Jaejoong pertenecía a una familia de una élite privilegiada, desde muy pequeño fue preparado para hacerse cargo del imperio empresarial de su familia.
El creía que tenía todo en la vida, dinero, amor y belleza. Su vida está resuelta desde su nacimi...
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Pov Jae
"Cuando las almas se tienen que encontrar, el destino acerca los mundos, borra la distancia, une los caminos y desafía lo imposible..."
Era viernes por la noche y las luces de la ciudad se reflejaban en el cielo. Nubes anaranjadas se asomaban en el horizonte de mi balcón. Me acerque al borde de la terraza y me pregunte si estaba a punto de ser plantado por mí prometida por tercera vez en aquella semana.
Todavía no entendía como siempre ella se salía con la suya, me pedía disculpas y yo simplemente la perdonaba. Era un mal hábito al que ya estaba acostumbrado.
Sandara Park era la mujer más fría y calculadora que había conocido desde mi dieciochoavo cumpleaños y de eso han pasado dos años. Tiempo suficiente para conocer todas sus excusas al revés y al derecho.
Todo había sido muy extraño, digo no es como si nosotros podríamos negarnos a estar comprometidos. Solo había sido impuestos por nuestros padres y debíamos aceptar y punto. En ese momento solo había dicho que sí, porque era mi deber como el hijo mayor.
Claro tenía mis sentimientos, ella me agradaba en algún punto. Su belleza era indiscutible al igual que su elegancia y osadía que eran sus mejores cualidades. Claro también detestaba su arrogancia y ese poder de querer pasar por encima de cualquiera.
Nadie era perfecto y menos ella.
La sensación de la habitación era nostálgica. Había pasado tiempo en este apartamento que me sentía asfixiado. A veces tengo ese pensamiento de que mi vida no me pertenece. Es mi vida, y si la elegí o no, es la vida que tengo.
Estoy buscando en mis sueños en mi vida, siempre buscando. Simplemente no sé. Tengo suficiente dinero para no trabajar, una hermosa prometida y un apellido que es respetable. Pertenecer a la familia Kim es un privilegio que no muchos pueden tener.
Mi celular sonó. Sabía que no era Dara ella solo aparece al siguiente día con una sonrisa radiante y con ese don para manipularme a su antojo.
Tenía que ser mi secretaria por algún problema en la empresa y en ese momento quería todo menos trabajar. Trate de ignorarlo pero no pude. Realmente me sorprendí cuando vi que era mi hermana menor la que me llamaba.
Soo Jin era un dolor de cabeza. Si estaba llamando era porque se había metido en algún problema y quería que la sacara sin que nuestro padre la descubriera.
— ¿Qué paso?—pregunte mientras me ponía en el odio.
—Hermanito, porque crees que paso algo. — Dijo Soo Jin su voz se escuchaba nerviosa y tensa.
—Solo me llamas cuando hay problemas. —dije con una pequeña sonrisa.
