Mirarme,
y no verme.
Tocarme,
y sentirme ajena
en mi propia piel.
Escucharme,
y no reconocer
esa voz que suena
como por un parlante.
Mirarme,
y no verme,
es como no existir,
ni para mis propios ojos.
Mirarme
Mirarme,
y no verme.
Tocarme,
y sentirme ajena
en mi propia piel.
Escucharme,
y no reconocer
esa voz que suena
como por un parlante.
Mirarme,
y no verme,
es como no existir,
ni para mis propios ojos.