Nadja y Keith

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Habían pasado 5 años desde que Nadja se había encontrado con su madre y al poco tiempo se había separado para volver a la Compañía Dandelión.

Se habían ido para ir a América donde Nadja pudo mejorar su ballet y aprender nuevos bailes.

Ella se había estado mandando cartas con los gemelos Harcourt, pero a los pocos meses dejo de escribirse con ellos, y los hermanos no se podían poner en contacto con ella, aunque no dejaban de mandarle las cartas al orfanato, en el cual una de las profesoras, por llamarlas de alguna manera, se las hacía mandar a su madre, y esta a su vez las guardo por separado, pero todas juntas para en su momento dárselas a Nadja.

En un bar de Paris cerca de los campos elíseos, se encontraba cierto chico rubio esperando a otro chico, el primero ya tenía la botella casi vacía cuando por fin el otro chico entro en el local llamando la atención de todo el mundo a diferencia de su hermano que solo había atrapado las miradas de algunas jóvenes del bar.

-Bebiendo a estas horas-dijo Francis mirando a su hermano Keith con algo de preocupación.

-Tranquilo, me lo estoy tomando con calma, hace una hora que tengo este baso, y míralo sigue medio vacío-dijo mirando el vaso con atención perdiéndose en sus propios pensamientos aun que eso era lo que creía su hermano-niños corriendo y gritando-susurro en un tono que solo su hermano pudo escucharlo, en cuanto termino la frase dejo el dinero sobre la mesa y se fue corriendo a la calle.

-Keith no te ilusiones puede que no sea ella- dijo su hermano cuando le dio alcance, justo al terminar la frase y poner su mano encima del hombro de su hermano se percató que este tenía los ojos clavados en el escenario lo que le hizo mirar también.

Reconocía a la pequeña niña pelirroja y sus leones en cualquier parte, era parte de la compañía ambulante en la que trabajaba Nadja, y habían llegado a tiempo, la pequeña niña se estaba despidiendo y el capataz anunciaba a Nadja como, la bailarina que cayó del cielo.

Después de su llamado apareció Nadja cambiada, muy cambiada, su anatomía se había desarrollado en esos 5 años, y por el ejercicio que hacía con sus bailes tenía una figura que todos envidiaban y deseaban tener, de distintas formas. Empezó a sonar la música y Nadja comenzó su baile, cautivando a todos, pero sobre todo a cierto par de gemelos los cuales no despegaban la mirada de ella. Cuando termino su baile de ballet ella miro al público con una sonrisa e hizo reverencias al público en una de esas reverencias noto la presencia de ambos a lo que se quedó estática mirándolos.

Nadja entro corriendo muy nerviosa dentro de la caravana, Silvie, la cual había sido la confidente de los sentimientos amorosos de ella, la miro preocupada al ver como no paraba de andar de aquí para allá, parecía que quería hacer un agujero en el suelo. Al momento se escuchó golpes en la puerta, lo que hizo que Nadja se detuviera y la mirase de forma suplicante, cuando se volvió a escuchar los golpecitos.

-Nadja, voy abrir la puerta así que dime lo que está pasando-dijo Silvie mirándola seriamente.

-Son ellos, no sé cómo están los dos aquí, pero están, pensé que me enfrentaría a uno y después al otro no a los dos a la vez Silvie-dijo de forma rápida, pero en un tono que Silvie pudiera escucharla.

-Nadja simplemente diles lo que sientes por ambos-le aconsejo viéndola con cariño antes de que volvieran a llamar-voy a abrir Nadja-pero antes de que pudiera abrirla ella o que Nadja pudiera negarse, la pequeña Rita había abierto.

-Nadja, hay dos chicos en la puerta que preguntan por ti-dijo como si tal cosa dejando la puerta entre abierta.

-Voy-dijo mirando de manera suplicante a Silvie, pero dando un suspiro y recibiendo una palmadita en el hombro de parte de Silvie abrió la puerta viendo como ambos hermanos se la quedaban mirando por el traje que llevaba, en ese momento se sintió desnuda, no es que estuviera enseñando todo, pero ese traje se le pegaba al cuerpo como una segunda piel, se cubrió el pecho con sus brazos mirando a ambos sonrojada y algo tímida, tanto por como la miraban como por lo que les tenía que decir.

Nadja y KeithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora