Capítulo #2; ¿Tú estás a salvo?

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Capítulo #2; ¿Tú estás a salvo?

Abrió la gran puerta de metal y entró en el oscuro y sucio pasillo que conducía a los vestidores del bar en que trabajaba todas las noches. Entraba a las ocho y salía a las doce. No ganaba una gran cantidad de dinero, pero era lo suficiente para darle de comer a sus hermanos todos los días, ya que comida, era lo único que tenía que comprar.

Vic y Carlota eran un par de idiotas que guardaban el dinero en el cajón de la cocina, y nunca lo contaban; así que ella tomaba el suficiente para pagar la luz y el agua. A veces tomaba un poco más para cosas que los niños utilizaran o comprar un poco de helado.

El helado era algo que a Emily y Seth encantaba; cuando lo comían, parecían olvidar la mierda de vida que tenían. Porque si, su vida era una gran y reverenda mierda.

Un suspiro salió de sus labios cuando entró en los vestidores y vio a Miriam; una perra que se la pasaba atacándola cada que podía, porque simplemente ella era más rápida sirviendo tragos y, además, los clientes la preferían.

Miriam no era mala; pero era muy entrometida y quería llamar la atención de todo mundo. Dependía mucho de los demás. Siempre andaba con apenas unos cuantos trapos de ropa encima y coqueteando con todo hombre que se le cruzara por enfrente. Y también con… mujeres.

Muchos la juzgaban y llamaban puta, ofrecida, furcia, fácil y demás adjetivos similares.

Meredith no la juzgaba. En realidad… Meredith no juzgaba a nadie.

Bueno, excepto a sus padres.

Meredith sabía que si Miriam era como era, debía tener una razón. No era de las que juzgaban a un libro por su portada, ella prefería leer el contenido y luego opinar.

Ojo; opinar, no juzgar.

Todos tenemos nuestros demonios, fantasmas y miedos, y estos son los que repercuten en nosotros y nuestras acciones. Nuestro pasado es el que nos hace ser como somos en el presente o como seremos en un futuro.

–Mery, Mery, Mery… ¿Cuándo vas a entender que no tienes nada que hacer aquí? –preguntó Miriam, en son de burla.

–El día en que cubras por lo menos el veinte por ciento de tu cuerpo –respondió.

Bueno, quizá no la juzgara y entendiera que todo lo hacía por algo; pero Meredith no se iba a dejar pisotear por una  mujer de veintitrés años con falta de atención humana.

La peli-negra no se dejaba de nadie, ni si quiera de sus padres, porque cuando de palabras se tratara, ella siempre ganaba y… también era buena golpeando, así que mucho cuidado quien se metiera con ella.

–Mira pequeña zorra de mier…

–¿Quién es una pequeña zorra de mierda, Miriam? –preguntó Jackson, el dueño del bar y jefe de ambas chicas.

La peli-roja simplemente se quedó callada ante las palabras de su jefe. Jackson, era un tipo rubio que se teñía el cabello de distintos colores todo el tiempo, aunque últimamente lo portaba de su color natural. El rubio siempre defendía a Meredith de los insultos que Miriam le dedicaba y la ayudaba en todo lo que podía.

A pesar de que Jackson tenía veintisiete años y Meredith dieciséis, eran como mejores amigos… o mejores amigos, aunque ninguno lo haya dicho en voz alta nunca. Ambos tenían un problema con eso de tener relaciones, ya sea de simple amistad o algo más. Preferían no decir nada respecto a lo que eran, porque a ninguno le gustaba decirlo.

El rubio sabía de todo por lo que la peli-negra pasó y pasa, sabía de Carlota y Vic, también de Emily y Seth.

Y Meredith sabía todo de Jackson.

Obscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora