E.- Escultura

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—¡Maldito seas! —Arrojó el cincel con frustración, el azulejo del piso quebrándose con el impacto.

Lágrimas empezaron a desbordar de sus ojos, su vista borrosa pese a que trataba de enfocar la cara enfrente de él.

Karma llevaba una década tratando de esculpir una réplica exacta de su difunto marido, pero sin importar cuántos retratos pintara con acrílicos, óleos y acuarelas, cuántas libretas llenará con trazos a lápiz de carbón, cuántas pequeñas esculturas de arcilla moldeara, y por consecuencia quebrará, sin importar cuánto tratara de recordar el rostro de Gakushuu.

Nada era suficiente, nada era idéntico al amor de su vida.

Sin importar cuántas flores y hierbas sembrará y viera florecer, ninguna olía como el cabello de Gakushuu después de una ducha, sin importar que la misma botella de champú siguiera en el baño. Nada olía como Gakushuu después de tomar un baño en la tina, sin importar que los mismos aromatizantes, jabones y ambientadores siguieran en el mismo lugar.

Sin importar que tipo de comida hiciera, sin importar que ingredientes usará, nada se asemejaba al sabor de los labios de Gakushuu, ni a la textura de sus besos.

Karma estaba harto, había llegado a su punto de quiebre, él sabia que estaba cayendo en la desesperación de la soledad después de perder a su esposo, aquel que creyó que lo acompañaría por el resto de su vida.

Ya no podía más, nada era perfecto, nada podía ser igual a Gakushuu. Al menos esa mentira se decía constantemente frente al espejo.

La realidad era que ya no recordaba a Gakushuu, no completamente.

A veces, cuando soñaba, Gakushuu olía a canela y cacao, otra veces, era menta, y cuando se sentía particularmente deprimido, era un olor a miel y té de manzanilla.

A veces, recordaba que Gakushuu prefería la comida salada, pero aun así recordaba un olor dulce que salía del aliento de Gakushuu después de cada comida, quizá ambos recuerdos eran correctos, o quizá ambos estaban erróneos.

A veces, recordaba que Gakushuu tenía cabello naranja y ojos lilas, o quizás era rubio y tenía ojos rosados, o quizá era albino y tenía ojos verdes...

Simplemente, ya no lo recordaba claramente.

Aún tenía fotos, Karma sabía cómo lucía su difunto esposo, pero eso no significaba que su mente siempre lo hiciera.

Y mientras más miraba la escultura incompleta frente a él, se dió cuenta que quizás ya nunca lo recordaría correctamente.

Su memoria era perfecta, pero el rostro de su amado se desvanecía con cada amanecer.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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