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                Esta historia comienza en una hermosa y colorida tarde de otoño, año 2006. En los suburbios de Los Ángeles, dentro de una hermosa casa de dos pisos, adornada con un jardín lleno de rosas rojas y caléndulas amarillas, había ocurrido un asesinato, el cual se sumaba a los tres anteriores cometidos durante el mes. Un auto se había estacionado en frente del hogar, del mismo bajó un señor de aproximadamente 35 años, cabello rubio, tez blanca y ropa elegante. En su mano derecha portaba una bolsa llena de pastelillos, y en la izquierda sostenía las llaves de su amado hogar.

Al abrir la puerta y notar que las luces de la sala y de la cocina se encontraban apagadas, se extrañó mucho, ya que el auto de su esposa se encontraba estacionado en frente del suyo.

-Leslie, William, ¿están aquí? – preguntó el hombre, sin obtener respuesta alguna. Dejó la bolsa sobre el mesón y se dirigió hacia el segundo piso en busca de su familia. Las luces del segundo piso se encontraban igualmente apagadas, a excepción de una, una que solo se notaba debajo de la rendija de la puerta. La puerta que daba a la habitación de su hijo. El hombro volvió a gritar los nombres de su esposa e hijo, pero no obtuvo respuesta. Comenzó a ponerse nervioso, por lo que se apresuró hacia la habitación, tomando la manilla, abriendo la puerta.

La luz inundó su visión por unos segundos.

Un olor metálico penetró su nariz.

Su visión volvió.

Sus ojos se encontraron con los de un hombre.

Un hombre que no aparentaba tener más de 30 años, muy delgado, cabello rubio y despeinado, tez semi rosada y pecas en su rostro. Aunque sus ojos parecieran estar perdidos en el vacío, el pobre hombre sabía que el sujeto lo estaba penetrando con la mirada, con una mirada que contenía ira y desgracia. Su ropa estaba manchada de sangre, al igual que sus manos y pies. En ambas manos portaba un cuchillo, cada uno se encontraba lleno del líquido carmesí. Pero el sujeto fue lo que menos le importó al hombre, a quien solo vio por unos segundos. Eran los cadáveres masacrados de su esposa e hijo, lo que le importaba. Lo que lo destrozaba.

Las extremidades mutiladas de su esposa e hijo, su propia sangre derramada por toda la habitación, los rostros de aquellos que hasta hace algunas horas formaban parte de sus buenas memorias, ahora no eran más que muecas deformes y sanguinolentas.

El asesino caminaba lentamente hacia el hombre, quien no dejaba de ver la masacre que había ocurrido. Alzó su mano derecha y colocó el cuchillo en el pecho del hombre, quien inconscientemente lo tomó sin dejar de observar a su familia. El asesino siguió caminando hacia el pasillo, sin siquiera mirar hacia atrás. El hombre cayó de rodillas, sosteniendo el cuchillo entre sus brazos, llorando desconsolado.

DOCE HORAS DESPÚES...

CHAT PRIVADO EN MSN – 8: 25: 43 a.m

-"Luther23: Brandon. Responde."

-"QWERTY: ¿Qué ocurre?"

-"Lucas23: ¿Supiste del asesinato?"

-"QWERTY: Ya me he enterado"

-"Luther23: ¿Conseguiste acceder a la base de datos?"

-"QWERTY: Es muy difícil. Creo que reforzaron el código desde la última vez que entramos"

-"Luther23: Es cierto, yo tampoco he logrado acceder. Te avisaré si logro entrar, seguiré intentando"

-"QWERTY: Gracias, igualmente"

CHAT PRIVADO EN MSN – 9: 01: 04 a.m

-"Luther23: LO HICE. ACCEDÍ"

-"QWERTY: ¿En serio? ¡Envíame el código¡"

ANONWhere stories live. Discover now