Capítulo 1

3 1 0
                                    

Comenzó un día soleado de abril.
Todo marchaba bien para mi desde que me levante es día, caminaba hacia mi trabajo sin fijarme del camino cuando tropecé con él. Faltaba poco para que empezará mi turno en el trabajo.

—Disculpe señor, no lo vi, voy un poco apresurada— Fijó sus ojos en mi y juro que vi al hombre más perfecto (físicamente) que haya visto jamás.

Llevaba un traje color gris oscuro con camisa blanca y zapatos perfectamente pulcros, su cabello bien peinado hacia atrás y una barba sutilmente fina. Rondaba los 30 años y era bastante alto a mi parecer, y eso que yo soy alta.

—No pasa nada, pero sería mejor si prestas más atención por donde vas caminando ¿no crees? .— Su mirada era dura y ostil, me miraba con una cara de superioridad. Y ahí fue cuando acabo el encanto. —¿Cuál es tu nombre?

—Mariana señor, nuevamente le pido disculpas, pero tengo que irme ¡que tenga buen día!— conteste con una sonrisa educada y me fui casi corriendo de ahí.

Tenía que llegar a hora puntual a mi trabajo no podía darme el lujo de llegar tarde y que me descontarán parte de mi sueldo. Estoy ahorrando para poder estudiar gastronomía en unos meses.

Entre por la puerta trasera del lugar, mientras me ponía mi delantal de trabajo, marque mi asistencia en el tablero, saque mi celular y audífonos, puse música y comencé a hacer lo mio, que era acomodar los productos que las personas desacomodaban cuando iban a hacer sus compras, y si, trabajo en un supermercado. La paga no es muy buena, pero alcanza para el alquiler, mi comida y echar dinero al cochinito para mis estudios.

Comencé a cantar mientras hacía mis labores.

"Yo te conocí en primavera
Me miraste tu de primera
De un verano eterno me enamore
Y esa despedida en Septiembre
En Octubre si que se siente
Noviembre sin ti me dolió también".

Al terminar lo mio fui a la sección de servicio al cliente para ver si alguien necesitaba apoyo, pero al parecer todos estaban bien con lo que les toco.
Ya faltaban unos minutos para mi hora de comida y decidí ir a la cócina de enfrente a comer algo. Llegando ahí salude a todos.

—¡Hola, buenas tardes! ¿Que hizo de comer hoy? Doña Esperanza.— Esta señora era una de las personas más amables del mundo, su marido falleció hace unos meses por un paro cardíaco, y sus hijos viven lejos. Así que ahora está sola, pero nunca la he visto sin esa sonrisa tan característica de ella. Me gusta venir a comer aquí porque si tengo un día malo al salir termino con una sonrisa, de esas que ella siempre contagia a todo el mundo, hasta al ser más amargado.

—Hola hermosa, hoy tenemos algo que te va a encantar— me dijo tomándome el brazo y llevándome a una mesa.

—No me diga que son enchiladas, porque si es así, traigame dos porciones por favor— le dije con una enorme sonrisa, las enchiladas eran mi comida favorita. Esta señora me conoce bastante bien.

Al cabo de un rato me llevó mi comida junto con un agua de jamaica, como amo a esta señora tan consentidora. Al terminar de ingerir mis alimentos pague y salí del lugar.
Iba cruzando la calle cuando volví a ver al señor de esta mañana, el también me vio, pero hizo algo como una mueca de asco, así que yo solo regrese a ver a otro lado y entre a mi trabajo.

Volví a acomodar los productos que la gente desacomoda, no se porque toman cosas, se las llevan y después se arrepienten y las dejan en cualquier lado de la tienda, eso es un gran fastidio, pero de no ser así yo no tendría trabajo.
Estaba por terminar mi día, cuando otro cliente casi tira unas botellas que yo apenas había puesto en su lugar.

—Perdón señor, ¿podría tener más cuidado? No nos gustaría tener que cobrarle un producto que no podrá usar o consumir. Gracias— ¿este hombre que hace aquí? No creo que sea necesario que el tenga que hacer sus propias compras, pero bueno, cosa de cada quien.

—Lo siento Mariana, estaba distraído tratando de saber si eras tu la chica que cantaba, y al parecer si— Si, era el señor de esta mañana, el que me hizo cara de fuchi en la tarde, no creí que recordará mi nombre.

—Ya, no pasa nada señor.— le dije amablemente, y ya estaba por irme, pero volvió a hablar.

—Puedes tutearme, me llamo Julián. Y no pensé que fueras tu, tendré más cuidado a la próxima.

—Esta bien señor.— me miro con una ceja levantada —... Julián. Debo seguir trabajando. Permiso.

—Espera... Necesito preguntarte algo— me tomo el brazo antes de que diera un segundo paso.

—Perdón señor, pero estoy aquí para trabajar, no para socializar con los clientes. Ahora si hasta pronto.— Y así me fui de ahí. Peeeero me volvió a alcanzar.

—Solo quiero saber si puedo invitarte algún día a comer, tomar un café o al cine, lo que tu prefieras.— Me sorprendí, nadie nunca me invita a nada, y estaba por contestar que si y que me encantaría, pero desistí de mis pensamientos.

—No se, tal vez algún día, adiós señor.
Y así termine de irme, ya faltaba muy poco para que terminará mi turno y necesitaba con urgencia un baño con agua caliente, un café y dormir.

Como Le Rompí El Corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora