Noche buena y Navidad trágica.

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ACACIA:
Hoy es un día especial para todo el mundo, menos para mi permanezco en hospital desde el accidente. Mi vida ha cambiado y ni siquiera tuve la oportunidad de ir al funeral de mis padres.

Escucho a los pacientes celebrando, hay risas y seguramente personas abrazándose y yo no puedo hacerlo. No he visto a mis abuelos desde que llegue al hospital y creo que se han olvidado de mí, me siento deprimida y tengo muchas dudas.
El sueño me está agotando y siento que es lo mejor, no he podido dormir como solía hacerlo, las pescadillas han perseguido mi descanso. Al final no vendrá nadie ya me arte de levantar la vista a la puerta y ver que mis abuelos no vendrán, son personas mayores y seguramente están cansados me siento una carga y una molestia para ellos, extraño los abrazos de mi madre, extraño jugar pelota con mi padre.
El cansancio acumulado me venció por completo mis párpados se cierran y yo me inundó en un sueño REM.
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Por la mañana despierto cerca de las 8:30 am. Notó un enorme regalo encima de mi regazo. Se trata de un oso panda de peluche y un globo en forma de corazón diciendo feliz navidad y próspero año nuevo. Sonrío porque no esperaba ningún regalo especial a estas alturas, porque ahora daría todos los obsequios por la vida de mis padres.
En mi habitación no hay nadie, así que tengo curiosidad de quién pudo haberme dejado este detalle.
Levanto la mirada y observo entrar a Estefania con un café caliente en la mano.
—¡Ey, hola por fin despertaste!.
—¡Hola!
Me siento bien al menos de poder mirar a alguien en estos días.
—¿Cómo te sientes?
—Cansada, no he dormido lo suficiente
Da ligeros sorbos de café y se sienta en aquel sillón del rincón con la pierna cruzada, se ve hermosa a pesar que lleva el uniforme puesto.
— ¿Te gustó el regalo?
—¡ Es lindo, gracias no esperaba nada en esta navidad o las siguientes!.
— ¡No digas eso!—. Me regaña ligeramente, se ha puesto sería.
Bajo la mirada, me pongo acariciar el oso de peluche, tan suave.
—Lo siento...
—No te preocupes, sólo ya no hables de ello y sigue con tu vida. Ha dado otros sorbos al café, creo que ya se le está enfriando.
—¡Quizás tengas razón!.
— ¿Y tus abuelos dónde están?
—No lo sé, no los he visto desde aquel día...
Estefanía abre los ojos, está sorprendida y creo que yo también lo estoy. Mis abuelos no eran así, han cambiado.
— ¿Cómo es posible estas gilipolleces?
Quise cambiar de tema sobre la conversación, pero no sé qué hablar, si digo de mi pasado recordaré a mis padres y si digo de mi futuro creo que soy muy pequeña para decidir.
No entiendo su molestia pero acepto que tiene razón.
Se llenó la habitación de silencio.
— ¿Quieres jugar?—.
—¡Vale!.
—Siempre quise una hermana para tener con quién jugar, pero no estaban en los planes de vida de mis padres
—¿Por qué?.
—¡No tengo ni la remota idea!—.Da un suspiro enorme. Estefania se ha puesto de rodillas para acercarse hacia mi acomoda mi cabello, sostiene el oso panda y hace movimientos como si caminara.
Hace una voz curiosa para darle vida a mi imaginación con el muñeco de peluche. Hasta qué se acerca a mi mejilla derecha hace muecas y sonidos de chasquidos y me da un ligero beso con el oso, siento la caricia y el rose del pelo artificial asemejado al algodón.
Me la paso agradable un rato con su presencia, hasta que se ha cansado de las rodillas y la misma postura, así que se incorpora; vuelve a sentarse en el sillón ya no tiene café, sólo el embace.
Después de una hora y media escuche que la puerta había sido abierta. Son mis abuelos, tienen cara sería e ignoran la presencia de Estefanía.

— ¡Hola Leyre!—. Dice mi abuela con postura amarga.

Detesto que me llame así.

—¡Hola abuela!.
Trato de sonar ruda.
— ¿Cómo sigues de tus lesiones?
—¡Voy de mejoría!.
Vuelvo a enfocar mi entretenimiento con mi oso panda.
— ¿Quién te lo dio?
—Estefanía...
—¡Ah, ella!...
Claramente mi abuela le desagrado su presencia.
—¡Hola señora!
Extiende la mano para saludarla de manera educada, pero mi abuela ni siquiera le regreso el saludo.
Mi abuelo está callado pero él si la saludó extiende la mano con media sonrisa.
Ver esa escena me da tristeza
— ¿Cómo están?
— ¡Bien, Estefanía gracias superando la muerte de mi hijo!—. Dice mi abuela sin ponerle atención, está con su libreta anotando algo.
—¿Y tú Estefanía?—. Interroga mi abuelo con más libertad.
—Con algo de trabajo pero bien
Trataba de ser cordial.

—Bien señor Biel
El lugar es tenso a pesar de mi poca edad puedo distinguir cuando algo está mal y que las palabras son las que faltan.

—Creo que aquí vengo sobrando, con permiso.

Estefanía se despide de mí, con un beso en la mejilla
Con media sonrisa lo hace con mis abuelos pero la reacción de mi abuela es completamente rara. Tal vez es la edad.

—¡Feliz Navidad abuelos!.

—Gracias Leyre, tu igual!—. El tono despectivo de mi abuela me deprime más de lo que estoy.

En cambio mi abuelo sus palabras son cálidas al igual que sus abrazos, me ha traído un chocolate.

—¡Querido, no puedes darle chocolate?

—¿ Por qué no? Es tan sólo uno, no la caja entera—. Refuta las mejillas se le han puesto coloradas y la expresión facial sería, se ha molestado.

—¡De todos modos no tengo hambre!

Le devuelvo el chocolate a mi abuelo y me doy media vuelta en posición fetal, abrazo al oso que mi amiga la oficial me ha obsequiado.

Me siento como un perrito faldero.

— ¿ Por qué estás tan rara estos días?—.

— ¿Rara en qué sentido?—. Reclama alzando la voz, su mirada impaciente y llena de arrogancia.

Escuchar esa conversación, me llega el último recuerdo que tengo de mis padres, reprochándose a gritos.

—¡Si, tienes un comportamiento extraño desde que fuiste a la casa de nuestro hijo!—.

—¡ Por supuesto que no Biel, siempre he sido la misma!.

—¿ Ah, sí?, ¡Pues hoy te desconozco completamente!

—Hablando de la casa, quiero decirte que la he puesto en venta! Y ya recogí las pertenencias de mi hijo en la casa—. Sin ningún remordimiento. 

— ¿Qué hiciste qué Analy? Habíamos quedado que íbamos a hablarlo en unos días y quizás si decidíamos venderla crearíamos un fideicomiso para Acacia.

AUSENCIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora