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Tenía ocho años cuando el mundo se fue a la mierda. Recuerdo a mi padre sentado frente a la televisión, con la mirada fija en la pantalla y su rostro serio, estaba viendo las noticias y por la expresión que tenía, supe que no podía tratarse de nada bueno. Esa noche, durante la cena, mi madre le preguntó si todo se encontraba bien, pero mi padre no contestó, parecía estar en otro mundo, lo notaba preocupado.

Recuerdo a mi madre diciéndome que tomara a mi hermano y lo llevara a nuestra habitación para que ellos pudieran hablar de cosas de adultos. Tomé a Jiro y lo llevé a nuestra habitación, lo ayudé a subir a su cama y no tardó en dormirse. Yo sabía que algo no iba bien, así que, aunque estaba acostado, no tenía sueño. Creo que pasaron horas antes de que mi padre entrara para desearme buenas noches como siempre lo hacía.

- Hijo, esperaba que estuvieras durmiendo ¿No estás cansado?

- Yo... quiero saber que pasa, no entiendo papá ¿Por qué te preocupaba tanto lo que decía el hombre de la televisión? - Mi padre me miró con unos ojos tristes y sin responder aun a mi pregunta, me abrazó muy fuerte y comenzó a llorar. - ¿qué pasa papá? ¿por qué estás llorando?

- No pasa nada Ichiro – dijo alejándose de mí y secándose las lágrimas. - Temo que tendré que irme por un tiempo hijo.

- ¿Qué? ¿pero por qué?

- Creo que eres muy pequeño para entender lo que significa una guerra, pero ya que serás el hombre de la casa de ahora en adelante trataré de explicártelo. Una guerra, en la antigüedad eran hombres peleando contra otros hombres, a veces con espadas, a veces con armas de fuego, pero una guerra en esencia son dos grupos luchando por la superioridad.

- ¿Eso que tiene que ver contigo? - Recuerdo la sonrisa melancólica que me dirigió mi padre antes de darme un beso en la frente.

- Mucho hijo mío. Porque cuando yo era niño, el mundo acababa de salir de lo que se conoce como la tercera guerra mundial, era muy pequeño para recordarla, pero mi madre me dijo que perdí a mi hermano mayor por culpa de esa guerra. Así que tu abuela pasó su vida educándome para que me convirtiera en la clase de hombre que cuida a su familia y puede evitar que la guerra vuelva. Me he esforzado mucho en cuidarte a ti y a tu hermano, pero temo que algo de verdad terrible está a punto de pasar. A pesar de que ahora mismo los países del mundo se encuentran en armonía, la guerra ya está aquí hijo. Aunque me temo que esta vez el enemigo no es humano y no sabemos de qué se trata. Aunque sé que solo es cuestión de tiempo, antes de que me llamen de la oficina pidiéndome que vaya de inmediato.

- ¿Cómo sabes eso? ¿Y si les dices que no puedes ir?

-Tengo que ir Ichiro, es para protegerlos a ustedes. Ya hubo un ataque, fue muy lejos de aquí en Nueva York, pero todos hablan de naves gigantes y seres horribles. Y si atacaron una vez, pueden atacar de nuevo.

- ¿pero qué? ¿qué estás dicien...

- Hijo por favor, intentaré volver lo más pronto posible, pero debes prometerme que cuidarás a tu madre y a tu hermano. Me iré más tranquilo sí sé que cuento contigo.

- Sabes que cuentas conmigo papá. Yo los cuidaré lo prometo.

- Ese es mi hijo.

Mi padre me abrazó de nuevo y se quedó a mi lado hasta que me dormí. A la mañana siguiente mi madre nos dijo que había salido temprano al trabajo y que volvería cuando pudiera. Pasaron un par de meses y aunque de vez en cuando escuchábamos algo sobre ataques en distintas partes del mundo, mi hermano y yo continuábamos con nuestra vida normal, aunque todos los días al salir de la escuela, intentábamos llegar a casa lo más rápido posible, creyendo que ese día por fin papá estaría ahí esperándonos.

Recuerdo que todas las noches, Jiro me preguntaba por papá y yo siempre le respondía que no tardaría en volver. Una noche me preguntó si creía que él nos extrañaba, yo le dije que no fuera tonto, que era obvio que nos extrañaba "¿Entonces por qué no viene con nosotros?" me preguntó y por primera vez no pude responder.

Una mañana mi madre nos despertó más temprano que de costumbre y nos dijo que mi padre estaba al teléfono. Mi hermano y yo nos levantamos de inmediato y él nos dijo que nos extrañaba mucho, pero que aún no podía volver con nosotros. "Salí del país, estoy en Ámsterdam, aquí habrá una junta muy importante de muchos países donde encontraremos una solución para el problema de los invasores. Niños me tengo que ir, pero cuídense mucho ¿entendido?".

Esa noche mi madre puso las noticias y nos dijo que tal vez papá saldría en la televisión, pues la conferencia de la Organización de la defensa mundial, sería transmitida. Antes de que empezara los reporteros hablaban de que las decisiones que ahí se tomarían serían vitales para la supervivencia de la raza humana ante los invasores. Vimos a papá como por diez segundos y luego un hombre alto y serio comenzó a hablar. Llevaba hablando mucho tiempo cuando el techo se derrumbó de repente y la señal de la conferencia se perdió. Los presentadores del noticiero dijeron que veríamos lo ocurrido desde la perspectiva de un helicóptero y así fue. El edificio en el que habíamos visto entrar a papá estaba en llamas, al parecer todas las salidas estaban bloqueadas por los escombros y no se sabía cuántas personas habían logrado salir.

Tenía ocho años cuando el mundo se fue a la mierda. Recuerdo a mi hermano llorando en los brazos de mi madre que no apartaba los ojos de la televisión. Recuerdo ver el edificio en llamas, después una explosión, una luz cegadora y nada más. Como si nunca hubiera existido. 

The FallWhere stories live. Discover now