Capítulo 2

8 2 2
                                    

Siento como el mundo o se me cae a los pies, noto un nudo en la garganta y empiezo a ver todo borroso, tengo que apoyarme en la pared de la consulta para no perder el equilibrio.

Es culpa mía.

Se perfectamente q yo soy el único responsable del estado en el que se encuentra Adeline.

El médico les da a los señores Morrison unas instrucciones y explicaciones del sobre la situación de Ade, explica que ella podría despertar en cualquier momento así como no volver a hacerlo, es decir, entrar en estado vegetativo, un escalofrío me recorre cuando el médico nombra los riesgos que corre.

- Supongo que no es la primera vez que escucháis hablar del coma, por lo que sabréis que ahora mismo vuestra hija - se dirige a Lisa y Don - se encuentra en un trance, ella no está del todo presente, digamos que solo mantiene los ojos y la boca cerrados pero, en cambio, ella puede oír todo lo que le digáis, puede notar vuestro tacto y algunos detalles que os explicaré más tarde dependiendo de cómo avance esta situación; por otra parte, si notáis que hace algún movimiento sea con los dedos o alguna mueca con la cara, no os alarméis, ni para bien ni para mal ya que lo más probable sea que se trate de un acto reflejo. Yo personalmente os recomiendo que le hagáis compañía, que le habléis y le contéis cosas sobre vuestro día a día por ejemplo, eso ayuda mucho, sobre todo, no la dejéis sola.

Después de la charla del doctor, decido salir de la consulta, los padres de Ade siguen dentro pero yo no puedo con esto, es demasiado duro.

Tras dar un par de vueltas por el hospital decido que tengo ir ir a verla, hablarle como dijo el médico, no puedo quedarme quieto y fingir que no ha sido culpa mía.

Corro hacia el punto de información más cercano y detrás del mostrador hay dos personas, un hombre de unos 30 años y la chica con la que choqué hace rato, me da un poco de vergüenza preguntar ya que antes mi temperamento se salió un poco de los límites.

Estaba a punto de hablar cuando la chica levanta la mirada.

- Esto es un hospital, no puedes correr por los pasillos, como comprenderás, gracias - suelta sin más.

- Si, entiendo - ignoro el tema - Quiero ver a Adeline Morrison.

- No es aquí donde debes preguntar chico - me informa sin levantar la mirada de la pantalla de su ordenador.

- Se más amable - le advierte el hombre de su lado, la llama por su nombre pero lo dice en un murmuro que no soy capaz de escuchar.

- Lo siento - se disculpa con el hombre.

- Sabes que tu plaza en el hospital depende de estas prácticas, y tu comportamiento lo tendré en cuenta - vuelve a advertirle - olvidaré tus malas contestaciones si acompañas a este chico a junto la paciente que quiere visitar, también tendrás que supervisar su visita, lo sabes.

- Esta bien - acepta la chica con una mueca de desagrado.

Se levanta y rodea el mostrador para llegar hasta mi.

Empieza a caminar sin tenerme en cuenta y entonces acelero el paso para no quedarme atrás.

- Así que ¿practicas eh? - pregunto burlón, ella solo me mira de mala manera y rueda los ojos - creo que voy a poner una reclamación por malos tratos - añado riendo un poco, lo poco que puedes reír cuando la persona más importante para ti está en coma por tu culpa, terrible pero siempre intento buscar la forma de reír y hacer reír.

- Como te quejes de mi aunque sea a tu mami - pronuncia 'mami' con despecho, como si me llevase 10 años - entonces vas a conocer lo que son los malos tratos - amenaza.

- No me hables con tanta autoridad chica, que tendremos la misma edad.

Me ignora mientras acelera el paso y se acerca a otro mostrador.

- ¡Buenos días Tina! - saluda con una sonrisa radiante a la señora con bata blanca que se encuentra tras el mostrador. A ella le sonríe eh - necesitó la lista de habitaciones, por favor.

- Por supuesto querida - la anciana le tiende un portfolio con una lista.

La chica se separa del mostrador, le echa una ojeada a la lista y me mira, me hace un movimiento de cabeza para que la siga, y eso hago.

- Entonces ¿Qué edad tienes? - pregunto con un ligero interés.

- ¿Qué te importa?

- Oh, eres ese tipo de persona, debí suponerlo - me quejo, bufando.

- ¿A qué te refieres? - pregunta.

- Eres de esas personas que responden a una pregunta con otra pregunta.

- Vale ¿Y?

- Me pones nervioso - explico - me das ansiedad - me pauso - me atrevería a decirme incluso, que haces que mi asma aumente - bromeo.

- Que humor - se burla de mis chistes.

- Habló el alma de la fiesta - digo cínico.

- Si fueses de mi agrado me esforzaría en caerte bien, pero ¡Oh! No es el caso.

Pienso una respuesta ingeniosa pero antes de que mi cerebro la procese ella se queda parada frente a una puerta, comprueba algo en su lista y entonces, sin llamar, se adentra en la habitación.

- Espera aquí un momento - me pide.

Escucho voces y susurros provenientes de la sala y pasado un minuto aproximadamente, vuelve a salir.

- Ya puedes pasar, los enfermeros que había en la sala han salido para más privacidad pero yo tengo que quedarme con vosotros en todo momento.

- ¿No puedes dejarnos solos?

- Tengo ordenes de supervisar la visita completa, lo siento, haría una excepción pero, como sabes, estoy en prácticas y no puedo correr tal riesgo.

- Entiendo - digo mientras paso detrás de ella a la habitación.

Nada más entrar, escucho el pitido de la máquina de pulsaciones, no se como se llama, la verdad.

Veo muchos cables, suero y demás cosas desagradables interceptar en el cuerpo de Ade, se me encoge el corazón.

Yo debería estar ahí.

- Vete - le digo a la chica.

-  Ya te he explicado la situación - susurra con cierta pena.

- Por favor déjanos solos, aun que sean dos minutos.

- No puedo hacer eso.

- Esta bien, no lo hagas, pero entonces le diré a quien quiera que sea tu superior que me has tratado fatal y añadiré, quizá, que has fumado en la sala, solo para asegurarme de que no te contraten - se que lo que estoy haciendo está mal, jodidamente mal, pero, es Ade, y haría cualquier cosa por pasar unos minutos a solas con ella.

- ¿¡De que cojones vas!? - me grita - date cuenta de lo que estás haciendo, es muy grave - hace una pausa y parece que piensa sobre algo - os dejaré dos minutos exactos, pero no lo hago por ti.

- Pírate, no tengo toda la noche.

- ¡Aún encima! ¡Tu si que me das ansiedad niño! - abre la puerta y antes de salir se gira para hablar - tu deberías estar en su lugar - añade señalando con la mirada a Adeline y sale dando un portazo.

Sinceramente, pensarlo duele menos que oírselo decir a alguien, mucho menos. Cuando algo no se dice es como si no fuera cierto, pero en el momento que lo nombras en alto, se hace real.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 05, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Bad choices - PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora