de ese bar. Y me encuentro demasiado desesperado, no encuentro salida de este laberinto en el que me encuentro en mi mente.

Mañana va cumplir dieciocho, sería mayor de edad, se iría de este pueblo junto conmigo y haríamos una gran familia fuera de toda esta gran miseria, seríamos felices como nunca lo habíamos sido verdaderamente, pero ya no está y a veces mis pesadillas me dicen que nunca volverá y le temo a eso, temo no volver a sentir el olor de su piel, temo a no volver a acariciar su cuerpo, temo a no volverle a decir que hasta sus gorditos eran preciosos, temo a ella, temo a que mi dependencia hacia ella es más fuerte que yo mismo.

Me encontraba en la puerta del hospital, en busca de personas que habían entrado a rehabilitación.

Estaba entregando toda mi vida a encontrarla y quizás dirás o pienses, no lo sé, por que hago todo esto, desapareció, quizás ya se halle muerta en el fondo de una zanja o quien sabe. Pero no me arrepentía de entregarlo todo y a la vez una nada, por encontrarla por verla por última vez.

Por saber que estaba viva y su corazón seguía latiendo por mí, la necesitaba y una necesidad no podía desaparecer de mi ser, menos si se trataba de ella, menos si se trataba de sentir su piel, de estar dentro de su ser.

Sabía que estaba viva, porque la sentía, la veía, la seducía y ella hacía que todo en mi se erizara y yo a ella, estaba seguro que por más rotos que estuviéramos, lo único que nos quedaba era una necesidad de tenernos.

Hoy tenía una cita con el alguacil del pueblo, debía decirme que habían encontrado, me encontraba dirigiéndome hacia allá, sentía que mis ojos arder, mis piernas temblar, mi palpitar acelerar, el camino se me mostraba demasiado largo, mis pasos cortos y mis manos se movían a un ritmo exorbitante, todo mi ser no se encontraba en paz, estaba hecha un desastre y sí, me encantaban los desastres, pero cuando no eran yo.

Han pasado ocho horas y lo he sentido como si estuviera en un mismísimo infierno, si es que existe algo por el estilo, si de verdad el karma existe, yo lo estaba viviendo en carne propia, era excitante y seductor, me encantaba, pero también me hacía mierda y no era que me encantará estar en una mierda.

El alguacil se encontraba inquieto con las próximas palabras que saldrían de su boca, lo que salió fue como una bomba para todo mi ser, fue algo que sentí como todo mi ser caía en pedazos, una explosión era poca para todo mi mundo.

Sus palabras fueron claras y precisas.

Jorge Quiero que te calmes y estés atento a mis palabras- su calma me fastidiaba, como podía ser que estuviera tanta calma en este mundo vuelto de histeria, no lo entendía estaba vuelto mierda, todo mi ser se encontraba así y no sabía cómo repararlo-Encontramos algo, no sabemos si es precisamente de ella o no, necesitamos que lo veas y no los confirmes, tiene rastros de su ADN pero a pesar de eso, no estamos del todo seguros-me tense, como no podían estar seguros de algo, pero lo importante era que habían conseguido algo de ella, bueno algo que tenía rastro de su ADN e imploraba de que no fuera de ella.

Seguí al alguacil con pasos lentos y cortos a la sala del forense, en el cual se situaba en toda la mitad una mesa de metal, el ambiente era algo frío y con un toque de misterio, te provocaba escalofríos con solo pasar por allí y ahora solo imagínense como me sentía al estar allí, me fui acercando poco a poco a la mesa tenía mucho miedo de encontrar algo que fuera de ella.

Al llegar a la mesa, se encontraban varias prendas y entre todas esas un par de medias veladas llamaron mi atención, eran idénticas a las que ella solía utilizar.

El alguacil se me acerco y me ha dicho-Jorge, puedes identificar alguna de estas prendas- su voz sonaba con una seguridad, sonaba a que el lo sabia todo y solo estaba jugando conmigo para hacerme sufrir, y seguramente eso era lo que todos en este pueblo quería, lo más probable era que todo esto estuviera planeado y yo los iba a descubrir pero primero, iba a seguirles su jueguito quería ver hasta donde eran capaces de llegar con todo esto, hasta donde eran capaces de hacer que una persona se desvaneciera como ya conmigo lo estaban logrando.

Las medias, estoy seguro que son de ella, las usaba frecuentemente y estas son mas que iguales-El alguacil me dio una media sonrisa mientras me asentía la cabeza- De todos modos, iré a comprobar si en su casa se encuentran las suyas, claro si así lo desea- mi voz salió con tanta esperanza en que esas no eran sus medias por más que se parecieran, había millones iguales en este mundo, que podía hacerme creer que esas eran la suyas.

Sabemos que son las suyas, ya hemos revisado, todo indica que llevaba estas medias justo en el momento de su desaparición, no hay nada mas que hacer, las cosas indican de que quizás este muerta, se han encontrado sospechas que noches anteriores había seducido a un joven y el no se detuvo hasta que la tuvo en su posesión, quizás es un poco bizarro todo esto que te digo, pero es lo que tenemos hasta ahora y lo que mas nos cuadra en todo este misterio-No eso no podía ser cierto, ella no haría eso, ella me ama.

Sentí como una furia se apoderaba de mí, no me supe controlar mi puño se encontraba estampado contra la mandíbula del alguacil, Salí corriendo de ese lugar, no sabia que hace, ni que pensar, como podía decir eso, eso no era verdad, lo sabía, lo sentía, necesitaba irme de ese lugar, necesitaba aclarar mi mente y allí no lo iba a lograr.

Tomé el auto de mis padres y me dirigí hacia el puente era un lugar tranquilo y quería estar allí.

Comencé a divagar sin rumbo fijo, sabía que terminaría en el puente, pero primero quería ver a las personas, quería ver si podía lograr ver sus máscaras y seguramente hasta descifrar un enigma en mi mente de ellos.

Por la radio pasaban miles de canciones, un tras de otra, ninguna llamo mi atención hasta que la escuche, escuche esa canción que era la nuestra, la que un día le había dedicado y la cual nos sabíamos de memoria, no podía escucharla, no ahora, no cuando ella no está a mi lado con su mano en mi pierna haciéndome círculos, no cuando lo único que puedo sentir de ella es una presencia fantasmal.

Al llegar al puente, vi nuestro candado, quisimos poner uno como lo hacen en muchas ciudades, pero este era un poco diferente, estaba magullado por algunas partes, casi no cerraba y tenía una frase en latín, era simplemente hermoso.

Sentí como la melodía de mi cabeza comenzó a sonar, lo tomé y mi corazón parecía haberse parado por unos instantes, era ella, ella me estaba llamando, sabía que estaba viva y allí se encontraba la prueba viviente.

Alo, dime ¿dónde estás? - mi voz salió como un niño desesperado por su dulce y mi sonrisa desapareció cuando solo escuche una sonrisa en la otra línea.

¿En verdad sigues creyendo que ella está viva? No seas iluso, eso no va a pasar, ríndete mejor-su voz sonó tan firme, tan decidido con todo lo que decía, pero eso no podía ser verdad, ella no podía estar muerta o ¿sí?

Ella no podía estar muerta o si, estaba dudando y eso no me gustaba...

Quizás no estoy muerta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora