Haz sentido que tu vida cambia en un momento, por un solo suceso. Esas veces donde que ya nada va a ser como antes, ya sea algo bueno o algo malo. Ese preciso momento donde sabes qué fue lo que hiciste para que todo cambiara. Pues eso me paso más de una vez, más de dos, puedo decirte que más de cinco.
A mis 16 no he vivido lo suficiente, a mi edad no tengo motivos para decir que mi vida es una mierda, porque realmente siempre tuve lo que necesito. He escuchado por todas partes, familia, amigos y conocidos que no tengo que quejarme de mi vida por mi corta edad, que lo peor viene después. Si sentía que ya no podía con tanto peso no quería que esto se jodiera más. Odiaba sentirme del asco sabiendo que no tenía derecho de hacerlo, así que comencé a hacer de vida aún más jodida para tener motivos para mi depresión. Aunque el problema no era eso.
Siempre sentí que todo era mi culpa. Sabía que había algo mal en mí, pero nunca me imagine que me volvería en un total problema.
En el preescolar a la maestra se le ocurrió que era buena idea decirles a sus alumnos de 4 años, el acontecimiento más mórbido, tal vez lo era para niños de esa edad. Dos alumnos de 4 años fueron detrás de los salones, salones muy cómodos donde cualquier niño se sintiera en casa, atrás de estos había un pasillo muy largo con pasto recién podado y tan verde como si el sol alegrara cada raíz. Tan inocentes tal vez, tan pequeños quizá yo no lo creo, se acercaron jugando y sin pensarlo mucho sus labios se acercaron rozando unos contra otros, eso les producía cosquillas en sus pequeñas, lisas, suaves y redondas pancitas. Hicieron que esos segundos se volvieran cada vez más largos, y quisieron intentar más. Probaron acariciar sus cuerpos, por debajo de su pequeña falda bien planchada el pequeño quería ver aún más. Con la yema de sus dedos acariciaba su pierna. Esos pequeños dedos tan inocentes pero de mente tan perturbada, su cuerpo tan pequeño pero con gran morbosidad. ¿Cómo tanta maldad podía caber en un cuerpo tan lindo y hermoso a la vista de Dios? La ventana de uno de esos salones iba a ser su perdición. El grito que emitió uno de las maestras espanto a los pequeños niños jugando a algo de adultos. Dejaron su juego, el pequeño muchachito llevo sus manos a la boca tan sucia y cubrió esa sonrisa de psicópata. Los dos muertos de risa salieron corriendo por el pasillo que ya no era tan largo y el pasto no tan verde. La moraleja que podía dar la maestra era que no podíamos jugar con nuestros cuerpos, no debíamos besarnos y por ningún motivo debíamos dejar que alguien nos tocara ni por juego. Desde ahí sentí que algo iba a cambiar en mi mundo de amor y juegos, algo iba a cambiar en mi mente. Comencé a imaginarme todo ese escenario. Sus miradas, sus cuerpos, el juego completo ¿cómo es que los niños jugaba con sus cuerpos?, ¿cómo se besaban las personas?, ¿qué tenía que pasar antes de que las personas rozaran sus labios con tanto amor?.
Así de miles de preguntas, pensamiento me invadían y no sentía que era mi mente algún intruso había implantado pensamientos desagradables, pero que fácil es culpar a alguien más en vez de aceptar que no era una niña normal que pensaba en castillos y princesas.
Los padres tenían que pasar por sus pequeños a la escuela. En esos hermosos salones, claro que para una niña todo le parecía perfecto y divino. Los progenitores hacían una fila por fuera del salón, este tenía unas ventanas grandes donde se podía ver claro el interior del aula, sin ningún problema. Emocionada por ver a mi madre me pare enfrente de las ventanas esperándola para que me llevara a casa, cada padre pronunciaba el nombre de hijo y la maestra le daba el anuncio de que su padre había venido por él. Así estuve esperando a mi madre pero no podría verla, solo apreciaba por la ventana el grupo de madres formadas. Al voltear ligeramente a la derecha el pequeño psicópata penetraba en mi su mirada pero esta vez era una mirada confundida, se notaba perdido, pudo saber que algo en el no estaba bien no era un niño como mis amigos. Hasta ahora entiendo que tenía algún tipo de autismo. Lo mire un buen rato pero en instante ya me tenía con sus manos asquerosas, quería besarme pero no sentía que era un beso de amor, quería besarme de una forma tan espantosa. Comenzamos a forcejear con el tomaba de mi cabeza para dar el beso pero yo trataba de zafarme golpeándolo con mi hombro así estuviste un buen rato hasta que llego el momento perfecto de terminar esto,sentía que mis movimientos siguientes no eran los míos, mordí su mano con tanta fuerza y al soltarme lo empujé tirándolo al piso donde pude tomar su pequeña y frágil cabeza azotándola contra el áspero y frío suelo. Su nariz comenzó a sangrar pude detenerme su último grito fue una alerta para mi donde sabía que me metería en problemas, al voltear a ver a las madres formadas, hicieron una mirada donde supe que era mi culpa ¿por que sería mi culpa?, ¿por qué nadie me ayudo? No comprendía nada, yo solo me denfendi ¿no deberían protegerme desde el inicio? Con esa mirada pude odiar a cada una de esas señoras que esperaban a sus estupidos y jodidos hijos. Lo qué pasó después no lo recuerdo tampoco el origen de tanta ira.
El tiempo pasó y ese hecho no me parecía relevante tanto así que no tuve la intención de contárselo a mi madre pensé que me diría que yo era la culpable y eso me daba miedo.
Cómo todos los niños teníamos un amigo (a) con la que éramos unidos, donde puedes jurar que conseguiste a la mejor amiga del mundo y para toda la vida, pero nadie les explica a los pequeños que es una patética mentira al menos en la mayoría de los casos. Pasaba tanto tiempo con esa niña hacíamos todo juntas. En una mañana la maestra tan risueña pidió que hiciéramos una regla conoceríamos las medidas, mi amiga y yo decidimos hacerlo juntas para terminar más rápido, era un proceso demasiado laboriosa para tales pequeñas, cortar el papel pegarlo y escribir muchos pasos. Al terminar estábamos contentas por qué fuimos las primeras y corrimos casi saltando a mostrar nuestra perfecta imperfecta regla de papel con hojas tan coloridas y una letra casi entendible, al llegar, la estupida maestra dijo que era una por persona, estuvo a ciegas ante el proceso y lo que me esforcé en hacerla pero eso no fue lo peor mi "amiga" dijo que era suya ¿Qué mierda piensa? Yo hice la mayoría ella solo tuvo su trasero en el asiento, se quedó con el trabajo y tuve que hacer el mío. Los malditos niños salían del salón para disfrutar su descanso pero yo no, sentada en una silla miniatura, y una mesa pequeña enfrente de mi, en un pequeño y asqueroso salón, estaba terminando mi estupida regla y ya no pude salir a mi descanso. Me quede en el salón esperando a que mi mejor amiga llegara la vi entrar con un par de niñas, riendo y jugando entre ellas. Aprecie su cara para ver si en ella existía algún tipo de arrepentimiento, la observé con cuidado pero algo en mi me decía que ella no estaba arrepentida ni un poco, que lo hice para que yo me quedara sola en el salón, ella planeo cada instante. Mi mente empezaba a estallar, el calor se acumulaba más, el puño comencé a cerrar y ya no había marcha atrás. Mi pequeño puño golpeó su estupida cara recordando cuando mi papá y yo jugábamos a boxear me vino a la mente una voz que decía "con puño cerrado" la tomé de sus cabellos y jalé con demasiada fuerza no quería soltarla, lo único que me detuvo fue la maestra tratando de separarme hasta que desgraciadamente lo consiguió, si ella no estaba arrepentida yo tampoco lo estaría. Lloro tanto que no recuerdo que parara, al final de la clase todas las madres llegaron por sus hijos, la mía junto con la de mi amiga llegaron al final y notaron que algo andaba mal. Las dos nos encontrábamos en una pequeña sala que tenía el salón donde había siento de libros que llegaban hasta el cielo y un sillón azul tan grande y cómodo. Ahora que visito el salón solo había unos cuantos de libros, un solo sillón pequeño y viejo, nunca existió ese lugar tan encantador solo estaba en un recuerdo. La maestra explicó a su modo lo que había pasado mientras que la pequeña amiga me pedía perdón por lo que había echo yo solo podía pensar que tuve lo que quería. Lo qué pasó después no lo recuerdo, probablemente fui regañada y golpeada por mis padres pero no sé exactamente qué pasó mi memoria de niña no era la mejor.
Considero que siempre he sido una niña muy imperativa, mi papá teniendo dos niñas no fue lo sifiencientemente delicado quería volvernos más fuertes con juegos rudos a mi hermana mayor le molestaba un poco pero yo disfrutaba ser ruda y así fui creciendo.
En el último año del preescolar sucedió una última cosa. En el patio de aquella hermosa escuela había unas llantas de colores enterradas en ese suelo con el pasto recién podado, todos los niños se formaban uno tras del otro para poder saltar sobre las llantas una por una sin miedo a poder caerse. Era mi turno salte sobre la primera y casi perdía el equilibrio pero pude controlarme junte mis pies y me arrodillé un poco para emprender el segundo salto a la siguiente llanta así fui saltando hasta que noté que un niño me impedía el paso así que le pedí que se moviera o saltara de una vez pero algo en su mirada me dijo que no se quitaría, le pedí nuevamente que lo hiciera pero no avanzaba, hasta que volví a tener ese sentimiento de ira y con mis pequeños brazos empuje al niño haciendo que se cayera a la próxima llanta su barbilla cayó en ella haciendo que su boca sangrara se levantó muy deprisa y salió corriendo después de eso sentí algo extraño que le hizo no sentir arrepentimiento y yo seguí saltando en mis llantas queridas con una sonrisa tan demoniaca. Es lo que más recuerdo el preescolar.
Mientras tanto en mi casa yo sentía que las cosas eran normales, pero una acción hizo que viera a mi madre muy diferente.
Era de noche ya estábamos a punto de dormir aún no me ponía mi pijama, la noche era oscura y fría mis padres estaba en su cama junto a la litera de mi hermana y mía estaban tan pegadas que en cualquier momento de la noche podría acostarme junto a ellos. Antes de que me cambiara mi madre comentó que había un olor muy feo, todos estaban extrañados pero lo pasaron por algo, yo sentía que era mi culpa así que fui al baño un baño color rosa alegra tan brillante y baje mis calzoncillos de dora la exploradora y me di cuenta que había defecado en estos lindos calzoncillos. Pensé que sería buena idea decirle a mi madre antes que ella se diera cuenta por si sola y me golpeara. Sin ningún temor le dije que ya había descubierto que era el olor, que provenía de mi por qué hice mierda. Pero la reacción que hizo no fue la que esperaba, la primera palabra de su boca fue una grosería después con la cara totalmente desfigurada tomó mi pequeño brazo y comenzó a jalarme hacia el patio detrás de la casa, ella iba hablando más bien gritando me estaba regañando y pensé que ese sería mi castigo pero nos dirigimos a la llave de agua, donde conectaba una manguera color verde. La abrió y lo qué pasó después nunca me lo imaginé, me empapo con esa agua tan fría que me cortaba todo el cuerpo en esa noche tan terrible el aire soplaba de una manera espantosa y el calor no existía. Llore, llore tanto hasta el cansancio, suplicaba que me dejara en paz pero ella seguía mojándome y gritando la razón de sus actos. Al final se detuvo y es la primera vez que me había pedido perdón por lo que había echo, claro que la perdone siempre lo haría. Son mis recuerdos, como malos también tuve muy buenos estoy segura, pero desagradablemente la gente recuerda lo malo en vez de lo bueno. Así fue como pase mi bendita infancia.
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Tú y yo, ella y tú
Misteri / ThrillerUna luz que no existió Un alma que se apagó Y es que mi luz nunca me exigió Descubrir lo que soy Donde se escondió Por qué se ocultó L.M.G.G