21.

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Narra Sel

Aún no tenía la más remota idea de lo que pasaba, pero solo sabía que me gustaba estar con él.

Ahí sentados, me retranqué en su hombro y suspiré.

-Sel, ¿puedo decirte algo? -Cuestionó

-Claro, qué pasa. -Dije sin verlo.

-¿Pero no te vas a enojar?

-Supongo que no. -Lo miré.

Sentía una sensación bastante agradable.

-Tú... no tienes novio ahora, ¿cierto?-Se me hizo bastante extraña su pregunta.

-Emmm, no. ¿Por qué?

Sólo se me quedaba viendo, analizándome

-No, no, por nada. Simple curiosidad.

-¿Curiosidad? Oh, entonces yo también tengo curiosidad. ¿Tienes novia?

-¿Yo? ¿Novia? -rió- No, solterito, solterito

Inconscientemente sonreí, sintiendo sensación de alivio.

Me encantaban sus ojos.

De repente recibió una llamada, rompiendo nuestro contacto visual.

Sacó su celular, pero no contestó.

-¿Quién era? -Pregunté curiosa.

-Número desconocido. -Contestó.

-Hubieras respondido, pudo haber sido algo importante.

En ese momento nos quedamos mirando.

-No puede haber nada más importante que estar contigo.

Terminó esa oración, y yo sentía que muy pronto mi corazón iba a explotar.
Me había quedado sin palabras.

Me gustaba esta adrenalina, me gustaba el sentirme así con él. ¿Qué es lo que está pasando conmigo?

-Em, creo que ya me tengo que ir. -Le dije.

-Te acompaño a tu casa, ya es tarde.

No me podía negar.

Empezamos a caminar en dirección a mi casa, ibamos platicando, de repente cruzabamos miradas y reíamos.

Me sentía bastante alegre.

Ya habíamos llegado a mi casa.

-Bueno, gracias por todo Edwin, me la pasé muy bien

-Gracias a ti, que tengas una muy buena noche.

Se estaba acercando para despedirse, cosa que me puso bastante nerviosa. Pero algo nos interrumpió.

Se escuchó el sonido de la puerta abrirse.

-¡Sel! -Gritó mi mamá, Edwin y yo dimos un pequeño brinco del susto.

Sentía la sangre correr por mi rostro.

-¡Mamá! ¿Qué haces? -Dije un poco frustrada.

-Pero por qué no me dijiste que estabas con este muchachito. -Sonrió mirándolo.

-Buenas noches señora -Le sonrió a mi mamá y se acercó para saludarla.

Yo solo tragué saliva.

-Pero pasa, pasa. Quédate a cenar. -Abrí mis ojos y fruncí el ceño. Mi corazón empezó a latir muy rápido.

-No mamá, él seguramente tiene planes para hoy. -Lo miré y sonrió divertido.

-Sería un placer quedarme -Me fulminó con la mirada.

Genial.

-¡Pero que gusto! Pasa. -Entró Edwin y seguido yo.

Su cercanía no era nada buena.

Caminamos hacía la cocina.

-respiré profundamente- Toma asiento- Le dije.

-Con gusto. -Se sentó, y en ningún momento me despegó la mirada.

-Pon la mesa Sel. -Ultra mega genial.

Me ví obligada a poner la mesa, empecé a buscar los platos, vasos, y cubiertos. Mi mamá había preparado lasagna.

Coloqué todo en la mesa, y noté que me seguía mirando. ¿Por qué no deja de hacer eso? Me pone nerviosa.

Me senté en una silla frente a él, y mi mamá al lado mío.

Me estoy empezando a sentir incómoda.

-Come Edwin, con confianza.

-Muchas gracias señora. -Sonrió y se empezó a servir. Lo imité.

Mientras comíamos él y yo intercambiabamos miradas muy constantemente.

No podía evitarlo. Por un momento se me olvidaba que mi mamá estaba ahí.

-¿Para cuándo me lo van a confirman? -Preguntó mi mamá, lo que hizo que yo empezará a toser.

Agarré el vaso con agua y empecé a beberlo rápidamente.

-¿Confirmar que, perdón? -Pregunté alterada.

-Su noviazgo. -Mis manos empezaban a sudar y no podía controlarme.

Miré a Edwin y él sólo me veía sonríendo. ¡Maldita sea! Que diga algo.

Sólo nos quedamos mirando, sin saber qué decir. Yo estaba bastante apenada, y él... en realidad no podía describir su reacción.

-Uy, ya veo lo que pasa aquí- Miré a mi mamá, y se paró de la mesa- Creo que necesitan algo de espacio.

Recogió sus trastes, y se retiró, podía escucharla subir las escaleras.

Yo volvía a tomar el vaso y beber de él.

Ni siquiera podía verlo a los ojos. ¿Qué es lo que acaba de pasar?

-Creo que tu mamá nos shippea. -Dijo riendo.

-Que ocurrencias ¿verdad? -Dije aún sin verlo.

Tenia mis manos en la mesa, cuando él puso las suyas sobre las mías. Lo que me obligó a alzar mi mirada.

Es que ¿acaso él sentirá lo mismo que yo? Los mismos nervios, el mismo sentimiento.

No quité mis manos, al contrario, sujeté las de él igual, y ahora era yo quien no le despegaba la mirada.

Esto que siento de verdad no es normal.

Y me gusta sentirme así, pero algo me dice que a él no le pasa lo mismo.

¿Será que sus miradas son algunas señales?

-Edwin, ¿por qué me preguntaste si tenia novio? Y no me digas que por curiosidad. -Pregunté seria.

Él solo miraba nuestras manos.

-Creo que me interesas.









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Holaaaaa, lo sé, volví a desaparecer.

Pero espero este capítulo lo recompense.

¿Les va gustando la historía? :)





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