The Devil smokes Marlboro cigarettes.
Las carreteras eran un preludio del infierno algunas veces. El calor abrasador y las serpientes enroscándose silenciosas. Todos esos verdugos con navajas afiladas y el grueso rugir de los motores. Las balas golpeando como látigos. Un infierno en el que nadie quería meterse en problemas con el diablo.
Excepto Park JiMin, un asesino a sueldo que no dormía nunca en el mismo lugar. Pasaba su vida sobre una preciosa Ducati diavel; las luces rosas de sus llantas eran lo que el ulular de un búho para los indios: muerte. Kitty Gang era la única persona capaz de presentarse en Cherry Pops, el lugar de Los Diablos — el Gang de Kongen, el diablo rey — pavoneándose con una revolver 42 rosa, metida en el cinto.
Dejó a Viper — como nombraba a su moto — en la entrada del pub-diner, brillando con su color negro y rosa neón. La pedrería en su chamarra destelló con la luz negra del bar; Kitty Gang brillaba por sí solo.
Todo rider o dealer ahí volvió su mirada hacia él. Seguramente habría matado a gente cercada a alguno de ellos o ellas en el pasado; recientemente se endeudó con Los Diablos por una carga de María que resultó mal. Ellos lo habían perseguido por toda Arizona, regresando en bolsas de basura a Cherry Pops, y él tenía el descaro de aparecerse meneándose hasta la barra.
Silencio. Incluso Alice N' Chains dejó de sonar. Al ver que nadie le atendía, saltó la barra y se sirvió un poco de vodka. Acabó con él mientras caminaba al pasillo donde estaban los despachos y dormitorios. Las miradas siguiéndolo.
— Pueden seguir su fiesta sin mí, qué amables.
Nadie se atrevió a seguirlo.
Terminó su vodka y regaló el vasito a un rider en turno, que vigilaba el despacho del jefe. El rider, claramente desubicado dejó caer el vasito.— Ah, ustedes ¿siempre son tan imbéciles?
Chasqueó la lengua antes de entrar a la pieza, donde era difícil distinguir otro olor que no fuera el de los Marlboro. Kitty Gang hizo sus plataformas sonar sobre la madera seca; podía ver apenas, gracias a la gran cantidad de humo. Hacía más calor ahí que en cualquier lugar en que hubiera estado antes; su piel sudando de repente fue alarmante.
— Uh... ¿sigues vivo, Kongen?
Un par de ojos rojos se abrieron; tenían un resplandor escalofriante; rojos como el fuego, quemando la cordura en JiMin. Fulminándolo tras la cortina de humo. Cualquier palabra idiota que pudiese haber pensado, estaba en el olvido. Pero no se mostraría intimidado por nada de eso.
— Siempre lo estaré, pero tú... tú no por mucho.
Oh, Park adoraba esa voz. Le daba escalofríos y a su vez, encendía escenarios delirantes en su mente, explotando entre sus piernas. Suspiró, pero no de miedo.
Escuchó el sonido del martillo de otra revolver. Logró ver el cañón apuntándole entre la niebla gris, brillando peligrosamente con la luz de un pobre foco. Se inclinó sobre el escritorio, con sus manos aruñando la madera; tomó el cañón entre sus labios, ganando el sabor a plomo en su boca; la metió hasta el guardamonte, rozando un dedo áspero con su labio inferior, húmedo de él.
El hombre detrás del escritorio se levantó, empujando el arma más adentro en su boca, causando arcadas al osado gatito. Se irguió hacia JiMin, dejando ver su rostro soberbio sobre él. Los orbes destellando ira.
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Marlboro || KookMin
FanfictionRecordé el infierno en tus ojos. - OS. - JKTop/JMBottom. - No copias o adaptaciones. - M-preg implícito. • Nadie muere ;-; • Intento desvelado de smut. El contenido multimedia y citas incluidas en la historia no me pertenecen. Créditos a sus a...