UNO

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Abrí los ojos, el golpe que me habían dado había sido fuerte. Intenté gritar cuando vi a lo que identifiqué como un doctor intentando ponerme una mascarilla.

—Tranquilo joven, cuenta hasta 10 conmigo. Te han golpeado y necesitas operarte de urgencia.—oyó, por lo que hizo caso.

—Uno...dos...tres...cuatro...cinco...seis—no pude acabar de contar ya que mis ojos se volvían a cerrar.


Los doctores sonrieron.

—Se lo ha creído—susurró la enfermera. Su superior asintió y con el cúter en la mano empezó a abrir el pecho del joven que yacía inconsciente encima de la camilla.

—Nos darán mucho dinero por este pulmón.—habló un ayudante que había por ahí cerca.

—Si. Podríamos hacernos ricos gracias a esto. Ha sido la mejor idea que he tenido nunca.—murmuró el doctor mientras sacaba el órgano antes mencionado.

La puerta se abrió dejando ver a otro enfermero bastante apurado.

—Doctor Highberth, los señores están esperando fuera, están bastante furiosos y alterado, dicen que tiene cinco minutos para darle los órganos—jadeó el recién llegado.

—Dígales que me sobran cuatro.—dijo el especializado.

Después de que el enfermero se fuera cosieron al paciente y llevaron los órganos que habían extraído hasta una mesa de metal en donde los meterían en bolsas que se han fabricado para ese uso y los llevarán hasta los mafiosos.

—Ya era hora, creíamos que íbamos a tener que actuar con violencia.—habló el jefe cuando los avistó.

—Tranquilo señor, les dije que sólo necesitaría media hora y aquí están, los órganos de su hijo. Ahora deme el dinero y esto nunca ha pasado.—habló con seguridad el doctor.

El jefe de la mafia asintió, cogió los órganos de su ahora difundo hijo y le entregó un maletín lleno de billetes.

—Ha sido un placer trabajar con usted, doctor Highberth.—casi susurró el mafioso.

Abrí los ojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora